Una estafa monumental. Tarifazo serial y venta de EDESUR
ENEL, la empresa que controla la mayoría del paquete accionario de la distribuidora eléctrica Edesur, pone en venta todos sus activos en el país como parte de una reestructuración de los negocios de esta gran multinacional. Los defensores de las privatizaciones lloran lágrimas de cocodrilo por una empresa que amarrocó fuertes ganancias invirtiendo muy poco con la complicidad de todos los gobiernos de turno. Desde el MST en el FITU, al contrario, proponemos nacionalizarla sin pago ya y ponerla a trabajar con control social como parte de un cambio total del modelo energético que necesita el país.
Escribe: Gustavo Giménez
Junto a la distribuidora de electricidad del sur de CABA y doce localidades del conurbano, la empresa italiana ENEL es propietaria de las centrales de generación de Costanera y Dock Sud, de la administración de la empresa de generación hidro eléctrica de la represa El Chocón (1), de las líneas de transmisión eléctrica entre Brasil y el Noroeste argentino y Yacylec, transportadora de energía de Yacyretá. Todos estos activos están ahora en venta producto del abandono de esta multinacional de la energía de sus posiciones en Argentina, Perú y Rumania, para centrarse en países centrales y para juntar unos 21.000 millones de euros, achicando así la deuda de 52.000 millones que contrajo al invertir en el segmento de las empresas que generan energías renovables.
No es que a la multinacional le esté yendo mal, este gigante con inversiones en 40 países por aproximadamente U$S 210.000 millones, pese al aumento de los costes de la generación de energía por la guerra de Ucrania -segmento en que no tiene el centro de sus negocios- sus acciones aumentaron el 2,9% en la bolsa de Milán el pasado mes de julio, lo que representa una tonelada de dinero. Con su movimiento repite las acciones de muchos capitales que, pese a los enormes negocios de pillaje y saqueo realizados en nuestros países, prefieren ante la fuerte crisis de la economía mundial, refugiarse en inversiones más «conservadoras» en los países imperialistas o que les aseguran mayor «estabilidad» para sus inversiones y fabulosas ganancias.
Así mientras los economistas liberales, lamentan la pérdida de este gigante de la energía, también se quejan del atraso tarifario y añoran los mega tarifazos de Macri para compensar las «pérdidas» empresarias. Se olvidan convenientemente de la parva de subsidios -que pagamos todos a través de los impuestos- con que los gobiernos de turno las han subsidiado, contra una mínima o nula inversión.
Basta recordar, por ejemplo, el último mega corte del verano pasado que llevó a varios intendentes a reclamar el fin de la concesión a esta multinacional de la energía. En ese momento, el corte producido por un incendio en una línea de 220 Kv en la subestación sur de la ciudad de Buenos Aires, afectó a 2.400.000 personas, aproximadamente. Sólo había un operario de Edesur en la subestación para combatirlo cuando se produjo. Justamente, algunos medios señalan que el anuncio de venta se da en forma previa a futuros cortes estivales, cuando el termómetro exija mayor consumo, que las actuales redes de distribución no van a poder soportar.
La mentira del retraso tarifario
Como señala el investigador de la Universidad Nacional de General Sarmiento, German Pinazo, «entre diciembre de 2015 y diciembre 2019, según un informe de la Universidad Nacional de Avellaneda (UNA), las tarifas de Electricidad, Gas y Agua en el Área Metropolitana de Buenos Aires aumentaron un 1925%, 974 y 818% respectivamente, contra un crecimiento de los precios minoristas del 290%. Es decir, crecieron casi 7, 3 y 3 veces lo que crecieron los precios en minoristas». Sólo «entre 2015 y 2017 las tarifas de estas distribuidoras eléctricas (Edenor y Edesur) crecieron al menos más de 5 veces en dólares» (2). El retraso de aumento sobre las tasas de inflación en la gestión del FdT no compensa, ni de lejos, estos incrementos tarifarios y fue un suculento aumento de subsidios lo que compensó, con creces, la ganancia empresaria.
Uno de los debates más importantes de los últimos meses fue cómo debían ejecutarse los tarifazos en las empresas proveedoras de luz, gas y agua, para cumplir con la enorme baja de subsidios que exige el FMI para llegar a sus metas de ajuste fiscal. Massa, en acuerdo con Cristina y Alberto, vino a destrabar las discusiones, descargando un tarifazo muy importante, cuyo amortiguador prometido sería una segmentación que afectaría centralmente a los sectores de altos ingresos.
Sin embargo, dado que los aumentos también van a impactar fuertemente sobre la franja de ingresos medios que excedan los límites de consumo establecidos y que los incrementos tarifarios serán trasladados a precios por las distintas etapas de la cadena de producción, transporte y distribución, en realidad estamos frente a la primera parte de una cadena de mayores tarifazos para toda la población.
