Progresismo del centro. Ante la política del acuerdo, la izquierda como alternativa
Pasaron dos semanas del último acto en donde Cristina Fernández de Kirchner cortó el listón para comenzar la carrera electoral, aunque sin definir todavía si será o no candidata a presidenta, como coreaba y pedía una parte del estadio. Un discurso que manifestó resignación e imposibilidad para cambiar el rumbo actual traslució el fracaso del Frente de Todos. ¿La solución planteada? Un acuerdo en las alturas, con la derecha, bajo el lema de “Pacto democrático”. El FMI no se toca y a la pobreza se la combate ¿con la gendarmería? La fuerza de la esperanza no puede venir con la garantía de todos los males: el capitalismo argento de carácter decrépito que día a día empuja más trabajadores a la pobreza. La izquierda como alternativa a esta crisis permanente.
Escribe: Nicolás Zuttión
El 17 de noviembre, en el Estadio Diego Armando Maradona de La Plata, Cristina Fernández de Kirchner (CFK) aportó una gran cantidad de definiciones políticas que delinean el devenir del “progresismo” que integra el Frente de Todos. Inundados por internas que existen entre las diferentes tribus que componen la coalición gobernante, la vice intentó esbozar una nueva hoja de ruta. Más allá del punto de partida en cuanto al debate electoral, que presenta cientos de hipótesis sobre quién va a encabezar el peronismo, CFK alentó un programa político de centro, más a la derecha que el que condensó la consigna “Hay 2019”.
Miles de votantes genuinos de aquel experimento electoral que buscaban sacar al macrismo del gobierno para obtener otra cosa en términos políticos, económicos y sociales, hoy se ven defraudados. Con la idea de unir para ganar, CFK pergeñó un frente con Sergio Massa y Alberto Fernández para ganarle a la derecha, con la derecha del peronismo. Los resultados de este gobierno, que hasta la propia Cristina denunció en su última aparición, buscando desenmarcarse de su propia creación, hoy dan un giro de 180°.
La nueva estrategia del “progresismo”, de este progresismo a dos velocidades, como lo denomina Álvaro García Linera, está atada a un acuerdo con lo que buscaban “erradicar” la derecha. Hoy, “La fuerza de la esperanza”, su lema central, no es ni más ni menos que con un acuerdo o “pacto democrático” con lo peor de la política local.
Pacto de orden
Tras el intento de homicidio que Sabag Montiel quiso perpetrar sobre Cristina Fernández, el sector liderado por la vicepresidenta ha tratado de imponer una idea de “unidad nacional” para enfrentar a la “noche negra” que se avecina, de la mano de la extrema derecha. Sin dudas que es innegable la existencia de este sector político que, mayormente, está representado por Milei y su partido Libertad Avanza, como así también es un dato certero el crecimiento de estas variantes en las encuestas que se vienen realizando, aunque todavía por detrás de Juntos por el Cambio, el principal armado político de la oposición de derecha.
De todas maneras, la presencia de las mismas se debe, principalmente, por el propio fraude electoral del Frente de Todos. Este, claramente, sin infundir falsas apreciaciones de lo que es ese espacio, se presentó como algo antagónico al macrismo. Pero, una vez más, CFK busca combatir a la derecha con palabras, pero alentarla con acciones.
Así como su último discurso tuvo centros hacia la UCR, su hijo, Máximo Kirchner, no se ha cansado de tirar indirectas al Jefe de Gobierno de CABA, Horacio Rodríguez Larreta, para que se “independice de Macri”. Otro de sus alfiles, Eduardo “Wado” de Pedro, también trabaja full time en reuniones con gobernadores variopintos y empresarios del círculo rojo. Esto no quiere decir que las listas electorales muestren unificaciones entre los actores mencionados, pero sí acuerdos. Fue la propia Cristina en su acto quien dijo: “es necesario acordar políticas, los condicionamientos son tan profundos que van a requerir que todos los argentinos tiremos para el mismo lado. Si no el país será difícil para cualquiera”.
En síntesis, para enfrentar a la derecha Cristina quiere sobrepasar los límites del 2019 y pactar con la propia derecha que ella considera “democrática”. Aquella que, como es sabido, se niega a reconocer a los y las enfermeras como profesionales y, además, tiene un alto hándicap de represión. Una nueva forma de malmenorismo que, como ya vimos, va a extender los plazos de la democracia capitalista con la que no se cura, no se educa ni se come.
Los acuerdos son políticos y económicos
“La Argentina que recibimos en el 2001 es muy diferente a la que dejamos en el 2015, allí empezó un tobogán del cual no salimos”. Esta fue otra de las frases lanzadas por CFK en su acto buscando, como ya dijimos, desmarcarse del ajuste en curso que reforzó un fenómeno en el país: el de los trabajadores con salarios de pobreza. Sin embargo, más allá de que intente alguna pirueta, un día antes de su discurso se votó, en el Senado que preside, el presupuesto que acordaron con el FMI.
