De que se trata nacionalizar el sistema bancario
La actual estructura de la banca argentina favorece la usura y la especulación de los buitres financieros. Va contra el desarrollo del país y el bienestar de su población trabajadora, por eso es imprescindible nacionalizarla.
Escribe: Gustavo Giménez
La última crisis bancaria y cambiaria, responsable de la rotación de tres ministros de economía en pocas semanas, que primero amenazó con un default del sistema financiero y luego llevó el dólar a las nubes y nuestros salarios al piso, hizo que recordáramos a Bertolt Brecht. Este conocido poeta y dramaturgo del siglo XX, vivió muchas crisis capitalistas de su época, pero no tuvo posibilidades de presenciar como el cuarto banco de inversión norteamericano, el Lehman Brothers, se hacía añicos como parte de una crisis del capitalismo de la cual todavía no nos hemos recuperado. El artista alemán había sentenciado: «peor que robar un banco es fundarlo».
Los liberales defienden la desre-gulación financiera, Milei quiere liquidar el Banco Central para que no exista directamente ninguna regulación, el kirchnerismo cacarea contra el sistema financiero, aunque sigue manteniendo, a lo largo de todos sus gobiernos, la ley de Entidades Financieras impuesta por la Dictadura. La mayoría de los argentinos, en cambio, tienen claro cuál es el verdadero rol de los bancos. Bastaría recordar como 20 años atrás, con el nefasto «corralito» del resucitado Domingo Cavallo, se robaban los ahorros de miles y los giraban al exterior, para evitarnos muchas explicaciones técnicas.
La crisis terminal que atraviesa la economía argentina, en la que, a traves de la usura internacional y nacional, los capitalistas han degradado los ingresos de la población mientras «crece» la economía, para pagar una fraudulenta deuda externa, ha colocado el tema de la nacionalización del sistema bancario en el debate. Recientemente, Macri justificó ese enorme crédito por U$S 45.000 millones, del que no vimos un dólar, en la necesidad de «pagarles a los bancos comerciales que se querían ir porque tenían miedo de que volviera el kirchnerismo». Esta medida, junto a la nacionalización del comercio exterior y la ruptura con el FMI y los buitres internacionales, es una tarea imprescindible para el desarrollo de un plan económico alternativo, obrero y popular.
Un sistema monopólico al servicio de la especulación
Los bancos son una pieza clave dentro del sistema de explotación capitalista. Su derrumbe fue evitado en la crisis mundial del 2008, la que estalló con la caída de las hipotecas «sub prime», por un multi millonario salvataje de los Estados capitalistas centrales que, rescataron a los responsables del desastre, antes que a cualquier otro sector de la economía. Sin ir tan atrás y sólo para tomar un ejemplo reciente, en nuestro país, cuyo sistema bancario se ha achicado luego del desastre del 2001, el crédito privado representa apenas del 14% del PBI, contra 28% de Uruguay, 35% de México o 62% de Brasil. Sin embargo, en medio de la pandemia en el 2020, cuando la economía se retraía una décima del producto, la banca argentina ganaba U$S 4.400 millones.
Como relata el doctor en Economía Aplicada, Guillermo Oglietti, recientemente citado por Página 12(1): «El capital que invierten es mayormente de los depositantes, no de los accionistas. Tampoco toman muchos riesgos porque invierten en activos seguros y siempre que hay una crisis bancaria salen los Estados a respaldar». Según este especialista «la fuga de capitales» es «un evento que no podría suceder sin la complicidad de la banca». Así «escasean las divisas» y se generan «expectativas de devaluación e inflación», que carcomen nuestros ingresos.
Los bancos obtienen su ganancia de varias funciones. Por un lado. pueden «emitir moneda». Así lo explica el economista independiente Héctor Giuliano al referirse al mecanismo de «multiplicador bancario» o «sistema de encaje fraccionario». Este sistema parte de tomar depósitos a determinado interés y prestarlos a un interés más alto. En general los bancos prestan más dinero del que poseen, que de acuerdo a la legislación argentina deben conservar en un 20% como encaje y garantía obligatoria. Los préstamos en general no son devengados en efectivo, sino que son recirculados a través del sistema bancario para pagar otras obligaciones o inversiones de los tomadores (comprar una casa, un auto, pagar una deuda, etc.). Por lo tanto, el dinero que circula, en su mayoría pasa de banco en banco, por lo que estos pueden realizar operaciones por mucho más dinero del que tiene en su poder.
La otra gran función es la intermediación financiera especulativa, que ha crecido cada vez más en el volumen de sus negocios. En Argentina, las tasas de interés son de las más altas del mundo. Ahora, con el nuevo ajuste del Banco Central, llegan al 107% de tasa efectiva anual, cambiando su anterior relación con la inflación y siendo claramente positivas, como lo exigió el FMI. Estas tasas favorecen con todo el negocio del «carry trade», que es una fuente de especulación permanente de los fondos de inversión, más conocidos como «fondos buitres».