Un ejemplo ha sido la autorización producida en las últimas semanas, para que las distribuidoras de energía del AMBA, Edenor y Edesur, perciban un aumento adicional del 27% sobre los costes de su servicio. El objetivo es compensar a estas «sacrificadas» empresas, que le deben a Cammesa -la empresa que con participación estatal vende la energía en el mercado mayorista-, $ 250.000 millones en comodísimas 96 cuotas a una bajísima tasa de interés, que equivale al 50% de la que se paga en el circuito mayorista. Así quedó establecido en la ley de Presupuesto 2023 recientemente sancionada por el Congreso, con importante apoyo de la «oposición» de JxC.
Una historia de saqueo
Nuestro país, que tiene una historia de desarrollo de nuestros importantes recursos energéticos, con un crucial protagonismo de la YPF monopólica y 100% estatal, la empresa pública que impulsó el recordado General Mosconi, ha retrocedido enormemente de la mano del modelo privatista impuesto por el gobierno de Menem. Aunque ahora la justifica, detrás de un supuesto interés provincial para manejar sus recursos, fue justamente un hombre del kirchneris-mo, el actual senador Oscar Parrilli, el miembro informante del PJ de aquellos años, en el proyecto de ley que terminó con la privatización y desguace de la mayor empresa energética pública.
Pasada esa década neoliberal, todos los gobiernos que le siguieron hasta nuestros días mantuvieron esta matriz de empresas públicas privatizadas en la energía. El kirchnerismo en sus tres primeros mandatos no lo alteró y se jacta de haber «nacionalizado» YPF, cuando en realidad lo que hizo es adquirir el 51% de las acciones de una sociedad anónima, que actúa como tal, pagando precios injustificados a una Repsol que saqueó la empresa y está enrollada en un juicio multimillonario con las acreencias de su familia amiga «Ezquenazi», ahora en manos de un fondo buitre en los tribunales de Nueva York. Fue justamente en los años del gobierno de Cristina que el país perdió su autosuficiencia energética debiendo, en un país al que le sobran recursos energéticos, importar, ahora a precios extraordinarios, parte de la energía que consume.
Llama la atención que en éste nuevo gobierno del Frente de Todos, que el kirchenirsmo integra, uno de los actores fundamentales del fraudulento proceso de privatizaciones menemista, José Luis Manzano, sea uno de los adquirientes de la distribuidora Edenor. El ex jefe de gabinete de Menem, muy amigo del ministro Massa, es uno de los operadores del mercado energético con fuertes inversiones en el negocio del litio, entre otros.
Edesur, privatizada en la década de los 90 fue adquirida por el grupo Pérez Companc y la chilena Enersis. Luego pasó a Endesa (española) y a Enel (italiana). Llama la atención que el editorialista de Clarín, en una nota destinada a resaltar las dificultades de estas empresas, sólo reconozca buenos momentos de ganancias a la década del 90 y al periodo de Macri. Pareciera que luego estos pulpos monopólicos pierden plata… La pista la da cuando señala que «las privatizaciones de las empresas de servicios públicos son imprescindibles para entender la convertibilidad y la década del 90. Los mayores jugadores internacionales llegaron a desembolsar cientos de millones de dólares para adquirir el control de las compañías de electricidad, agua o gas» (3). Se olvida del detalle, de que muchas de estas «inversiones» se hicieron con bonos de la deuda, valuados al 20% de su valor nominal. Es que los que ahora reivindican la década liberal suelen tener algunas lagunas de memoria que no pueden, de ninguna manera, atribuírseles a problemas de senilidad avanzada.
Un modelo al servicio del capital trasnacional
En un país en el que sobran recursos energéticos, los subsidios para abastecernos de la faltante de energía representaban -antes de la guerra- U$S 11.000 millones anuales. Esa cifra, aumentada por la crisis mundial, era algo que para el FMI había que reducir a toda costa. Allí nacieron los actuales tarifazos y van a continuar. El modelo energético del país, producto de años de ganancias fáciles y desinversión estatal, es cada vez más contaminante. Vaca Muerta. la estrella salvadora. es en realidad una enorme máquina de contaminar con el fracking, pese a que muchos progres intenten embellecerla para salvarle las papas al gobierno. En estas horas hay un corte de la comunidad de Añelo y pobladores mapuches exigiendo provisión de «agua potable».
La falta de dólares trajo la urgencia del gasoducto y el reclamo al unísono de cómo se está gastando tanta plata en importar el gas que tenemos en abundancia. La construcción del mismo abrió una dura interna al interior del propio gobierno sobre quién se beneficiaba con el negocio. Así lo hizo conocer el luego renunciante ministro Kulfas, quien luego de no ratificar sus declaraciones en tribunales, se lo ve muy ocupado en cuestiones musicales.
Lo cierto es que como reflejan en el Observatorio Petrolero Proyecto Sur, el grupo Techint está presente en todas las etapas de la construcción del gasoducto Néstor Kirchner, «en la fabricación de chapa, elaboración de los tubos y la realización de la obra». Lo hace a través de distintas empresas «cáscara» del grupo.
