Rebelión en la primera línea. Enfermería es profesional
La historia de la lucha por la inclusión en Capital Federal, lleva muchos años, y es parte de una lucha por reivindicaciones y reconocimientos históricos.
Escribe: Carolina Cáceres, referente de ALE (Asociación de Licenciados/as en Enfermería)
La Enfermería posee Ley de Ejercicio Profesional, carrera de grado universitaria, matrícula profesional, y cumple con todos los requisitos que se exigen para su ingreso en la Carrera de Profesionales de la Salud del GCBA. A pesar de ello, los Gobiernos de la CABA continúan manteniendo una exclusión que no solo es un insulto y muestra un disvalor, sino que mantiene una profunda inequidad salarial, así como de derechos laborales.
Se legaliza la desjerarquización
La enfermería se define como la ciencia y el arte del cuidado, y justamente son las tareas de cuidado (reproductivas de la fuerza de trabajo) las peores pagas, e incluso muchas veces no pagas. Y es imposible analizar que nos lleva a este punto, sin tener en cuenta que la enfermería ha estado invisibilizada y menospreciada por un sistema de salud que aún funciona con resabios de un modelo médico hegemónico, machista y patriarcal. Es que la falta de reconocimiento, profesional y salarial, es una situación demasiado frecuente en profesiones históricamente feminizadas, y en el caso de enfermería se llega al límite de negar lo obvio: el reconocimiento de ser profesionales de la salud.
En el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, quienes trabajan en el sector de salud pública, son contemplados en el Escalafón General (Ley 471) o en la Carrera de Profesionales de la Salud (Ley 6035). En la Carrera de profesionales de la salud se encuentran incluidas 24 profesiones universitarias y «constituye el régimen aplicable a los profesionales de la salud que desarrollen servicios con carácter permanente, de planificación, ejecución, coordinación, fiscalización, investigación y docencia, y control y gestión de planes, programas y acciones destinados a la promoción, prevención, recuperación y rehabilitación de la salud de la población en el Sistema Público de Salud de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires». Todas estas actividades están comprendidas en el ejercicio de la Enfermería según la Ley 298/99, pero a pesar de ello la Enfermería está excluida.
En la 6035 queda establecido que «el Jefe de Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires podrá, a propuesta del Ministerio de Salud en consulta con las asociaciones sindicales pertinentes, incluir otras profesiones con título universitario, de acuerdo a las prioridades fijadas por la política sanitaria para el Sistema Público de Salud de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires», pero a pesar de la creciente necesidad de más profesionales de enfermería que requiere el sistema de salud, de las desigualdades a las que nos somete esta exclusión y de llamarnos «esenciales» en el contexto de pandemia, continúan negándose a incluirnos. Es que cuentan con el silencio cómplice y traidor del sindicato mayoritario que representa al escalafón general (incluida la enfermería).
Tenemos derechos, tenemos propuesta
Esta exclusión no es solo una discriminación enunciativa. Se traduce en un déficit salarial de alrededor de un 40% respecto del salario del resto de profesionales de la salud, que, por cierto, ya son salarios insuficientes y prácticamente congelados desde hace tiempo. Pero además vulnera otros derechos laborales: no tiene en cuenta los títulos de especialidad, mantiene un régimen inequitativo respecto de licencias, horarios, y actividades científico-académicas. Tampoco reconoce área crítica y nos somete a una «carrera» en la que el avance es mínimo y llegar al último tramo es casi imposible por ser muy lento.
La enfermería en todos sus niveles merece reconocimiento. No hay ninguna excusa para mantener la exclusión de la Licenciatura en Enfermería de la Ley 6035, y esa incorporación debe ser inmediata, lo que implica un avance para toda la enfermería. Además, se debe facilitar el acceso a la formación de grado para quienes aún no han podido hacerlo. Por ello es necesario posibilitar la formación gratuita y en horario de trabajo, lo que resulta además en un claro beneficio para la salud pública. Por supuesto, el reconocimiento salarial debe estar presente para los tres niveles de formación de la enfermería, es urgente establecer un salario por encima de la canasta familiar básica para todo el equipo de salud.