Este mecanismo es utilizado por los fondos que traen dólares para especular. Si la tasa de interés se mueve, como en la Argentina, más arriba que el ritmo de devaluación del peso, cambian los dólares, los invierten en las altísimas tasas argentinas, presionan constantemente para que estas tasas aumenten, y cuando el negocio no les conviene vuelven a sacar muchos más dólares que los que trajeron.
Esto sucedió en la última corrida que se llevó puesto a Guzmán. El origen de esta corrida fue descripto como la venta de bonos inesperada de Enarsa -gran parte de la deuda pública está en manos del mismo Estado- para hacerse de los dólares necesarios para comprar energía, lo que habría hecho bajar el precio de los bonos emitidos.
Pero lo cierto es que los fondos de inversión Templeton y Pimco, que habían quedado en el mercado argentino con altas posiciones desde la época de Macri, presionaron para salir del país. El Banco Central tuvo que emitir 1,1 billón de pesos y colocarlos en Leliqs para frenar esta corrida sobre la deuda en pesos. Luego las presiones se trasladaron al mercado cambiario, presionando el dólar a la suba, aprovechando la falta de reservas líquidas del Banco Central. La plata que salió del sistema argentino, lo pagamos todos vía el aumento exponencial de los precios y la alta inflación de estos meses.
El cumplimiento del acuerdo con el FMI nos exige metas que facilitan todo este tipo de maniobras. Por un lado, se ponen límites estrictos para la emisión monetaria, por el otro, el Estado tiene que pagar intereses de los bonos en moneda extranjera pactados con los acreedores privados y los organismos de crédito, y además, facilitar los dólares para importaciones y deudas de las empresas en el extranjero. La imposibilidad de financiarse con crédito internacional por las altas tasas que devienen de un riesgo país altísimo, hace que el endeudamiento público en pesos, tanto en la deuda cuasi fiscal del Banco Central como el de los bonos del Tesoro, crezca de manera exponencial. El acumulado de Leliqs, por ejemplo. pasó en pocos años de 1 billón de pesos, a la cifra, que crece cada vez a mayor velocidad, de 7,5 billones de pesos actuales, aumentando la deuda pública alrededor de U$S 50.000 millones.
Los bancos que son los que tienen en sus carteras estos bonos del Banco Central o del Tesoro, son intermediarios necesarios de este sistema, y aunque pueden argumentar que solo cobran comisiones menores de las transacciones, en realidad actúan como socios necesarios de los grandes fondos de inversión, haciendo diferencias millonarias en este circuito especulativo. Así cuando el crédito destinado a la vivienda, a una inversión de un taller o de una pequeña empresa, es carísimo, la especulación se lleva todo el negocio.
La ley de Entidades Financieras de Martínez de Hoz sigue vigente
Una de las claves de los cambios que realizó la dictadura en la estructura del país, para abrirla con todo a las necesidades de los grandes monopolios imperialistas, fue esta norma legal que no ha sido modificada en sus lineamientos centrales, por ningún gobierno hasta el presente. Sólo se le realizaron reformas parciales que no alteraron su esencia desreguladora, concentradora y privatizadora del capital bancario.
La ley fue complementada con la descentralización de los depósitos, que estaban en poder del Banco Central. Los bancos quedaron así con la potestad de fijar las tasas de interés y de aprovechar el sistema de renta «exponencial», al capitalizar intereses sobre capital más intereses ya devengados. Esta gran diferencia se expresa en la relación entre la tasa nominal (TNA) y la tasa efectiva anual (TEA) -actualmente 75% y 107% respectivamente-. Las tasas pasaron de ser negativas, facilitando el crédito, pasaron a ser positivas.
La desregulación de la cuenta capital, cuando no tuvo restricciones, permitió la salida directa de capitales al exterior. Se liquidó la banca de inversión en la producción y se cambió el negocio tradicional bancario de intermediación financiera entre depósitos y créditos por un sistema orientado a la especulación financiera. Todo para remodelar la economía argentina reduciendo al máximo el modelo industrial de sustitución de importaciones, por la importación de manufacturas industriales de las metrópolis y la dependencia de nuestra economía al endeudamiento externo.
Como hemos señalado, los bancos son uno de los instrumentos necesarios de la fuga, o de la «salida» de capitales (como se lo llama eufemísticamente cuando la partida es legal). Hay distintas especulaciones sobre esta «creación de activos externos» cuando la salida es legal o la fuga es directa. Algunos especialistas estiman que hay un PBI entero fugado al exterior. No está muy lejos la fuga que hicieron los bancos en el 2001, cuando en pocas semanas sacaron del país U$S 30.000 millones, precipitando la crisis de esos años.
