Rojo, amarillo. Colores y debates en modo pandemia

Escribe: Sergio García

Desde hace unos días, paralelo al avance cotidiano de la pandemia en nuestro país, se revitalizaron debates en torno a qué debe hacer el gobierno si los números de contagio y muerte no cesan de crecer.

La preocupación va tomando cada vez más vuelo y no es para menos: Argentina ya está entre los 10 países con mayor nivel de contagios, aproximándonos al medio millón, pese a que es un país cuyo gobierno realiza muchos menos testeos diarios que los demás.

Además en el día de hoy seguramente estaremos superando, lamentablemente, la barrera de las 10.000 víctimas fatales, haciendo visible, en forma trágica, el momento que vivimos.

Todos estos números se dan además, en el marco del alcance nacional del covid, que hace semanas rompió todas las barreras del AMBA y hoy se siente fuerte a lo largo del país, con distintas provincias obligadas a retroceder de fase.

En medio de esto la saturación del sistema de salud es notoria. Y se expresa no solamente en el avance de utilización de camas UTI (terapia Intensiva) sino en la falta de personal y el agotamiento extremo de miles de trabajadores de la salud que viene enfrentando, en la primera línea, este flagelo.

La libertad…de contagiar y contagiarse

Mientras la situación se agrava a través de los grandes medios de comunicación se difunden dos visiones. Por un lado los sectores políticamente ubicados a derecha, como Juntos Por el Cambio que son artífices de iniciativas tendientes a buscar mayor apertura económica y social de la ya existente, lo cual es mucho decir. Desde alas al estilo Bullrich agitando banderazos por la “libertad” y la “república”, pasando por acciones insólitas y repudiables como la quema de barbijos en el Obelisco, hasta Larreta que en otro tono va avanzando día a día a normalizar la vida de la Ciudad de Buenos Aires, pese a lo más de 1500 casos diarios que tiene y la relación de movilidad con el AMBA, lo cual hace esta apertura mucho más peligrosa todavía. En este sentido hoy por la mañana su ministro de salud Quiroz defendió las nuevas aperturas, como si no importara que a través de las mismas miles de personas se juntan y se ponen en peligro. Y consultado sobre la aplicación de un posible “botón rojo” dijo frente a los medios: “mucha gente ya no puede acompañar las políticas de la cuarentena original”. Anoche en la TV también Santilli defendió lo indefendible, más preocupado por cuidar el voto de clases medias porteñas que por la vida sanitaria de millones.

El botón rojo

Hablando del ya renombrado botón rojo, llegamos a la política económica-sanitaria del gobierno de Fernández, que dice defender la vida y querer que no haya un salto mayor en los contagios. Pero contradictoriamente fue cediendo en toda la línea y permitiendo una gran apertura y ruptura casi total de la cuarentena, aunque ahora, al ver que los números no retroceden, el presidente indica que tiene el “botón rojo” a mano, si fuera necesario volver hacia atrás. Mientras avaló todo tipo de aperturas de empresas priorizando las ganancias capitalistas de sus dueños, y permitió las aperturas al estilo Larreta aunque dice no compartirlas, fue metiendo a la sociedad en una mezcla de falta de derechos sociales y cuarentena larga mal aplicada. Lejos quedó el relato de que le estábamos ganando la batalla a la pandemia. Argentina es hoy uno de los países más afectados y los números siguen creciendo. No se trata de apretar un botón presidente; se trata de tener un plan en serio que priorice la salud y la economía familiar de millones. Algo hasta ahora inexistente.

El botón amarillo

En medio de estas posiciones, también hoy desde su trabajo titulado “el botón amarillo” en Página 12, Eduardo Aliverti se metió en debate y defendió una tesis de otro color pero funcional a las posiciones del gobierno.

Entre otras cosas Aliverti nos dice: “Al Ejecutivo porteño le importa antes la sin duda dramática situación del sector comercial que el escenario mucho peor de hospitales y sanatorios al borde de colapso instrumental y anímico….El cálculo sobre una parte del voto clasemediero porteño también parece preceder a las consecuencias nefastas de abrir actividades y depender de la responsabilidad ciudadana, como si alguien la controlara”.

Y luego agrega lo siguiente: “Probable o seguramente atribulado por lo recomendable de dar imagen dialoguista, unificadora, antigrieta, el Presidente se niega al re-endurecimiento porque, desde ya, también es consciente de que la obediencia social estaría (muy) disminuida. ¿Lo está tanto como dicen los medios opositores o hay una sobreestimación de la influencia que ejercen? El curso de lo que debió estar claro desde un principio, ¿ya no sirve como elemento de comunicación? Pandemia; adecuar el sistema sanitario para afrontarla; haber evitado multiplicación de muertos; llegar tarde o temprano a enfrentar lo inevitable pero mejor preparados, aunque a sabiendas de que las vidas salvadas no son noticia. ¿Quién dice que no hay aguante social ni comunicativo para avanzar en retroceso hasta que llegue la vacuna, siendo además que el Estado no se ausenta en la ayuda? ¿Lo dice la realidad o la realidad que construyen esos medios?”.

