El 9 de julio, en Plaza de Mayo y todo el país. Fuera el FMI
Independencia e hipocresía. Se cumple un nuevo aniversario de la Declaración de la Independencia de nuestro país y seguramente se multiplicarán los actos y discursos del gobierno y la oposición de derecha. Como sucede todos los años reivindicarán aquel evento histórico, haciendo gala de la hipocresía que los caracteriza. Porque 206 años después ellos son los responsables de mantener a la Argentina como una semicolonia dependiente del imperialismo, sus instituciones y sus corporaciones.
Los cipayos de siempre. La derecha ni siquiera disimula su servilismo. El macrismo llegó a pedirle disculpas al rey de España y a manifestar su preocupación por la angustia que debían haber sentido los colonizadores hace dos siglos. Milei reconoció que se identifica con la pirata Margaret Thatcher y reivindica al Menem de las “relaciones carnales” con los yankis. Expresan proyectos que profundizaron la dependencia a través de acuerdos económicos, políticos y militares con el imperialismo, entregando nuestras empresas a los capitales imperialistas y multiplicando el endeudamiento y la entrega.
Antiimperialismo de cartón. El Frente de Todos, aunque enarbola un discurso nacional, no ha hecho más que continuar con las mismas políticas de entrega. Mantiene los cambios estructurales realizados en la década del ´90 y ha aumentado la entrega de nuestras riquezas a las corporaciones multinacionales. La frutilla del postre fue el escandaloso pacto con el FMI, que legitimó el fraude realizado por el macrismo y estableció un cogobierno de hecho con el organismo, quien tiene carta libre para revisar las cuentas argentinas y, en última instancia, el poder de decisión sobre la política económica y la utilización de los bienes comunes y recursos generados por el pueblo argentino.
La soberanía perdida. Además del control de las finanzas nacionales por parte del Fondo, todas las grandes decisiones sobre el desarrollo del país están en manos de corporaciones multinacionales, que son las dueñas de los resortes fundamentales de nuestra estructura productiva, y por lo tanto las que determinan qué, cómo y cuánto se produce, al servicio del aumento incesante de sus ganancias y no de las necesidades populares. En los últimos meses venimos viendo, por ejemplo, como las corporaciones agroexportadoras, un 90% en manos extranjeras, trasladan los aumentos de los precios internacionales de las materias primas al mercado interno, aumentando extraordinariamente sus ganancias mientras la mayoría de la población no llega a fin de mes.
Unidad patronal para el ajuste. Para cumplir las metas acordadas, el pacto con el FMI exige un fuerte ajuste sobre el pueblo trabajador, el aumento de la precarización laboral y la profundización del saqueo y la depredación extractivista de los territorios. En esta línea no hay grieta entre el gobierno y la oposición de derecha más allá de formas, discursos y ritmos. Por eso no es casual la unidad mostrada los últimos días de todos los sectores políticos patronales y los medios masivos de comunicación y la burguesía en el ataque al movimiento piquetero, que es hoy uno de los sectores que con mayor fuerza cuestiona el ajuste en la calle.
Es la economía (capitalista), estúpido. El acuerdo con el FMI ya se viene implementando con un fuerte ajuste sobre el pueblo trabajador que tiene a la inflación como una de sus variables principales. En los últimos días la corrida cambiaria con la disparada del blue, motivó otras medidas de contingencia de Fernández y Guzmán para captar dólares y garantizar los vencimientos de la deuda. Pero debemos tener en claro que inflación, dólar y deuda, son emergentes de la política del FMI que actúa como gendarme económico del capitalismo. Por eso, la pelea de fondo contra el FMI es, en definitiva una pelea no solo antiimperialista sino anticapitalista. Por eso, más allá de las críticas, el sector de Cristina no reclama la ruptura con el FMI porque defiende el modelo capitalista. La pelea por anular el acuerdo con el Fondo, es parte de la pelea por el cambio de modelo, por terminar con la estafa de toda la deuda, y aplicarle fuertes y permanentes impuestos a los ricos y corporaciones y volcar los recursos a garantizar trabajo genuino, salario, salud y educación.
Unificar las luchas para enfrentar el ajuste Distintos sectores están enfrentando las consecuencias con luchas y movilizaciones como las de la Unidad Piquetera contra el hambre y por trabajo genuino, la salud de Río Negro, la docencia riojana y los trabajadores del neumático por salario y por condiciones laborales, además de las luchas ambientales contra el avance del extractivismo. Este cuadro pone a la orden del día la necesidad de una pelea unificada para terminar con todo el plan del gobierno y el FMI.
Una movilización masiva contra el pacto con el FMI. En ese sentido cobra importancia la convocatoria del Frente de Izquierda Unidad a organizaciones sindicales, piqueteras, estudiantiles, de derechos humanos, de la mujer y populares a organizar una movilización común este 9 de julio contra el pacto con el FMI y en apoyo a todas las luchas del pueblo trabajador. Una jornada nacional con una masiva movilización a Plaza de Mayo para fortalecer la solidaridad con los sectores en lucha, exigir el plan de lucha y la huelga general que hace falta y levantar un programa obrero y popular que termine con el sometimiento del país para poner nuestras riquezas al servicio de las necesidades obreras y populares. Una jornada de lucha que se replique en todo el país. Al cierre de esta edición, se estaba acordando la marcha central a Plaza de Mayo, convocando el 9J en Av. de Mayo y Lima a las 14.30.
Sin socialismo no hay independencia posible. Ese programa debe partir de terminar con la estafa de la deuda y romper con el FMI, nacionalizar la banca y el comercio exterior y reestatizar las empresas privatizadas, para que la riqueza generada por la clase trabajadora se ponga al servicio de terminar con el hambre y la pobreza. Un programa de esta naturaleza es incapaz de llevarlo adelante cualquier sector de la burguesía porque implicaría romper los lazos económicos, tecnológicos y financieros que la ligan a las multinacionales. La clase trabajadora es el único sector social que no tiene compromisos con los bancos, corporaciones y organismos imperialistas y por lo tanto el único que puede encabezar esta pelea. La lucha por una segunda y definitiva independencia y la consolidación de un camino de soberanía está ligada indisolublemente, por lo tanto, a la pelea por imponer un gobierno obrero y popular que inaugure un rumbo socialista donde las riquezas generadas por el pueblo trabajador se pongan al servicio de sus propias necesidades. El FITU lanzó también esta convocatoria unitaria, porque la jornada del 9 tiene que ser útil para avanzar en fortalecer una herramienta política que pueda impulsar esos cambios urgentes.