Creciendo desde el pie
Con perfume a ese 2001 que sí valió la pena. Multiplicadas después del 20 de diciembre de 2023, con el incentivo del Protocolo de Bullrich desafiado por la Coordinación Multisectorial impulsada desde la izquierda. Cacerolas, asambleas y un primer capítulo cerrado con el engendro de la Ley Ómnibus enterrado. Junto a Unidxs por la Cultura, la otra positiva novedad autogestiva del movimiento callejero y popular, contra Milei y su plan. Desafíos, debates y aportes para amplificar este proceso de protesta y propuesta.
Escriben:
Primero fueron pocas, unas 4 o 5. En CABA, de arranque. El cacerolazo del 20/12 a la noche, después de la provocación por cadena nacional con el anuncio del DNU y el aliciente de haber desafiado el Protocolo, con la izquierda llegando a la Plaza de Mayo. Lo siguiente era lo obvio: autoconvocarnos en la esquina, la plaza o el parque de siempre, para deliberar entre iguales, en asamblea. Al poco tiempo fueron más en CABA y se amplificó al Conurbano: el Oeste con La Matanza adentro, picó en punta y se organizó. Ramos, Morón, Lafe, Ituzaingó, Ciudadela, Padua, Luján. Se sumó el Sur, con Lanús, Lomas y hasta Ezeiza. Y La Plata, y el Norte. Y hasta el interior provincial, con Mar del Plata, Bahía y Tandil. Así, casi 100 en total en pocas semanas.
Y vino el 24 de enero, ese paro general que parecía que no llegaba, pero que la CGT tuvo que convocar. Con movilización, para intentar que esa catarsis colectiva fuerte y potente descomprimiera el malhumor social creciente y le permitiera a las centrales obreras actuar en el terreno que más cómodos se mueven: la tranza, la rosca, la negociación del dame y te doy autopreservando sus propios privilegios. Pero le salió mal: porque desde su anuncio, las asambleas tomamos el impulso de la movilización de la convocatoria cegetista en nuestras propias manos. Nos preparamos para estar y no de cualquier manera: con nuestras propias consignas y de forma independiente, con Unidxs por la Cultura, la BFS, los movimientos sociales, el sindicalismo combativo, el EMVyJ y, cuándo no, la izquierda. Ese marchón enorme, en el que a pesar de dificultades, y algunas maniobras de aparatismo, nos encontramos las asambleas, varios miles del AMBA, confluyendo en el espacio independiente en el Congreso. Esa protesta nacional masiva, y las asambleas como palanca de participación, tonificaron el genuino activismo participante.
Interrogantes, debates
Como es totalmente lógico, las asambleas como espacios de debate para organizar la lucha contra el plan de Milei vienen atravesadas de discusiones. Hay varias, pero posiblemente las más relevantes sean:
¿Tenemos que actuar de forma coordinada con las demás asambleas de CABA y el GBA o priorizar el barrio?
¿Cómo decidimos los pasos a seguir cuando nos encontramos muchas asambleas, por ejemplo en Parque Centenario, en una instancia de Coordinación?
¿Cómo articular con otros sectores sociales agredidos también por el programa de guerra libertario?
¿Qué pasa con los partidos y su relación con las asambleas? ¿Tienen que estar o no? ¿Qué reaseguros hay para evitar el aparatismo destructivo, pero también el macartismo que divide?
En fin: más preguntas que certezas. Pero algunas pistas queremos aproximar.
Asambleas sin copyright
El que crea a título individual o de grupo que tiene todas las respuestas o el recetario del luchismo asambleario miente o se equivoca bien feo. Para empezar, sin ánimo de hacer un manual de instrucciones, podríamos decir:
Las asambleas como expresión de un tipo de organización popular de base expresa, en sentido amplio, un agrupamiento geográfico de sectores diversos (estudiantes, profesionales, jubilados, trabajadores, pequeños comerciantes). Por lo tanto, lógicamente plantearse la unidad con otras asambleas es una necesidad para que la vitalidad de la protesta sea más robusta. Eso lleva a la coordinación inter-barrial como derivación práctica y concreta de la experiencia de lucha.
Ahora bien, actualmente tensionan dos posiciones, que creemos unilaterales, que no ayudan:
– Por un lado, cierto encapsulamiento barrial-vecinal, disociados del debate político general, del proceso superior de lucha contra el programa global de La Libertad Avanza. Es la variante del barrio como refugio. La potencialidad de la asamblea, se evapora. Es un debate para trasladar a la Asamblea de Asambleas en CABA, el próximo 10/2.