El periodista, en este caso, sí bien cuestiona correctamente las posiciones de Juntos Por el Cambio y de los medios hegemónicos afines, en su afán de defender al gobierno tergiversa los hechos de los últimos cinco meses. Tenemos que recordarle que de ninguna manera el gobierno de Fernández “no se ausenta en la ayuda”.

Para millones desocupados que no ven la perspectiva de trabajo genuino, la ausencia es notoria. Para quienes cobran un salario social que sigue en escasos $8500 desde el gobierno de Macri y Fernández nunca aumentó, la ausencia es todavía mayor: Para las y los jubilados a quienes le robaron la movilidad y reciben pobres aumentos por decreto, el olvido del Estado es total. Para millones de asalariados con suspensiones, recortes de salarios y falta de paritaria a cuestas, también el abandono es evidente.

Si se quiere, podemos compartir que la ayuda del gobierno llegó, lamentablemente, a sectores menos necesitados. Estos sí que sintieron la ayuda. Las ATP a grandes empresas fueron una vergüenza cuando las mismas tenían enormes recursos propios para afrontar la crisis, el reconocimiento de una deuda ilegitima a bonistas y al FMI fue otra ayuda al mundo financiero. Los aumentos de precios habilitados en diferentes rubros, los negocios presentes y a futuro que se planifican con grandes corporaciones extractivas. Todos estos sectores acomodados no se sienten olvidados. Más bien son muy tenido en cuentas.

Gines González García, botón de muestra

La preocupante realidad de una pandemia que crece necesita medidas concretas y profundas. Está claro que tenemos que confrontar con las posiciones anticientíficas y peligrosas de los sectores de la derecha argentina y continental al estilo Bolsonaro o Tump. Pero a la vez de nada sirven las políticas actuales del gobierno del Frente de Todos, que también están demostrando su fracaso, mientras sí quitan su responsabilidad y se la trasladan a la población. Como tristemente hace el Ministro de Salud Gines González García, que en forma indignante declaró “Si la gente no adopta una conducta distinta, esto va a tener un mal final” y que “Nosotros mucho más no tenemos por hacer”. Una vergüenza y una pregunta; si no tiene mucho más por hacer…¿porqué no renuncia, ministro?

Frente a la pandemia, otro camino

Como venimos planteando desde la izquierda y el MST en el FIT Unidad, hay una serie de medidas económicas, sociales y sanitarias que podrían tomarse para enfrentar en muchas mejores condiciones esta pandemia. En la nota de Página 12 de hoy a la que hacemos referencia, a tono con su título botón amarillo, Aliverti se pregunta: ¿Quién dice que no hay aguante social ni comunicativo para avanzar en retroceso hasta que llegue la vacuna…?

La verdad es que “aguante social” bien puede haber, si la comunicación se acompañara con medidas profundas y serias, que hasta ahora no existieron. Eso es lo que no dice Aliverti y es la razón por la cual, por este camino, no encontrará ese aguante que busca sino más banderazos de la derecha, envalentonada por un gobierno que le da todas las oportunidades de aparecer, detrás de su ineficacia diaria.

En resumen; ni el rumbo anticuarentena y de apertura irresponsable de la derecha. Ni echarle la culpa a la gente detrás de supuestos e ineficientes botones rojo-amarillos del gobierno y sus voceros. Desde la izquierda tenemos otra propuesta. Proponemos otras medidas.

En primer lugar dejar de hablar del “botón rojo” que nunca se aprieta y animarse de verdad a frenar las aperturas equivocadas que se vienen permitiendo. Lógicamente entendemos el hartazgo con la cuarentena y sabemos que eso por sí solo no soluciona el problema. Por eso proponemos un plan integral: retroceder en fase hacia permitir por un tiempo determinado solo las actividades esenciales, y otorgar a la vez un salario real del 100% para todas y todos los trabajadores estatales y privados, un subsidio a los desocupados de $40.000 y también a los pequeños comerciantes y monotributistas. Eso tiene que hacer el Estado, utilizando sus recursos, poniéndole un fuerte impuesto a las grandes fortunas personales, empresas y corporaciones, y dejando de pagar todo vencimiento de deuda externa. Todos los recursos del país tienen que estar a disposición de enfrentar la pandemia.

Paralelamente hay que unificar todo el sistema de salud bajo gestión estatal, gratuita y universal, liquidando los negocios privados y el lucro. Frente a la pandemia toda la estructura e infraestructura de salud tiene que estar dirigida por el Estado con control de trabajadores y profesionales. Todos los recursos unidos para atender una situación excepcional.  Hay que dar más presupuesto de emergencia en salud pública, contratar más personal, médicos, enfermeros, bioquímicos y técnicos, liquidar la precarización laboral, garantizar insumos y materiales de protección, y lograr así una rotación real entre todo el personal frente a la saturación de quienes están en la primera línea. Además hay que multiplicar un plan de testeos masivo, mucho más extendido y ofensivo para seguir el recorrido del virus, ir localizándolo y tomar medidas serias frente a esto. Se necesita una fuerte inversión en compra de kits diagnósticos, de manera urgente.

Con estas propuestas, podemos enfrentar a fondo la pandemia en esta etapa.