Enfermería: una historia de lucha
En esta edición de Alternativa Socialista, analizamos a través de varias notas la rebelión de la enfermería. Son voces de este sector fundamental del equipo de salud que batalla desde la primera línea por la salud pública y sus derechos tan postergados.
(N de la R)
Escribe: María Laura Vernazzi, Licenciada en Enfermería, Control de Infecciones-Hospital Central de Mendoza
Se podría decir que la enfermería como profesión comenzó en la Edad Media, curiosamente al calor de epidemias como la actual. Supeditada a la figura del médico fue considerada como un «recurso» más en el camino de la curación. Así se fue delineando un modelo verticalista y médico hegemónico, cruzado por la Iglesia y el militarismo, opuesto al concepto de equipo de salud y que con el correr de los tiempos se puso al servicio de las corporaciones privadas de la salud y del capitalismo en general. Una suerte de garante de la opresión. La Covid-19 con sus miles de muertos entre el personal de la salud, cuestiona profundamente todo el andamiaje de salud preconcebido, por eso no son de extrañar los reclamos y el ascenso que hoy se verifica en enfermería.
Un poco de historia
Es difícil ubicar el nacimiento de la enfermería como profesión, ya que por definición denomina así a todo aquel abocado al cuidado y atención de un enfermo. Pero es quizás en la Edad Media, época plagada de guerras, epidemias y pestes donde se empieza a desarrollar el concepto de enfermería como una profesión, obviamente con una gran cuota de empirismo. Dado el contexto histórico del que hablamos es fácil comprender las bases sobre las cuales se constituyó la enfermería. Dominada la época por hombres, guerreros y la iglesia católica, la lógica consecuencia sería una profesión sometida a estos poderes, ejercida fundamentalmente por mujeres, con cierta jerarquía de las monjas y ejercida fundamentalmente en tiendas de campañas militares y conventos. El idioma empleado en la enfermería durante siglos no sólo remeda el de los ejércitos (hacer guardias o el pase o ronda de enfermeros, donde a la jefa se la denomina «caba», quizás el rango máximo que los hombres les permitían a las mujeres), sino que también hace alusión a la estructura netamente verticalista y al servicio de los médicos, que no casualmente ostentaban el cargo de «capitán médico».
Es útil comprender que este modelo verticalista, militarista y clerical se mantuvo prácticamente intacto durante siete u ocho siglos y, por sus características, fue siempre funcional al capitalismo desde su nacimiento, como veremos luego. Hacia el siglo XVIII la instituciona-lización del modelo médico hegemónico, no hizo más que reforzar y utilizar en su provecho esta asimetría existente en les trabajadores de la salud.
Doscientos años de lucha por derechos
Mal que le pese, la OMS tuvo que lanzar la campaña «Nursing Now» que es su forma de reconocer a nivel mundial la importancia de la enfermería como profesión. La fecha hace alusión al nacimiento, en 1820, de Florence Nightingale, considerada la creadora de la enfermería profesional. Ante el desastre de las muertes en las filas aliadas en la guerra de Crimea, fue esta mujer -nacida en un hogar de clase alta y con conocimiento de idiomas y gran capacidad- quien con sus trabajos de investigación y aplicación del método estadístico, demostró cómo los cuidados, la higiene y otras medidas típicas de enfermería, disminuían drásticamente la mortalidad de soldados y facilitaba su pronta recuperación.
Sus trabajos en Londres y su escuela fueron una verdadera revolución. Se extendió a todo el mundo y en nuestro país nacieron las primeras escuelas de enfermería en Buenos Aires, Rosario y Córdoba. Las mismas experimentaron un crecimiento importante hacia 1940 por la expansión hospitalaria. La evolución del sistema de salud, de la vieja concepción de beneficencia a la de una rama de producción y servicios con desarrollo estatal, a partir de la Revolución Rusa y plasmada luego de manera distorsionada con el Estado de Bienestar, fue un poderoso factor de cambio. Se inició un proceso de proletarización gradual de los médicos y la incorporación paulatina de otras profesiones al equipo de salud. Sin embargo, la inercia de un modelo que se resistía a transformarse fue un escollo para la completa profesiona-lización de la enfermería y, sobre todo contra el reconocimiento de la misma en un plano de igualdad, que son la causa de luchas y reclamos constantes del sector.
Capitalismo y explotación
Sin dudas las políticas del Consenso de Washington, para evitar el desarrollo estatal y transformar a la salud en una rama de producción capitalista, tuvieron incidencia en los derechos laborales y profesionales. Los planes de austeridad y ajuste indujeron reducciones presupuestarias y fomento al sector privado. Retiro de conquistas y fomento nuevamente a las estructuras corporativas. Esta concepción de la enfermedad como una anormalidad que hay que curar es completamente funcional al capitalismo y a la privatización de la salud. El uso irracional y restrictivo de los medicamentos, los métodos complementarios de diagnóstico, la industria biomédica y el negocio de la salud privada en todos sus estamentos. Reflotar la concepción corporativa de las profesiones atenta contra la concepción de equipo de salud y es el principal escollo para la concreción de los derechos de la profesión de enfermería, al reservarle una ubicación como un recurso más, optimizable, descartable. La superexplotación de enfermeras, a través de sobrecarga de horas de trabajo, bajos salarios y falta de reconocimiento de títulos o especializaciones, es la constante en el subsector privado y una asignatura pendiente en el público. Es la propia OMS la que reconoce que debería haber 23 enfermeras cada 10.000 habitantes y en nuestro país hay apenas 8 según el último censo. La falta de oferta para la profesionalización es también muy evidente, ya que en 1994 datos oficiales mostraban que sólo el 1,20% eran licenciadas, 29,4% profesionales y 57,6% auxiliares de enfermerías. La falta de profesionales y los avances en la medicina llevó a que en los últimos años se aumentara la oferta de lugares de formación elevando significativa pero desigualmente el número de profesionales y licenciadas, eso sí el modelo del que hablamos se niega sistemáticamente a reconocer los derechos derivados de esta formación, como desarrollamos en otro artículo.
La pandemia puso en discusión la salida
La pandemia por Coronavirus, puso todo en discusión. Cuestionó la vieja concepción médico hegemónica y jerarquizó la del equipo de salud. Cuestionó la concepción patriarcal y puso en evidencia en rol de la enfermería que es mayoritariamente de mujeres. Y su ubicación en la primera línea, siempre al lado del paciente y las más afectadas por contagios y muertes. Cuestionó también el modelo privatista de la salud que se mostró ineficaz para prevenir la catástrofe en el mundo y para torcer su dinámica. Cuestionó al modelo sindical burocrático, a la burocracia tradicional que tiene como estrategia dividir al equipo de salud y a éste del resto de les trabajadores.
Todo esto llevó a un aumento de la bronca y al reclamo a todo el equipo, con la enfermería en estos mementos en la primera línea también de la lucha. Que se manifiesta en exigen-ciass de todo tipo, desde reconocimiento salarial para poder salir de la pobreza y acabar con el pluriempleo, pero también por los pases a planta, inclusión en la carrera profesional, provisión de EPP, entre otros.
Vamos por nuestra jerarquización y la de todo el equipo de salud. La pandemia puede ser una muy buena oportunidad para unirnos y organizarnos. Podemos ganar.