Elecciones en tiempos de crisis. Salir de la grieta por Izquierda
Tiempo de campaña. A menos de un mes del vencimiento de los plazos para la presentación de las alianzas, la disputa electoral comienza a ganar cada vez mayor espacio en los medios masivos de comunicación. En el marco de un descontento generalizado por la crisis sanitaria, económica y social, el gobierno se entusiasma con que la aceleración del plan de vacunación lo ayude a revertir su desgaste y le permita apuntalar sus chances electorales. Por eso la orden que partió de la Casa Rosada es la de militar la gestión, intentando mostrarse como líder exitoso en el control de la pandemia. Al mismo tiempo, difunde estadísticas que dan cuenta de una leve recuperación económica para mostrar que la situación mejoraría en los próximos meses, asentado en un aumento de las reservas, producto del aumento de los precios de los commodities, principalmente la soja.
Una realidad diferente. Ese entusiasmo del gobierno contrasta con la realidad que vive la mayoría del pueblo trabajador. Mientras cada llegada de vacunas se promociona con tono de triunfo épico, Argentina se encuentra entre los países con mayor cantidad de muertes por millón de habitantes, con casi 90 mil fallecimientos. La negativa del Frente de Todos a nacionalizar el laboratorio mabXience permitió que la segunda ola entrara con fuerza mientras millones de vacunas producidas en el país se iban por Ezeiza. Mientras siguen anunciando que los sueldos le ganarán a la inflación y habilitan alguna que otra paritaria, todos los días vemos como se licúa el poder adquisitivo y los acuerdos salariales de la burocracia sindical con las patronales y el gobierno quedan muy lejos de los aumentos de precios de la canasta familiar. Los discursos sobre favorecer a los más postergados y defender a los más humildes chocan contra una realidad donde la pobreza alcanza a casi la mitad de la población mientras se siguen produciendo despidos sin ninguna medida oficial para impedirlos.
Con ayuda de los amigos. Pese a que la situación de los sectores populares empeora día a día, la burocracia sindical y las organizaciones sociales enfeudadas al FdT continúan en su rol de sostén del gobierno, actuando como corset para contener la bronca e impedir que se transforme en movilización. A pesar de eso, la bronca sigue acumulándose y no son pocos los sectores que salen a enfrentar las consecuencias del ajuste, reclamando aumento salarial, contra los despidos, o por condiciones laborales. La semana pasada, una masiva acción de los movimientos piqueteros logró arrancarle algunas conquistas al gobierno.
Por ese lado no hay salida. Quienes siguen beneficiándose pese a la crisis son las grandes patronales, que (como en el caso de las alimenticias o las del agronegocio) aumentaron sus ganancias mientras entre los sectores populares crece la pobreza. Como sucede desde que asumió, el gobierno no es capaz de llevar adelante medidas que afecten seriamente los intereses de la burguesía. Algunas tibias medidas, que en la mayoría de los casos tienen poco efecto concreto, no alcanzan para conseguir los recursos necesarios para dar respuesta a las necesidades sociales. Los acuerdos que el presidente impulsa con algunas cámaras empresarias no son más que un intento de patear la pelota adelante, para lograr cierta estabilidad hasta después de las elecciones. Pero las contradicciones que se acumulan, tanto como los acuerdos pendientes con el FMI y el Club de París, significarán nuevos ajustes si no se cambia el rumbo para que la crisis la paguen los capitalistas y no recaiga sobre la clase trabajadora, camino por el cual el FdT no da muestras de querer avanzar.
Por derecha menos. Juntos por el Cambio se postula para intentar capitalizar el descontento con el gobierno, mientras sus disputas internas afloran cada vez con mayor fuerza. Con un cinismo sin límites, después de pasarse más de un año promoviendo dudas sobre la vacunación y alentando marchas en su contra, ahora hacen de la falta de acuerdo con Pfizer su nuevo caballito de batalla. Al mismo tiempo reclaman un mayor y veloz ajuste y promueven una apertura total de la economía sin importar las consecuencias, con el único interés de garantizar los negocios empresariales, tal como expresó Macri en sus recientes declaraciones al mejor estilo Bolsonaro.
La alternativa es la unidad de la izquierda. Desde el Frente de Todos, Juntos por el Cambio y los medios de comunicación intentarán polarizar la elección alimentando la grieta. Una grieta que, como hemos desarrollado en varias ocasiones desde estas páginas, intenta esconder que son dos caras de una misma moneda, la de los intereses de la burguesía. Así se demostró una vez más, por si hiciera falta, alrededor de la disputa por la presencialidad en las escuelas. Luego de una campaña furibunda del FdT contra la vuelta a las aulas en CABA, Kicillof terminó siguiendo el mismo camino que Larreta. Para terminar con la verdadera grieta, la que existe entre los capitalistas y el pueblo trabajador, es necesario fortalecer y unir a toda la izquierda en las luchas y también las elecciones. Dar pasos en ese camino es fundamental para construir una alternativa que no sólo dispute con mayor fuerza contra todas las variantes del régimen y pueda obtener representación parlamentaria, sino que se fortalezca como alternativa de poder para la pelea por un gobierno del pueblo trabajador. Es el desafío que asumimos desde el MST en el FIT Unidad y que desarrollamos en esta edición de Alternativa Socialista.