El drama del pueblo haitiano. Haití: ni intervención extranjera ni mafiosos locales
A la miseria estructural, la crisis política, las bandas mafiosas y una inminente intervención imperialista ahora se suma un llamado a la «desobediencia civil» por parte de un líder paramilitar golpista. Ni las tropas extranjeras ni los mafiosos locales son solución para Haití. Es el pueblo haitiano quien debe decidir libre y democráticamente su propio destino.
Escribe: Pablo Vasco
Haití, un pequeño país caribeño, es el más pobre de toda América Latina. Los niveles de desempleo, miseria, analfabetismo y carencia de infraestructuras básicas son los peores del continente. Allí la crisis política e institucional se viene agudizando a partir del asesinato del presidente Jovenel Moïse, ocurrido en julio de 2021. Desde entonces gobierna el ilegítimo presidente interino Ariel Henry, ex primer ministro, designado por el llamado Core Group (grupo central, en inglés).
El Core Group está integrado por representantes de las embajadas de Estados Unidos, Alemania, Francia, España, Canadá y Brasil. Son estas grandes potencias las que detentan el verdadero control del gobierno haitiano. El próximo 7 de febrero caduca el mandato de Henry y se prepara una «transición política» por el plazo de un año bajo la supervisión de la ONU.
Sin embargo, utilizando como excusa un hecho de la realidad, que es el crecimiento de bandas mafiosas vinculadas a la policía y al ejército que se disputan, armas en mano, el control de la capital Puerto Príncipe y otras regiones, en octubre de 2022 Henry pidió la intervención militar de las Naciones Unidas. Un año después, a instancias del imperialismo norteamericano, el Consejo de Seguridad de la ONU aprobó el envío de tropas extranjeras a Haití.
Como Estados Unidos ha salido muy mal parado de sus últimas intervenciones militares en otros países, como en Irak y Afganistán, esta vez han buscado un rostro diferente para encabezar la misión. De este modo, a inicios de febrero empezaría a llegar a Haití un primer contingente de 300 policías enviados por el gobierno pro-norteamericano de Kenya, a pesar de que en dicho país africano existe un fallo judicial en contrario.
Que el pueblo decida
En medio de esta profunda crisis que sacude a Haití, ahora reaparece en escena Guy Philippe, un carismático ex policía que en los años ’90 fue entrenado por las Fuerzas Especiales de Estados Unidos en Ecuador. En el año 2000 fue una figura clave en el intento de golpe contra el presidente René Préval y en 2004 intervino en el golpe que derrocó al presidente Jean-Bertrand Aristide, sucesor de Préval.
Siendo senador por una región, en 2017 Philippe fue condenado por una corte de EE.UU. por haber recibido más de dos millones de dólares en sobornos por protección al narcotráfico. Tras varios años en prisión, EE.UU. repatrió a Philippe a Haití en diciembre pasado. Lidera el grupo paramilitar Brigada de Seguridad de Áreas Protegidas (BSAP) y la formación política Despertar Nacional para la Soberanía de Haití. En el contexto del caos político, pobreza y descontrol que sufre el país, Philippe es visto por algunos sectores populares con esperanza. Su llamado a la «desobediencia civil» tuvo eco en algunas ciudades, con protestas y bloqueo de escuelas, comercios y oficinas públicas. Pero ni Philippe ni tropas extranjeras traerán ninguna solución al pueblo haitiano.
Desde su independencia revolucionaria en 1804 Haití ha sufrido numerosas intervenciones extranjeras, incluida la MINUSTAH de la ONU desde 2004 hasta 2017. Pero no han hecho más que avasallar la soberanía nacional, el derecho del pueblo a su autodeterminación y agravar la miseria, la dependencia y la corrupción.
Como bien decía la declaración de ROZO (Red de Organizaciones de la Zona Oeste) y otras agrupaciones populares de Haití en octubre pasado: «La nueva intervención militar ideada por los estadounidenses y retomada por sus lacayos en Puerto Príncipe y otros lugares no tendrá otro objetivo en esta coyuntura política deletérea que intentar prolongar una vez más la vida del sistema de desigualdad atroz y explotación descarada, en un país amenazado de una muerte más que segura. De extinción, habría que agregar.
«El pueblo haitiano, ya en permanente rebelión, no tendrá otra opción que seguir levantándose, insurgiéndose para siempre a fin de cumplir sus legítimas aspiraciones al bienestar colectivo, a la libertad integral y a más democracia para todos los haitianos.»(1)
(1) https://lis-isl.org/2023/10/12/haiti-el-techo-agujereado-puede-proteger-del-sol-pero-nunca-de-la-lluvia/