-Pero por otro lado, tensiona una concepción terriblemente aparatista orientada a la autoconstrucción de la propia organización como eje, que pretende subordinar los ritmos desiguales de la asamblea a otros procesos de lucha, donde tal o cual partido (esto es especialmente agudo con el PTS) insisten con propuestas que mezclan asambleas de vecinos, con asambleas estudiantiles o de militantes de ese partido, o de otros inventos artificiales.
En ambos casos, el resultado no es el óptimo que podría ser. En el primer caso, la asamblea se despolitiza y debilita. En el segundo, alimenta el odio a la izquierda y a los partidos.
Ni una, ni otra. Porque las asambleas no tienen patente, ni se privatizan. Es decir, no tienen dueño.
Si la hacemos, la hacemos bien: coordinación y articulación
Nuestro planteo es que la Asamblea de Asambleas de Parque Centenario se transforme en un verdadera Interbarrial Democrática:
Que los representantes y asambleístas, sinteticen mociones que traen de sus asambleas de base y que se voten en Parque Centenario, incluso unificando mociones.
Que no se fuercen consensos. Y si no da, que se vote a mano alzada.
Articular sin desnaturalizar la dinámica independiente de las asambleas como proceso a otros procesos de lucha, respetando también sus ritmos y cursos de maduración. Subordinar los más lentos a los más avanzados tiene un saldo inevitable: queda mucha gente en el camino, y la patrulla perdida -vanguardia esclarecida- se va quedando sola. No es por ahí. Hay que evitar las maniobras que dividen, las imposiciones, y aceptar ser minoría circunstancial de forma transitoria. No es una buena consigna romper o dividir lo que mi partido no logra dirigir.
Más bien, espacios como la Coordinación Multisectorial Independiente, que se reunió la última vez en el INCAA y convocó a la presencia frente a Congreso la semana pasada, tiene sentido: es un espacio de confluencia sin hegemonismos forzados, ni subordinación de aparato, y la posición y el voto de cada colectivo, vale igual.
Insistimos: coordinación entre iguales, asambleas, interbarrial y espacios democráticos. Articulación, con procesos distintos para actuar en la más amplia unidad de acción en la pelea callejera.
No somos todos lo mismo: la izquierda y las asambleas
No son pocos los asambleístas independientes no agrupados que protestan por la dinámica de aparato “en guerra contra el mundo” que ciertos partidos le imprimen a algunas asambleas:
Movilizar militantes externos a los barrios donde se realizan asambleas para coparlas e imponer agenda, dinámica y el semi-monopolio de la palabra. Eso agota y es una fuerza centrífuga de participantes de las asambleas.
Tampoco es bueno, porque alimenta desconfianza y erosiona las unidades logradas, que se modifiquen mandatos sobre la marcha, y se los imponga como hecho consumado. Esa lógica de maniobra y ventajita, destruye.
¿Será que el propósito exclusivo es reclutar algún militante más? ¿Puede ser que se tenga escepticismo de las posibilidades de la movilización, y por eso se lesione la unidad con esas orientaciones, y aunque debilita el movimiento, el árbitro dice siga, y siga?
Estos son debates estratégicos que tenemos con el PTS, que está casi como de manual haciendo todas y cada una de estas cosas que alejan, dividen y desanima vecinos.
Tratar de ser un factor que contribuya positivamente
Nuestra forma de actuar obedece a lógicas, pronósticos y concepciones distintas.
Para empezar, defendemos la unidad en la diversidad de las asambleas. Por eso, pluralidad ideológica sin estigmatizar a nadie: en todo caso, debate de ideas y buscar la síntesis superadoras en el debate.
Además, pensamos que es clave ubicar que el activismo barrial, no agrupado, que hace su primer experiencia en la asamblea, es decisivo para que gane músculo, conexión con el barrio y que refleje con todas sus distorsiones y desigualdades, el punto en que está la conciencia social.
Pero el militante de izquierda y asambleísta, tiene que ser respetuoso del vecino independiente, escucharlo, debatir, marcar problemas y desacuerdos, pero no sustituirlo a lo bestia. La plasticidad para actuar en estos ámbitos y ayudar, proponer y ser pacientes es central.
Como izquierda política, tenemos en nuestra opinión, esas coordenadas para actuar siendo un factor que gravita constructivamente. Para contribuir a fortalecer la participación de los vecinos y vecinas, y que las asambleas y la organización crezcan. Porque estamos convencidos que es por ahí como podemos enterrar definitivamente el plan global de Milei.