Como decíamos en un principio, esta lucha lleva años. En 2002, la Doctorada en Enfermería (sí, enfermería no solo tiene carrera de grado, sino también todos los niveles de posgrado) Margarita Amil, junto a otras compañeras, fundó la Asociación de Licenciados en Enfermería (ALE) con el objeto de buscar el reconocimiento de la disciplina y la igualdad de derechos respecto del resto de profesionales de la salud en la Ciudad de Buenos Aires. Son muchas las acciones que desde ese momento ha realizado la ALE con dicho propósito. Por ejemplo en 2012, junto al compañero Alejandro Bodart, se presentó un proyecto de inclusión que llegó a comisión de salud. Mucho antes de la promulgación de la Ley 6035, desde Alternativa Salud y el MST veníamos luchando por su reconocimiento en el poder Legislativo y por supuesto en las calles.
Crece la rebelión
Con la sanción de la Ley 6035 en 2018, que mantiene esta exclusión en la Ciudad más rica del país, y sometiendo a la enfermería a una «Nueva Carrera Administrativa» la indignación y la angustia que provocaron, lleva a las calles a miles de enfermeras y enfermeros que en un histórico 21 de noviembre (día de la enfermería argentina) se movilizan en masa. Pero a pesar del proceso de lucha que se abre, con asambleas y acciones callejeras, el gobierno del diálogo continúa negándose a recibirnos.
Es así como llegamos a este año 2020, declarado por la OMS como el año de la enfermería, justamente con el objetivo de que los gobiernos se comprometan con el reconocimiento de la profesión, y en el que una Pandemia expone aún más nuestras vidas y las muchas vulneraciones que sufrimos. La falta de reconocimiento precariza nuestras vidas, con salarios de pobreza nos empujan a horarios extenuantes y al pluriempleo, evitan la participación en la formulación de protocolos para realizar nuestra tarea, dificultan el acceso a equipos de protección personal y licencias para el grupo de riesgo. Y es así como comienzan a enfermar y morir compañerxs en situaciones que podrían haberse evitado. Entre los contagios en el personal de salud, enfermería ocupa el 50% o más, y ya llevamos contando más de 100 compañerxs muertxs en el país.
Toda esta situación, lleva a las enfermeras y enfermeros a tomar la decisión de salir a las calles, porque ya no podemos seguir esperando, porque es urgente. Y es así como el 21S salimos a las calles en una gran movilización que finaliza con una vergonzosa represión en la Legislatura Porteña en instancias de presentar un petitorio. Pero no logran asustarnos, porque a los y las enfermeras les sacaron tanto que les sacaron el miedo. Y con un paro convocado por ALE, y un cese de tareas convocado por ATE, en una movilización convocada por todos los sectores de la enfermería en lucha el 1 de octubre también mostramos una acción contundente.
El gobierno de Rodríguez Larreta y Quirós no quiere ceder, pero la enfermería está más fuerte y unida que nunca. Es así como desde la ALE se llamó a una Asamblea Abierta de la que participaron todos los sectores en lucha y se definió un plan de lucha concreto: realizar una gran acción el 21 de octubre con acampe y festival en la Jefatura de Gobierno porteño, y apoyar en ese contexto acciones como el acampe en Congreso el 15 de octubre por el reconocimiento profesional y salarial de la enfermería de todo el país.
Este es el momento de la enfermería, de organizarnos sindical y políticamente, porque si el sindicalismo y la política no la hacemos nosotras y nosotros, la hacen los que negocian a costa de nuestras vidas y a costa del sistema de salud, ya que somos justamente lxs trabajadores quienes lo sostenemos día a día, y sobre todo en contexto de una pandemia.