Se metieron con la generación equivocada
El 2020 va a ser un año que difícilmente olvidemos. La irrupción de la pandemia quedará marcada como una huella mnémica dura de borrar. Sin embargo, al hacer un recuento de lo que fue este año, no podemos soslayar que comenzó con una relativa expectativa producto de la derrota del gobierno macrista. Alberto Fernández se convirtió en una herramienta útil para deshacerse de la experiencia Macri. Hoy, mientras transcurrimos los últimos días del año, nos corresponde hacer un balance de lo que significó este primer periodo de gobierno «progresista», para debatir y poner en agenda cuáles son las tareas y los desafíos de la juventud para el año que entra.
Escribe: Nico “Rulo” Mileo, Juventud Socialista
El relato seductor que Alberto Fernández sostuvo durante su campaña rápidamente entró en contraste con sus medidas de gobierno. La crisis económica no le dio tiempo. Desde principio de año el país ya debatía quién iba a pagar el ajuste en un marco general de recesión e inflación. No había comenzado la pandemia cuando el gobierno definió el primer recorte a los jubilados. Ya en febrero este gobierno comenzaba a vislumbrar una orientación que se profundizaría en los meses siguientes.
Luego, con el advenimiento de la pandemia y la cuarentena la escena se cristalizó. Los despidos, suspensiones y acuerdos con los bonistas eran noticias diarias. Todas para ellos, para los grandes empresarios, para el capital imperante. Jubilados, trabajadores, jóvenes, quienes supuestamente íbamos a ser los primeros seguimos esperando medidas que nos beneficien. Durante abril y mayo, el debate giró en torno al no pago de los sueldos de les pibis que trabajan en condiciones indignas en los locales de comida rápida. Mega-empresas de extensión mundial como McDonald’s decían que no tenían plata para pagar los sueldos. Todavía aguardamos las sanciones del gobierno a estas cadenas.
Facundo y Guernica fueron un quiebre, en las dos Berni, ese excarapintada a quien le encanta posar de Rambo, fue su principal responsable. Kicillof y el conjunto de gobierno lo cuidaron, protegieron y justificaron en todo momento. Es que como dijimos siempre, su ajuste no pasa sin represión. El gobierno quedó al desnudo, mostrando que no le iba a temblar el pulso ni para desaparecer a un pibe, ni para reprimir a los sectores más postergados al servicio de aplicar su plan económico y de gobierno.
La expectativa inicial fue desapareciendo. Ni las pibas, ni los pueblos originarios, ni los trabajadores. Los socios fueron la Iglesia, el capital extractivista y el FMI.
El presupuesto 2021 es la prueba más nítida de esta orientación. Desaparece el insuficiente IFE y hay recortes en educación y salud mientras la porción mayoritaria del presupuesto está destinada al pago de deuda. Una deuda fraudulenta, ilegítima y odiosa.
Ser joven en un mundo distópico
Una tormenta de rebeliones y revoluciones acecha el continente. Chile, Perú, Guatemala, Bolivia, en todas ellas la juventud es protagonista y en todas aparece una misma consigna: «se metieron con la generación equivocada».
Nuestro país no es la excepción. Durante el 2018, al calor de la batalla por el derecho al aborto y en defensa de una educación pública que se vio amenazada, la juventud desarrolló una movilización que puso en jaque al gobierno macrista. En ese momento, la orientación del kirchnerismo con la consigna #Hay2019 jugó en contra de un proceso de lucha que podría haber terminado con Macri por la fuerza de las calles. Desde ese entonces hay un debate con los sectores de la izquierda popular (Patria Grande, PCR, La Dignidad) de cómo debe posicionarse la izquierda frente al kirchnerismo. Mientras estos sectores, incorporándose al FdT, justifican por izquierda la entrega del país al FMI, de este lado seguimos militando por la necesidad de la construcción de una alternativa independiente que ponga como prioridad las necesidades básicas de la juventud: el derecho a un trabajo digno, a la vivienda, a la educación, a la salud, a una relación amigable con la naturaleza.
Su argumento es que la alternativa de “lo posible” es la derecha, sin embargo, su rol hacia dentro de ese frente es legitimar por izquierda el ajuste sobre los sectores más vulnerables. Lo que nos encontramos no es un apoyo crítico a un gobierno progre, sino una adaptación a la política de los responsables del ajuste. Suelen utilizar como latiguillo que lo nuestro es “utópico” sin embargo su posibilismo nos condujo a una distopía inimaginable años atrás. En este punto nosotros somos claros, quienes provocaron el problema no pueden ser la solución. Hoy la juventud debe tomar un posicionamiento de confrontación a este gobierno, en la lucha por la igualdad de género, por derrotar al modelo extractivista que saquea nuestro suelo y solo deja contaminación, y en última instancia para que la crisis la paguen los que la provocaron y no las mayorías sociales y los sectores más postergados.
2021: Un año de desafíos y disputas
El año que entra nos plantea una serie de desafíos que debemos abordar desde la juventud. No hay ningún hecho de la realidad que indique que la tendencia a la descomposición del sistema capitalista cambie en el próximo periodo. En la juventud esto se traduce en el crecimiento de los niveles de deserción que hubo este año en todos los ámbitos educativos producto de la brecha tecnológica. Pero también en la precariedad que aparece como única alternativa en el campo laboral. Hemos sido protagonistas de las principales batallas contra toda la orientación del gobierno, tanto en la represión, como en los derechos de género o en el campo socioambiental. Sin embargo, sabemos que con esto no alcanza.
El 2021 tiene que encontrarnos en la disputa por recuperar los centros de estudiantes y federaciones para ponerlos al servicio de esta política. Hacer de estos espacios bastiones de coordinación con las luchas obreras y populares para inclinar la balanza a nuestro favor en la disputa por quién pagará la crisis en la pos-pandemia. Pero además para encarar un proyecto que se proponga organizar a lo mejor de la juventud precarizada que lucha contra la economía de la esclavización de las plataformas, por su reconocimiento como trabajadores y su sindicalización.
Además, articular con lo mejor del movimiento socioambiental, con quienes venimos confluyendo en un movimiento común contra la escalada extractiva y depredatoria del gobierno nacional, así como también contra el gobierno de la ciudad privatista e impulsor de la cementación urbana. Con el movimiento de mujeres y las disidencias por esa ley de aborto sin objeciones por la que luchamos desde hace años, y en definitiva por una salida para que Argentina se reorganice sobre nuevas bases, por un gobierno de los trabajadores en transición a otro modelo social, el socialismo.
Somos la juventud que se organiza en la trinchera, en la calle, en la lucha. El 2020 nos deja como conclusión que este sistema nos está arrebatando el futuro, que hoy ser socialista es en defensa propia y que ser internacionalista es una necesidad estratégica. Por esto activamos y construimos el MST y la LIS. Es por acá, para tomar el cielo por asalto.