La pulseada contra la reforma jubilatoria. Francia: «Nada que negociar, seguir hasta tirarla»
El título de esta nota, uno de los cánticos coreados en las masivas marchas, expresa voluntad de lucha de las bases. El 5 de abril la primera ministra Élisabeth Borne recibe a la Intersindical, un día antes del undécimo paro general con movilización del 6. La cúpula sindical dice exigir «el retiro» de la reforma, pero el gobierno sólo acepta debatir «la aplicación» desde fin de año. La pelea sigue abierta, mientras una nueva vanguardia obrera y estudiantil se radicaliza en las calles y a nivel político.
Escribe: Pablo Vasco
El 28 de marzo se cumplió la décima huelga general activa en Francia contra la reforma previsional del presidente Emmanuel Macron. Con tal de evitar un desgastante debate parlamentario, la dictó mediante un decretazo. La excusa del gobierno y sus socios es que las cajas jubilatorias tendrían déficit en pocos años. Sin embargo, bastaría con un impuesto del 2% sobre las grandes fortunas para recaudar los 14.000 millones de euros supuestamente faltantes.
Pero en una medida antiobrera en favor de la clase capitalista, Macron subió a 64 años la edad de retiro, a 43 los años de aporte y eliminó regímenes jubilatorios especiales para profesiones insalubres. De hecho, su reforma obliga a trabajar hasta morir.
Ya con diez días de descuentos salariales por los paros anteriores y ante una durísima represión policial y la campaña mediática, esta vez la participación en la huelga y las manifestaciones fue un poco menor a la de las jornadas previas. No obstante, la movilización gremial, juvenil y popular iniciada hace casi tres meses se sostiene: el 28 en las calles de todo el país hubo casi dos millones de personas. El proceso de lucha ha entrado en una especie de meseta, cuyo resultado es de pronóstico abierto.
Palos y maniobras por arriba
La represión de las fuerzas policiales del gobierno de Macron fue muy dura. Entre otros cuerpos actuaron las BRAV-M, brigadas motorizadas especiales(1). La semana pasada hubo centenares de detenciones, apertura de causas penales y decenas de heridos por los palazos, gases y balas de goma, incluso con pérdida de un ojo o un dedo. El gobierno mandó escuadrones de policías a intimar a los refineros petroleros y los recolectores de basura a cesar la huelga. A esa repudiable ofensiva se sumó la violenta represión que provocó 200 heridos en Sainte-Soline, en el oeste de Francia, ante una protesta ambientalista contra las mega-cuencas que acaparan el agua(2).
En semejante contexto de tensión social, diferentes bloques políticos desde la ultraderecha de Marine Le Pen (RN) hasta la centroizquierda de Jean-Luc Mélenchon (FI) ensayan salidas institucionales buscando desviar la movilización. Una de ellas es la apelación al Consejo Constitucional, un organismo de nueve «expertos» que el 14 de abril debería dictaminar sobre la reforma: puede convalidarla en forma total o parcial, rechazarla e incluso convocar a un referéndum.
La burocracia «dialoguista» de las ocho centrales nucleadas en la Intersindical apoya esta variante. Y si la crisis política se profundiza aún más, dado que a Macron ya el 70% de la población le perdió la confianza, le queda la alternativa de disolver la Asamblea y llamar a elecciones anticipadas. Pero ya sea con referéndum o elección, ambas variantes apuntan a sacar a la gente de las calles. Quieren llevarla al terreno tramposo de las urnas, en vez de endurecer la pelea actual para derrotar la reforma y todo el plan de austeridad de Macron y los capitalistas.
Bronca y cambios en el movimiento obrero
En las huelgas y movilizaciones, junto a los trabajadores de mayor edad y jubilados, se destaca una camada joven más decidida y radicalizada. Es la que más anima los piquetes, las asambleas de base, las reuniones de coordinación y se enfrenta con la policía. Muchos tienen poca o ninguna experiencia sindical y participan por primera vez en las acciones. Esta combatividad tuvo también una expresión en el congreso nacional de la CGT, la segunda central sindical de Francia por su número de afiliados y la primera por su peso social y político.
El 53° congreso de la CGT funcionó del 27 al 31 de marzo en la ciudad de Clermont Ferrand, con 942 delegadas y delegados. Por primera vez en la historia de la central, creada en 1895, el balance que presentó la conducción fue rechazado por poco más de la mitad. Se votó además reducir los requisitos para ser candidato al consejo directivo y se reemplazó al secretario general, que proponía una «mediación» con el gobierno. Fue muy aplaudida una delegada de la Federación Química, que lo increpó: «Compañero Philippe Martinez, ¿quién te dio mandato para hablar de ‘mediación’ cuando los trabajadores están en la calle?»
Tras difíciles negociaciones, en reemplazo de Martinez se eligió por primera vez a una mujer y proveniente de un ala sindical menos colaboracionista con el gobierno: la nueva secretaria general es Sophie Binet, antes consejera de educación, feminista y ecologista. Su primera declaración expresa bien el clima reinante por abajo: «Estoy convencida de que esta reforma no se aplicará jamás»…
También en el movimiento estudiantil
Además de participar en las marchas del 28 de marzo, el 30 los jóvenes se manifestaron en 122 ciudades de Francia en repudio a la represión policial. El protagonismo estudiantil, tanto universitario como secundario, viene en aumento.
El 1° y 2 de abril se reunió en París por cuarta vez la coordinación nacional estudiantil, con la presencia de 45 delegaciones. La declaración consensuada afirma: «El movimiento debe ir más allá de las jornadas de huelga y manifestación aisladas, como las que propone la Intersindical. Lo que el gobierno teme es que la huelga por tiempo indeterminado se generalice, que las manifestaciones y acciones se vuelvan cotidianas en todo el territorio y que el movimiento se organice por la base y se coordine para darse sus ritmos y reclamos en forma independiente».
Para el martes 4, la coordinación convoca a «organizar en todas partes acciones, bloqueos, abandono de clases, manifestaciones, iniciativas que van en el sentido de apoyar las huelgas y fortalecer el movimiento. Llamamos a hacerlo junto a los sectores en huelga y los secundarios». Y para el 6, propone «unirse masivamente a la jornada de huelga llamada por la Intersindical».
Luchar y construir
Esta situación, tan dinámica, es un verdadero caldero de debates políticos. La cabeza del activismo joven está en movimiento, abierta a las ideas de socialismo y revolución. Por eso al calor de la lucha, el ala revolucionaria del NPA -partido en el que activan nuestros militantes de la LIS Francia- organiza charlas políticas en todo el país a las que se están sumando nuevos compañeros y compañeras.
Entretanto, como bien lo dice su último editorial(3): «La intersindical ha decidido como próxima fecha de movilización el jueves 6 de abril. Habrá que volver a salir a la calle masivamente, en huelga: esta será nuestra respuesta a la supuesta ‘mano tendida’ de Borne, en realidad a su terquedad por destruir las jubilaciones. Hasta entonces, debemos seguir con las huelgas renovables, los bloqueos, las asambleas generales de todo tipo, para mantener la ebullición social. Cada día que pasa en esta atmósfera, el gobierno pierde un poco más de pulso. ¡Podemos remachar definitivamente el ataúd de su ‘reforma’!»
1Fueron creadas en París en 2019 para reprimir las marchas de los chalecos amarillos.
2Darmanin, ministro de Interior, pretende disolver «Los Levantamientos de la Tierra», una de las organizaciones ambientalistas convocantes.
3https://nouveaupartianticapitaliste.fr/encore-et-toujours-luttons-jusquau-retrait/