El Frente de Todos y sus debates. Palabras, hechos y la voz de la izquierda
La famosa grieta entre el Frente de Todos y Juntos por el Cambio se viene mezclando, desde hace días, con las turbulencias internas del frente de gobierno. Declaraciones cruzadas, Kicillof contra Guzman, el ministro de Economía contra el subsecretario de Energía Basualdo, CFK criticando al Fondo y las negociaciones de su ministro. Algunos dirigentes piden IFE y otros funcionarios dicen que no. ¿Hasta dónde llega el debate? ¿Hay algo positivo allí? ¿O hace falta un proyecto alternativo por izquierda?
Escribe: Sergio García
Casi a las corridas, sin anuncios previos y con un formato y discurso improvisado, días atrás llegó el presidente Fernández a un acto en Ensenada. Lo hizo con una imagen calculada políticamente, pensada para ser registrada por todos los medios, arribó junto a Cristina Kirchner, Kicillof y Massa, entre otros. Así, con una imagen de unidad necesitada, el presidente ensayó un flojo discurso, evidentemente preparado tan a las apuradas como todo el evento.
Es que los días previos, las tensiones internas generaron un debilitamiento de la imagen de poder presidencial, hecho alimentado también por el fallo de la Corte Suprema que desautorizó su decreto. Entre el desacato de Larreta y sus jueces amigos, grandes medios que agitan que gobierna CFK, y una franja de la población que percibe sin rumbo al gobierno, más una parte de sus propios votantes con un creciente desencanto, se va erosionando el Frente de Todos y, en su interior se agitan las aguas.
Debates reales, soluciones ausentes
En este contexto se profundizaron algunos debates de actualidad, varios de los cuales desde la izquierda veníamos marcando desde hace tiempo. Uno de ellos, habilitado por CFK y sus cuadros más cercanos, es una crítica a las negociaciones de Guzmán con el FMI, con cierta acusación hacia un acuerdo de ajuste y que destina enormes recursos allí, que bien podrían usarse en otra cosa.
Hasta acá, podríamos decir que la crítica tiene buena parte de verdad, no se puede negar que Guzmán expresa un rumbo de ataduras al FMI, con números de economía que cierren a ese objetivo nada soberano. El problema entonces, no está en las palabras o en denuncias más o menos generales contra el Fondo y el ministro negociador, sino en la falta de acciones concretas que sostengan esas palabras y denuncias.
Porque en política, los hechos son el elemento decisivo. Si se opina que ese rumbo está mal y se le dice eso a su militancia y votantes; ¿por qué entonces CFK no propone romper con el FMI? Si desde sectores del gobierno se dice que la deuda contraída por Macri fue un negociado que hay que investigar; ¿Por qué se insiste en pagarla y así legalizar una estafa millonaria? Cuando se denuncian cosas tan graves, pero a la vez se permite que se siga adelante con el mismo rumbo, ¿no se termina siendo también parte responsable de lo que viene? No olvidemos que Kicillof ya salió a poner paños fríos, y a decir que él no disputa poder con el ministro. Mientras Guzmán sigue adelante, de gira europea con Alberto, con el visto bueno, silencioso, de CFK.
Por estas cosas, en el título de esta nota diferenciamos las palabras de los hechos ya que, no vemos cambios cualitativos en ningún rubro. Y al final del camino, los hechos son lo único que cuenta.
Entre miseria, traiciones y negocios privados
Lo mismo podríamos decir de los debates planteados por sectores de movimientos sociales afines al gobierno, o de referentes que en muchos casos son funcionarios del mismo en Desarrollo Social. Algunos de ellos comienzan a decir que la política social es insuficiente, que debería volver el IFE, que habría que destinar más presupuesto. El problema es que se dicen esas cosas y nada más, mientras el ajuste sigue su curso en medio de la pandemia. Y nadie saca los pies de ese ministerio ajustador, que acaba de recortar 50.000 altas, ya acordadas con organizaciones independientes que, lógicamente, estos días volverán a la calle.
En el plano salarial-sindical, las críticas desde abajo vienen creciendo junto con el mal humor social. También esto es muy lógico que suceda, cuando los salarios pierden cada mes con la inflación, y los contagios avanzan a la par de la precariedad laboral y de la traición de una burocracia sindical impresentable. Desde sectores del Frente de Todos, voces progresistas piden que se mejoren los salarios y el consumo. Sin embargo, esas mismas voces aceptan, entre otras cosas, que la cúpula de la CGT sea presentada como actor central por el presidente, burócratas enquistados hace décadas en sus sillones, con quienes Fernández se reunió y fotografió estos días en la Quinta de Olivos. La pregunta, sencilla, es una sola; ¿se puede realmente creer que habrá soluciones a reclamos obreros, de parte de un gobierno que reivindica como modelo a estos jerarcas cegetistas?