Así llaman a las firmas ficticias que fundó esta trasnacional de origen local en el exterior con el fin de evadir impuestos: «las cáscaras uruguayas abonaron impuestos (incluyendo el impuesto a la renta, entre otros) por el 0,3% de su facturación y el 3,2% de las ganancias antes de impuestos para el año 2021»(4). En la Argentina, sólo la tasa del impuesto a las ganancias es del 35%. La facturación de esta multinacional es de miles de millones de dólares al año. Evaden a plena luz del día… Si son parte de los negocios nac&pop, pueden ser premiados con gran parte de la construcción de una de las principales obras de infraestructura del país. La derecha sonríe socarronamente ante este exitoso empresario que es don Paolo Rocca.
La falta de dólares para cumplir con las «metas» del Fondo, para pagar los compromisos con los buitres de la deuda, y el funcionamiento «normal» de la economía capitalista, hace entonces que el desarrollo energético esté ligado a la necesidad de profundizar una matriz extractiva totalmente contaminante, con grandes concesiones al capital concentrado trasnacional.
Por eso Massa se reúne en EEUU con grandes empresarios petroleros y del negocio extractivo y también interesa a los chinos con el litio: «la minera china Tibet Summit Resources anunció una inversión de 2.200 millones de dólares en dos empresas argentinas que operan en Salta en la extracción y procesamiento del litio» (5). Si no avanzan más es por miedo a la reacción popular que los frenó con la mina a cielo abierto de la meseta chubutense o, por ahora, con la explotación off shore en la plataforma submarina frente a la costa marplatense.
En este marco, ENEL vende Edesur buscando mejores negocios, cuando el gobierno se apresta a «recomponer», según informan los medios especializados, en un 60% sus valores tarifarios. El llamado Valor Agregado de Distribución (VAD) impactará en un 20% en el valor final de las boletas. Entre los posibles candidatos a comprar su paquete accionario se encuentra el grupo Sadesa, integrado por los empresarios Miguens, Bemberg y Caputo, que poseen acciones en Distrilec (que a su vez controla el 57% de Edesur). La participación en el negocio de la distribución necesita la autorización expresa de la Secretaria de Energía, el de la generación es más directo, y Sedesa que ya controla la Central Puerto podría acceder a la compra de Costanera y Dock Sud. Un negocio que queda en pocas manos.
Reestatizar y un nuevo modelo energético
La partida del grupo ENEL debe ser una oportunidad para desandar este camino de privatizaciones y entrega de nuestros recursos soberanos. Este gobierno que asumió con un discurso nacional y popular, que pretende embanderarse con la anulación de alguna privatización menemista, no debería re privatizar estos recursos estratégicos.
Todas las empresas que pretende vender ENEL, Edesur, las generadoras y transportadoras de energía, deberían ser estatizadas ya. No permitiendo que la multinacional que saqueó nuestros recursos ahora se vaya haciendo además una importante diferencia con activos que pertenecen al pueblo argentino. Estamos seguros que administradas por sus trabajadores y con control de sus usuarios estas empresas mejorarían inmediatamente los servicios que prestan, a un costo menor que el que necesitaban los negocios privados.
Ese es el camino para diseñar un nuevo modelo de desarrollo de nuestras innumerables fuentes de energía. Hay que estatizar por completo la actual YPF y todas las empresas que intervengan en la producción, traslado y distribución de energía.
En las últimas horas se conoció la presentación de un proyecto de ley del senador Parrilli, proponiendo que el Estado nacional se quede, a través de ENARSA, con el 51% de las empresas hidro electicas, cuyas concesiones comienzan a vencer en el año entrante. La potestad de estos recursos pertenece actualmente a las gobernaciones que mantendrían una negociación muy tensa con el gobierno central por las bajas regalías que otorgan estas concesiones, en un negocio de U$S 800 millones al año (6). Más allá de los verdaderos motivos de esta movida política, no deben volver a concesionarse aún parcialmente estos recursos estratégicos. En manos del Estado nacional o provincial, pero con el control de sus trabajadores la energía hidro electica puede volver a recuperar la participación que llegó al 43% de la generación. Actualmente bajó a tan sólo el 25%. En un país lleno de cursos de agua esta baja solo se explica por el actual modelo de negocios.
La ruptura con los mandatos y pagos de la fraudulenta deuda con el FMI, los acreedores buitres privados, la nacionalización de las empresas del área energética y su puesta bajo control de sus trabajadores y usuarios, con la colaboración e intervención de los técnicos e ingenieros que forman nuestras universidades, permitiría relanzar nuestra industria, abaratar las tarifas, aplicar saldos exportables para obtener las divisas que necesitamos y en ese camino acelerar la transición hacia energías limpias, en un planeta cada vez más contaminado que de seguir así va en pocos años al colapso ambiental.