Asambleas Barriales: desafíos y perspectivas
Escriben: Ana, integrante de la asamblea de Ramos Mejía
Santiago, integrante de la asamblea de Lanús
Mica, integrante de la asamblea de Caballito
Desde el 20 de diciembre la respuesta de los cacerolazos en los barrios frente a los ataques de Milei a 10 días de asumir se fue cristalizando tomando la experiencia del 2001 como asambleas barriales. Un movimiento extendido por la capital y el Gran Buenos Aires que articuló territorialmente a distintos sectores de trabajadores, estudiantes, precarizados, jubilados y que ganó peso en la pelea contra Milei confluyendo con otros sectores en lucha en el paro del 24E y en las concentraciones en congreso contra la LO.
Luego de enterrar la LO, las asambleas barriales entraron en un lógico amesetamiento temporal. En todo proceso cuando se logra un objetivo concreto hay un reflujo en el involucramiento masivo. A la vez un activismo más permanente sostiene la organización y, también lógicamente, se rediscuten balances, perspectivas y reordenamientos. Hoy el proceso de asambleas barriales está transitando ese momento. Probablemente cambie su dinámica producto de la agenda de lucha que se plantea en Marzo y el rearmazón de ataques que está anunciando Milei, conjuntamente con el deterioro del poder adquisitivo global. Es por estas razones que el mantenimiento de la organización de las asambleas es clave, así como también, aprovechar este repliegue para prepararse lo mejor posible para la hipótesis de reactivación de las mismas.
Las asambleas barriales tienen una experiencia histórica en el 2001 y el ascenso contra Milei reactivó este proceso de confluencia popular heterogénea en los barrios de los sectores agredidos por la política reaccionaria del gobierno liberfacho. Como tal, las asambleas barriales tienen un importante rol en el proceso general de resistencia y lucha contra el plan de Milei como parte de los sectores en lucha que están presentes en la calle como el sindicalismo combativo, movimientos sociales, los espacios de la Cultura, los DDHH, la ola verde feminista y disidente, el activismo socioambiental y las fuerzas de izquierda que impulsan la movilización. Es decir, las asambleas tienen su autonomía e independencia, pero a la vez no pueden sustituir un proceso que es mucho más amplio y generalizado. En este sentido, la necesidad de confluencia y coordinación con los demás sectores es crucial para avanzar en el proceso y en el frente único socio-político que actúa contra todo el plan de ajuste y represión de Milei y en la exigencia de un plan de lucha a la CGT. A la vez esta circunstancia de acción en coordinación con otros sectores hace más imperiosa la necesidad de fortalecerse como proceso específico actuando contra la dispersión de asamblea por asamblea, o grupos de asambleas lindantes. Es necesaria, para su fortalecimiento y mejor colaboración en el proceso de desarrollo de la lucha contra Milei, la coordinación de todo el espacio de asambleas barriales.
Es por ello que la discusión sobre la coordinación interbarrial no es un tema menor y quienes actúan en contra de esta necesidad en realidad debilitan el proceso porque más allá de las especificidades barriales o de “los corredores” la realidad objetiva inexcusable es que el ataque de Milei es global centralizado y brutal. Ergo, las particularidades lo son en un contexto global al cual es necesario oponerle una resistencia coordinada tomando los problemas globales como eje articulador del conjunto de los barrios. Y no tiene que ser solo de CABA porque el proceso de asambleas se ha extendido al AMBA. Para poder actuar como sujeto en la realidad política actual el paso a la coordinación es una necesidad práctica concreta y no un delirio o debate filosófico. Por supuesto esta coordinación tiene que tener características de profunda democracia en un ida y vuelta con las asambleas en las asambleas que permita, por un lado, contener la rica heterogeneidad del proceso y, por otro, actuar de manera coordinada en el proceso de frente único contra el Plan de Milei y compañía.
Existe vocación de coordinar, existe una agenda común para todo el proceso y hay coordinaciones parciales como la de zona sur, la de oeste que han votado la necesidad de una coordinación y al igual que algunas asambleas de CABA. Es lógico que haya desconfianzas debido a la experiencia nociva de ADA de Baldivieso, pero esto no puede primar por sobre las necesidades objetivas del movimiento de las asambleas barriales. Es necesaria una coordinación sana, democrática, sin gurúes autoproglamados, macartismos ni aparatismos. Es posible una coordinación con democracia real y construirla es el principal desafío de nuestro movimiento.