Deuda Externa. Relato versus realidad

Escribe: César Latorre

De las críticas oficiales contra el Fondo Monetario Internacional y el agite del “desendeudamiento”, a la reducción “virtuosa” del déficit fiscal para poder cumplir con esa deuda, que por otra parte Cristina nos recuerda por carta que Macri fugó ¿Soberanía con sometimiento?

La negociación con el Fondo Monetario Internacional está en el centro de la escena político-económica nacional. Y cuando se abre, no queda otra que actuar, fingir. No podría ser de otra manera: la deuda es el backstage de la crisis económica crónica de la Argentina. Como los ilusionistas, ocultar el detrás de escena es tan importante, e incluso algunas veces más, que el propio truco.

La realidad irrefutable de lo que significa la deuda externa pesa sobre la conciencia colectiva de la población. Una conciencia que creció en base a la experiencia negativa que hemos padecido millones bajo los “programas económicos” y las “recomendaciones” del FMI. En el pueblo trabajador crece la conciencia de que la deuda, sí o sí, de alguna manera, representa un problema importante; no una solución. Dicho de otro modo, que FMI es sinónimo de condicionamiento político-económico, de sumisión y sometimiento.

Es por ello, lógicamente, que la actual “negociación” adquiera tanta centralidad; y, sobre todo, que el gobierno nacional de les Fernández tenga que construir un discurso que debe adaptarse necesariamente a las condiciones que les impone ese nivel de conciencia popular que existe sobre el FMI en la Argentina. Como así también, por la propia base social de apoyo que sedujeron con la retórica anti-Fondo que se había construido años atrás. Esta combinación de condiciones previas nos pone en mejores condiciones para descifrar, desde otra perspectiva, lo que se dice desde el bloque en el poder.

El horizonte está en los ojos, no en la realidad

El relato lo están construyendo a dos bandas, como quien dice la táctica del “policía bueno” y el “policía malo”. Por un lado, dicen que se puede negociar “con firmeza” sin alterar el rumbo de la supuesta “recuperación económica”. Al mismo tiempo, por otro lado, denuncian cómo y qué pasó con los fondos de la deuda adquirida por Macri, la condenan y la deslegitiman. Pero todo para justificar seguir pagando. Una vieja forma de intentar caer siempre bien parados, aunque eso tiene solamente resultado -relativo- cuando no hay problemas. Sin embargo, cuando la situación apremia, todo el mundo mira con más atención y las contradicciones discursivas emergen como tallos en primavera.

Alberto Fernández y su ministro Martín Guzmán, el 5 de enero pasado, salieron a mostrarnos un horizonte que no existe. Eso sí: nos lo pintaron con cuidado y nos lo proyectaron con frases como las siguientes, cuyos subrayados son nuestros:

 “La prioridad del gobierno es que siga Argentina en la senda de la recuperación

 “Por eso es importante que actuemos con la firmeza necesaria

 “Estamos negociando la capacidad soberana de llevar adelante nuestro programa de política económica

 “Ajustar la economía es dejar de crecer

 “La palabra ajuste está desterrada en la discusión

 “Vamos a lograr una reestructuración conveniente para la Argentina”

Estas frases condensan una parte del relato oficial, la más pegada a la política real y por ello arrancaremos por acá el análisis.

La lógica sería la siguiente: si nos plantamos, pero sin romper, con el FMI se lograría una reestructuración de la deuda que nos permitiría crecer para pagar sin ajustar. Aparenta tener sentido y cierta solidez. Pero veámoslo más pormenorizadamente:

1. El gobierno le llama recuperación a tener a millones de personas bajo la línea de la indigencia y a los trabajadores formales con salarios por debajo de la línea de pobreza, con una pérdida real del poder adquisitivo, entre otros problemas macroeconómicos de magnitud.

2. La firmeza necesaria termina siendo reconocer toda la deuda trucha y pagar con un sometimiento político por varios años. Porque extender los plazos no es otra cosa que tener por más tiempo al FMI monitoreando nuestra economía.

3. Capacidad soberana es un contrasentido. No hay verdadera soberanía si hay condicionamiento. Y el gobierno mismo lo reconoce, al decir que “toda deuda condiciona, pero no hay nada que condicione más que la deuda con el FMI”. Inentendible. ¿Quizás se refieren a la “capacidad soberana” de someternos? O para ser más justos, ¿la capacidad soberana de no someternos tanto? Lamentablemente, en materia económico-social soberanía ni siquiera es una palabra que pueda ser relativizada. Ni hablar de su significación política.

4. Llevar adelante nuestro plan económico sería, en manos del gobierno, más extractivismo, entrega de nuestro patrimonio común a las multinacionales, más desindustrialización, subsidios para las empresas y devaluación gradual con pérdida del salario real para ser más “competitivos” en el mundo (es lo que pasó en este año de supuesto “crecimiento milagroso”).

5. Ajustar es dejar de crecer. ¿Pero en Argentina no hay ajuste? Partidas para salud y educación recortadas, jubilaciones y salario mínimo ajustados a la baja en términos reales, salarios ajustados, ayuda social reducida. Quizá quieren decir no ajustar tanto (aplica la lógica del punto 3). Y crecer (ahre) se refiere a los bancos, las corporaciones, los pooles de siembra, las mineras, las petroleras, las farmacéuticas, las privatizadas, etc., etc. En cambio, para la clase trabajadora y el pueblo es exactamente lo que decimos en el punto 1: pobreza y miseria.

6. La palabra ajuste está desterrada en la discusión. Esta es la única afirmación que goza de alguna conexión con la realidad. No usan la palabra ajuste, pero igual aplican el concepto. Ups…

7. Reestructuración conveniente no para el conjunto de la población, sino para el gobierno actual, que busca patear la pelota para adelante, pero con el compromiso de pagar todo.

Mucho ruido y pocas nueces

La expresión más acabada de la otra parte del relato oficial lo constituye la última carta de la vicepresidenta[i] Cristina, como buena comunicadora que es, encontró una forma de relacionar los males que Macri le trajo a la Argentina con la pandemia. Muy elocuente, pero no más que eso.

Si bien puede decirse que es una carta irónica, no deja de esconder la esencia del discurso de la deslegitimación de la deuda que adquirió Macri, lo cual es obvio, pero que sin embargo su gobierno “soberano” viene honrando puntualmente a costa nuestra.

¿De qué sirve vociferar, pero someterse? ¿De qué sirve denunciar en las redes sociales que no se sabe dónde están los dólares, si después se paga igual capital e intereses de la deuda? A lo sumo les servirá para intentar salvar un poco la ropa ante su propia base. Pero la careta se va cayendo.

La misma función cumple en una línea moderada, pero que conserva algo más de fuerza lógica, la frase con una brisa de amenaza de Guzmán sobre que “si el FMI empuja a Argentina a una situación desestabilizante, va también a tener una legitimidad menor en el futuro…

Desde nuestra óptica, más que “firmeza”, esa frase refleja la desesperación de que no los obliguen a ajustar tanto, que en síntesis es su mayor aspiración. Pero el Fondo es el Fondo y aplica la sabiduría romana. Como dicen que dijo un antiguo senador, Catón el Viejo: “Res, non verba”. Hechos, no palabras. Que te la cuenten como quieran. Que ajusten “pero no tanto”, aun si fuera cierto, no cambia lo esencial: el sometimiento del país y la malaria permanente para los trabajadores y sectores populares. La única salida, para tener soberanía política, económica y social, empieza por no pagar.


[i] https://www.cfkargentina.com/pandemia-macrista-vs-pandemia-covid-19/