CFK también dejó en claro que no hay otro camino más que el de los recortes. Sus palabras textuales indicaron que: “muchas veces se han tenido que tomar decisiones por el condicionamiento brutal que recibió el gobierno después por el Fondo Monetario a la Argentina”. En un mismo sentido, en el acto de la UOM, CFK había vuelto a bendecir a Massa por cómo “administraba consecuencias”.
La orientación económica que está llevando a cabo este gobierno, no es algo que se piense en cambiar por parte del progresismo de aquí en adelante. Es el principal fraude que han cometido con sus votantes. La inflación descontrolada, la entrega total al FMI legalizando la deuda ilegal e ilegítima del macrismo y el deterioro permanente de los salarios, es la orientación a cumplir.
Es con este gobierno que la masa salarial pasó a significar un monto menor que el excedente del capital. Del 51,8% que los salarios significaban en la renta nacional durante 2016, hoy sólo representan el 43,1%. Estas grandes transferencias se explican con medidas como el “dólar soja”; con la nueva versión se le asignará la friolera de $130.000 millones a uno de los sectores que más ha ganado.
Parafraseando a Máximo, otra vez estamos arrodillados, sin embargo, el silencio es lo que prima por parte de su espacio. Y, como el que calla otorga, se sabe que hay acompañamiento a estas recetas del superministro.
Lo nuevo es la izquierda
Entre otras de las menciones que se hizo en el acto CFK quiso presentar a su espacio como lo “nuevo”, lo novedoso en la política. Defender a un sistema irracional y subordinado por la ganancia de un puñado de empresarios y banqueros no tiene nada de nuevo. Es la intención de perpetuar un sistema en decadencia, que alienta una contrarrevolución económica permanente, causando que miles y miles de familias trabajadoras pierdan derechos de forma constante.
Tampoco es novedoso, como también alentó la vicepresidenta, querer resolver las consecuencias de la pobreza con la militarización de los barrios. “¿Por qué no podemos hacer lo mismo, desplegar miles de gendarmes en Provincia de Buenos Aires, en vez de tenerlos en la Patagonia, nadie sabe haciendo qué?”. La salida del ajuste, como lo propone la propia derecha, es por vía de la represión con una fuerza represiva responsable de los asesinatos de Maldonado y Rafael Nahuel, como así también la constante persecución y hostigamiento al pueblo mapuche.
No hay nada de nuevo en un espacio político que hasta entregó las banderas de la soberanía política y la independencia económica, aceptando el rumbo marcado por el FMI.
Desde el MST en el FIT-Unidad entendemos que la decepción provocada por el Frente de Todos y la nueva orientación derechista del progresismo no puede quedarse encerrada sin tener la posibilidad de desplegar la fuerza militante para cambiar y erradicar las políticas neoliberales de nuestro país. Por eso, invitamos a todos y todas a transformar su decepción en voluntad para emprender otro camino con una nueva estrategia política. Una estrategia de izquierda, antiimperialista, anticapitalista y socialista.
Es necesario fortalecer a la izquierda, reconociendo sus límites y trabajando para superarlos, con un proyecto que vuelva al FIT-Unidad un gran movimiento político unitario, con libertad de tendencias o corrientes internas, y que avance como polo de atracción, buscando ser una referencia para las luchas de los trabajadores, la juventud y demás espacios que se desarrollan y sabemos que se van a profundizar. En fin, trabajando para que la izquierda sea opción de gobierno ante tanta variante de derecha.
A todo militante que está convencido en luchar por la construcción de un país y un mundo más justo, donde la realidad no sea una verdad absoluta que haya que aceptarla o resignarse ante ella, te invitamos a dar esta pelea en el MST. Son posibles y necesarios los cambios de fondo. Romper con el FMI no es una utopía, sino una urgencia para que la vida vuelva a ser digna para las mayorías trabajadoras y populares. También es necesario dejar de estar atados a un modelo productivo como el del agronegocio que nos envenena y, encima, nos saquea nuestros recursos con la complicidad de los gobiernos. Existen formas de terminar con esos atropellos: hay que declarar la nacionalización de la banca y el comercio exterior, para definir qué, cuándo y en qué cantidades comercializar lo producido en nuestro suelo.
Claro que no es una pelea sencilla, pero no por eso es imposible. Sumate a luchar por un gobierno de las y los trabajadores. Para dar juntos estas peleas, te invitamos a sumarte al MST en el Frente de Izquierda Unidad.