En las vísperas del balotaje ¿A qué país vamos?
Una realidad presente todos los días. El jueves 2 de noviembre el INDEC publicó los «Indicadores de condiciones de vida de los hogares». Un resultado obvio, la miseria que azota al país. Según el estudio, el 24 % de los hogares presentaba condiciones de hacinamiento, algo que se corresponde con otro dato preocupante que es el ascenso del 40% de pobreza de la población total. Estos números ilustran una crisis económica que se arrastra y no tiene fin. Una inflación desbocada, que pasó los tres dígitos en el acumulado de los 12 meses, funciona como cimiento para la degradación permanente de los salarios. El sistema de deuda que lo provoca sigue intacto. Mientras se cierra este número de Alternativa Socialista, el gobierno despacha un nuevo pago al FMI y, como se sabe, ningún candidato pone en duda este grillete de cara a 2024. También se enlistan nuevos tarifazos para diciembre. Así se asegura, por parte de las fuerzas de este sistema, la continuidad de las escasas reservas, riesgos devaluatorios y una matriz dependiente que extiende una crisis sin fin que se agrava con el paso de los días.
Descalabro oficialista. Sergio Massa, quien salió ungido victorioso de las generales, sigue peleando consigo mismo. El candidato contra el ministro del ajuste que rinde pleitesía al FMI. Además del ajuste, en los últimos días se le desató un problema no calculado: el desabastecimiento de combustible. Como hace todo el tigrense, con nuevos recursos para los sectores concentrados, en este caso una nueva exención impositiva para las petroleras, desató el nudo. También admitió nuevos aumentos en los combustibles, que como epifenómeno repercuten en el resto de los precios. Pero no todo termina acá, también tiene una disputa política interna en el peronismo, para hacerse de los votos necesarios para ganar el balotaje. Su llamado a la política de «Unidad Nacional», basada en el respaldo de gran parte de la burguesía, gobernadores y centrales sindicales, más allá de haber atraído a parte de la UCR y algunos lastimados del PRO, no logra convencer a un Schiaretti reticente que guarda sus votos, todavía, para el mejor postor. Más allá de la victoria electoral, es una muestra de que quien quiere hacerse del aparato del PJ aún transita con dificultades y no puede posar de cacique.
El terremoto que afecta a todos. La crisis de representación en el país hace metástasis hasta en lo nuevo. Milei y su fuerza, La Libertad Avanza, desde su nuevo pacto con Mauricio Macri y Patricia Bullrich, no logra detener la fuga de los integrantes de su partido. Luego de conseguir un aparato que desplazó a gran parte de sus dirigentes, el liberfacho no puede conseguir que una serie de diputados y legisladores electos inmigren a su fuerza tras el acuerdo con el ex presidente. Ya 8 de los 13 diputados de Provincia de Buenos Aires han decidido diferenciarse. La cuenta parece seguir a pesar de que la nueva coalición ungida en medio de la víspera al balotaje haya resucitado las posibilidades de Milei para alcanzar la presidencia. Un fenómeno que retrata una etapa, donde el bicoalicionismo perece y las nuevas instituciones, las nuevas fuerzas políticas representantes del 1%, todavía no hacen pie en un terreno fangoso signado por la crisis económica.
Sin equilibrio de cara a lo desconocido. A lo dicho hay que agregar que Juntos por el Cambio, la coalición compuesta por el PRO y la UCR, parece desgranarse por completo, como también las diferentes alas de los partidos que la integran. La desconfianza entre los dirigentes denota una situación en la que no hay acuerdo sobre cómo sortear la crisis actual. Algo reflejado en los votos, donde ninguna de las fuerzas pudo romper el techo del 40% de los votos y, además, en términos nominales, retrocedieron en comparación de los comicios pasados. Normalizar ajustando al país en términos capitalistas, seguir ajustando presupuestos sociales y salarios, sumando reformas previsionales, laborales e impositivas, es una tarea que, como lo dicen diferentes analistas de la propia burguesía, puede romper el equilibrio político. Más allá del resultado del 19 de noviembre, este es un escenario que parece llegar para quedarse por tiempo extendido. Vamos a una reconfiguración de las alianzas políticas, más defensivas , pero siempre funcionales a los planes del FMI y las reformas reaccionarias que pretenden implementar.
Fortalecernos y prepararnos para luchar. Desde el MST en el FIT-Unidad, presentamos una posición integral de cara a la segunda vuelta que desarrollamos a fondo en este número del periódico. Y seguimos proponiendo hacer los mayores esfuerzos para lograr una posición unitaria en el frente que integramos. Partiendo de llamar enérgicamente a no votar a Milei y su proyecto ultraderechista, ahora asociado a Macri y Bullrich, dejamos en claro que tampoco damos apoyo político a quienes nos ajustan actualmente. Y, también, vale sumar un debate internacional actual. En medio de la campaña, el genocidio palestino ocupa la agenda de una segunda vuelta, donde deja a las claras que ambos candidatos apoyan fervientemente al Estado sionista de Israel. Una muestra de la derechización electoral. Sin embargo resistencia hay y se hace notar en nuestro país. Así, en las calles, preparados para las luchas, hay que tonificar a nuestro partido, al sindicalismo combativo y al Frente de Izquierda para las nuevas batallas que vendrán. Será necesario contar con una herramienta que organice y ponga a disposición una gran fuerza para doblegar los planes de ajuste, que desde el más rancio negacionismo de derecha o con la «Unidad Nacional» se piensan continuar en el país. Para ello te convocamos a organizarte con el MST.