Pactos sociales. Otra remake y van…
Una vez más, como un nuevo capítulo de una serie mala remasterizada llega el anuncio de un acuerdo entre empresarios y popes sindicalistas que junto al gobierno garantizarían un futuro mejor para “el país”. Lxs trabajadorxs ya sabemos por experiencia o por intuición que nunca viene algo bueno por parte de las patronales y los traidores sindicales. Y cada vez más de lxs que han creído en el proyecto de Alberto ven como, lejos de priorizar a lxs trabajadorxs, el Frente de Todos viene gobernando para los intereses concentrados. Ahora bien, independientemente de la experiencia más reciente nunca está de más, con el objeto de analizar mejor la naturaleza del actual anunciado “Acuerdo de precios y salarios” fijar la mirada en sus precedentes históricos. Acá va una pequeña reseña de los mismos.
Fue a instancias del segundo gobierno de Perón que se anunció el primer acuerdo de este tipo. Se lo llamo “Plan de Estabilización”. Corría el año 1952 y se había acabado la época de las vacas gordas. La coyuntura económica excepcional (segunda guerra mundial, sustitución de importaciones forzada y proveedor de comida de los países beligerantes) tocaba a su fin. Las contradicciones de una industria obsoleta, con maquinaria antigua, sin soberanía energética, yavolcada a la fabricación de bienes de consumo hacían inminente tomar decisiones que se habían postergado. O se seguía con el desarrollo de las industrias básicas para el desarrollo industrial autónomo dedicadas sobre todo a la fabricación de bienes de producción o se desandaba el camino y se reprimarizaba la producción.
Para poder hacer lo primero era necesario comenzar realmente con una reforma agraria y nacionalizar los resortes fundamentales de la economía como pasos indispensables que el peronismo decidió no llevar adelante. Las consecuencias (los costos) de esta decisión se empiezan a trasladar al costo de vida de lxs trabajadorxs. En este contexto se anuncia el “Plan de Estabilización” que en síntesis significó un acuerdo en donde lxs trabajadorxs perdieron las paritarias anuales (comenzaban a ser bianuales). También se acordó en las mismas que los aumentos salariales tengan relación con la productividad en el “Congreso de la Productividad” y las patronales se comprometían a no aumentar los precios (ya lo habían hecho antes del acuerdo con creces y tampoco lo sostuvieron mucho tiempo).
El otro acuerdo de este tipo, conocido como Pacto Social, fue impulsado por el ministro José Ber Gelbard en 1974. Era la tercera presidencia de Perón. El contexto económico de este acuerdo era distinto del anterior. Si bien la economía venía de cierto repunte por circunstancias económicas internacionales apenas las mismas cambiaron la situación se vino a pique. La inflación rondaba en el 80% y las luchas obreras contra la pérdida de poder adquisitivo se sucedían por doquier. En esta oportunidad, el acuerdo implicó la rúbrica de la burocracia sindical, las patronales y el Estado. En el mismo se acordaba un congelamiento durante dos años, Como siempre las patronales se comprometían a respetar los precios (cuando antes ya los habían aumentado) que fijaba el Estado. Se suspendieron las convenciones colectivas y se conformó una comisión para evaluar cualquier “desfasaje”. Por supuesto que en menos de un año vino el desfasaje y la clase obrera quedó atada de manos, luchando contra la patronal y el acuerdo del pacto social. Incluso aun cuando muchxs trabajadorxs a fuerza de luchas en sus lugares de trabajo habían conseguido aumentos el ministerio no los homologaba y ponía infinitas trabas.
Estos dos ejemplos, en situaciones económicas distintas muestran con claridad donde terminan los acuerdos tripartitos. Lxs trabajadorxs siempre terminamos perdiendo.