Por eso, algunas propuestas progresistas como la del economista Oglietti, de aumentarles el impuesto a las ganancias del mísero 15,7% actual al 42% que tributa el sector financiero en Bolivia, para recaudar «ingresos equivalentes de casi 2 mil millones de dólares adicionales anuales» y en una década «lograr que la banca pague el 50% de la deuda» con el FMI, encierran una insalvable contradicción.
Tras la justa intención de hacer pagar una parte de lo que nos roban estos buitres, tiene la misma lógica de plantear reformas progres dentro de un sistema regresivo que es sostenido por todas las fuerzas que integran el Frente de Todos y la derecha argentina. Empezando por el enorme fraude que significó reconocer y pagar, con el sacrificio de millones de argentinos, ese robo que es el crédito Stand By contraído por el gobierno de Macri. Además, cualquier recurso que se le pueda extraer a estos ladrones tiene que ir a trabajo, salario, salud y educación del pueblo argentino.
Nacionalizar la banca
Por eso los socialistas del MST en el FITU, profundizando el camino de una reforma parcial, pero muy progresiva, del gobierno de Perón en 1946, cuando nacionalizó los depósitos bancarios, planteamos la nacionalización lisa y llana de toda la banca del país, sin ningún tipo de indemnización.
Hace falta un cambio estructural del sistema bancario. En los años que transitamos, el capital especulativo se agiganta cada vez más en el mundo. Esto es consecuencia de una crisis sistémica del capitalismo, que busca mecanismos fuera del sistema productivo que compensen su caída tendencial de la tasa de ganancia. Una banca totalmente nacional, como parte de un cambio integral de la política económica, contribuirá a revertir un modelo cuya matriz de explotación de nuestro pueblo y entrega de nuestros recursos soberanos, encuentra en el sistema bancario actual una herramienta central de sojuzgamiento del país al capital internacional.
Una banca nacionalizada, administrada por sus trabajadores y con control social, cortaría de cuajo con la actual especulación financiera y la fuga de capitales, redirigiendo el crédito y las divisas que acumule el país, como consecuencia de la ruptura con el FMI y la nacionalización del comercio exterior, a la inversión pública. La nacionalización, será parte de un plan económico alternativo, totalmente distinto al que viene aplicando Massa, con la anuencia de Cristina y Alberto, la bendición del FMI y el Tesoro yanqui. El sistema bancario estatal estará al servicio de impulsar y desarrollar nuestra economía, para responder a las necesidades de mejores salarios, trabajo, vivienda, salud y educación para toda la población trabajadora del país.
La nacionalización de los depósitos bancarios de 1946
Existen distintas experiencias en la historia contemporánea de nacionalización de la banca o medidas similares. En la revolución rusa se expropió toda la banca privada, también en distintas economías capitalistas para dar respuesta a graves crisis financieras, como fue la nacionalización mexicana en 1982. Vamos a detenernos en un ejemplo local, la nacionalización de los depósitos que realizó el gobierno de Perón durante su primer año de mandato.
El 24 de abril de 1946, fue la fecha en que se llevó a cabo la nacionalización de los depósitos bancarios, lo que permitió un control financiero del Estado, que hasta entonces estaba en manos de bancos extranjeros. A partir de esa norma, los bancos no pudieron disponer de los depósitos ni utilizarlos para especulaciones financieras, créditos blandos a empresas monopólicas o facilitar operaciones de fuga de capitales. Todo debía pasar por la autorización del Banco Central que había sido nacionalizado por un decreto de Farrell, unas semanas antes.
El Banco Central podía, entonces, orientar los depósitos al desarrollo de actividades productivas nacionales, favoreciendo el crecimiento de la industria y la realización obras de infraestructura, como a las actividades destinadas a mejorar la asistencia del Estado a la población trabajadora. Esta conquista, como todas las que surgieron en las primeras presidencias de Perón, fue paulatinamente desmantelada hasta llegar a la ley de Entidades Financieras de la dictadura militar de 1976.
Llama la atención el camino opuesto elegido, a tan sólo unos pocos años del discurso de CFK en la presentación de «Sinceramente», en agosto de 2019, en el cual, la actual vice presidenta señalaba: «creo que Alberto tuvo la centralidad de colocar precisamente en el centro del debate lo que es el corazón de este modelo, que es un modelo de especulación donde ganan los bancos y fuera de ellos pierden todos los demás»; «no puede sobrevivir ninguna sociedad donde se paguen tasas del 60, del 70, del 80% porque revientan las pymes, revientan los comercios, finalmente termina reventando todo.» Ahora, su presidente del Banco Central, acaba de lanzar tasas del 107% anual. Otro relato para lo colección y van…
(1) Artículo «Ganan el doble, pero tributan por la mitad», publicado el 21/03/2022.