Para dar un último ejemplo, está el tema vacunas. Cuando ya desde la izquierda habíamos demostrado que sí se podía producir en Argentina, aparecieron voces desde el Frente de Todos pidiendo liberar las patentes. Como despertándose de una larga siesta, el diputado por Patria Grande, Itai Hagman, salió a reacomodarse, tardíamente, pidiendo liberar las vacunas. El reclamo ya es tan obvio, que hasta el presidente de EEUU tiene que decir algo al respecto. Sin embargo, tal cual le decimos al presidente Fernández, repetimos que las vacunas están en Garín. Solo con ir desde CABA unos 40 km hacia el norte del Gran Buenos Aires, podríamos tener una primera y concreta solución. Si Hagman quiere ser serio y de verdad buscar soluciones, como diputado debería apoyar el proyecto del FIT-U que pide declarar de utilidad pública el laboratorio y quedarnos con toda su producción. Y también podría, alguna vez, animarse a denunciar la política oficial de su gobierno, que permite los negocios privados y capitalistas en materia de salud, por encima de la vida.
Con la izquierda, por otro proyecto
Los meses que vienen, seguirá su curso la crisis económica, social y sanitaria que nos atraviesa. Millones de familias trabajadoras sufrirán las consecuencias y, muchas de ellas saldrán a la lucha por sus derechos. Allí nos encontrarán dándole apoyo desde el MST en el FIT Unidad.
A la vez, todos estos debates que ahora emergieron, también desde el interior del frente gobernante, son la refracción en esa superestructura política del descontento social por abajo. Las tensiones reflejan la incertidumbre, frustraciones y críticas de su propia base social que esperaba otra cosa.
Ante esto, sectores del gobierno buscarán ahora convencer de que hay que tener paciencia, explicarán que hacen lo que más pueden, y pedirán apoyo porque enfrente está la derecha.
Nosotros y nosotras explicamos y proponemos otra cosa. Decimos que frente al ajuste del gobierno no hay paciencia, sino enfrentamiento y lucha por nuestros derechos sociales. Decimos que no es verdad que hacen “lo que más pueden” sino que no quieren hacer “lo que deben”, que es tocar a fondo los intereses económicos de los que más tienen ya que, si lo hicieran habría recursos para enfrentar la crisis y no habría necesidad de ajuste.
También decimos que el rumbo del Frente de Todos, su ajuste, su tibieza y falta de medidas claras y de fondo, es lo que permite que la derecha se recomponga, apoyada en el descontento de millones. Por este camino la derecha gana terreno y las mayorías populares pierden derechos sociales cada día.
Si de verdad queremos enfrentar a toda esa derecha retrógrada de los Macri, Bullrich o Larreta, si queremos frenar el ajuste en curso y si queremos soluciones verdaderas, el camino es fortalecer un proyecto alternativo, de izquierda. Una tercera y fuerte voz política que, en todo el país, por fuera de la grieta, proponga con fuerza otro camino. Por eso a vos, que hoy ves debates e internas dentro del Frente de Todos, te invitamos a superarlos por fuera de ese frente y por izquierda.
Con el MST y el FIT Unidad intentamos cada día hacer más grande otro proyecto. No queremos que te convenzan que no se puede ni que te obliguen a aceptar excusas o migajas. Queremos convencerte que sí podemos dar vuelta todo, ir por nuestros derechos y pelear por otro modelo de país, sin lugar para grandes corporaciones extractivas y saqueadoras. Sin lugar para los agronegocios y con un cambio de fondo de la producción diversificada de alimentos y del reparto de las tierras. Un país donde controlemos la banca y el comercio exterior, y rompamos con el FMI y la deuda ilegal. Donde terminemos con las privatizadas estatizando los servicios esenciales, y nos juguemos a nacionalizar los laboratorios que pueden producir y envasar vacunas. Una Argentina donde la clase obrera tenga trabajo y salarios dignos, y los políticos y funcionarios sean revocables y ganen como una directora de escuela. Donde prioricemos de verdad la salud y educación pública, y separemos la Iglesia del Estado. Un proyecto político anticapitalista y socialista donde las y los trabajadores gobernemos y decidamos todo. ¿Quién dijo que no se puede?