También en el Senado, ¡que sea ley!
El jueves 21 la vicepresidenta Gabriela Michetti, que preside el Senado, resuelve a qué comisiones va la ley de aborto y, por ende, el plazo para debatir y votar. Algunos sectores, incluida ella, maniobran para dilatar. Otros proponen algunos cambios, para que la ley deba volver a Diputados. ¡Pero cuidado, senadores, que sube la marea verde!
A las presiones, ni cabida
El Senado nacional, como los senados provinciales, es un terreno aún más hostil que Diputados a los reclamos de la clase trabajadora, las mujeres y la juventud. Con su espíritu conservador el Senado es lo peor del statu quo político, que está deslegitimado y que venimos combatiendo.
La media sanción se votó con cambios e incorporaciones. Los sectores pro aborto clandestino sufrieron una fuerte derrota, pero ya empezaron a responder. En este marco, tenemos la embestida del Papa. En el Senado quizás vuelvan a hablar asimismo de despenalizar o de “proyectos superadores” con tal de frenar la ley. Por eso redoblar la pelea es decisivo para conquistar la aprobación definitiva.
Al lobby anti-ley se suma el de clínicas privadas -como Austral, Bazterrica y Fleni- que procuran meter la objeción de conciencia institucional. Las mujeres y personas con capacidad de gestar les respondemos que esa variante no tiene cabida. Ningún efector de salud puede negarse a garantizar un derecho. Mucho menos si esa pretensión viene del mismo sector privado que lucra con la clandestinidad del aborto. Muchos patalean porque saben que se les termina el negocio.
No perder ni un segundo
La alegría inmensa de la media sanción nos tiene que empujar a sumar más lucha y más voces. Ahora enfrentarnos a una cámara que representa lo más retrógrado de la casta política. Atados a la voluntad feudal de los gobernadores, los senadores reproducen la lógica de la vieja política que rechazamos.
En realidad habría que disolver esa cámara tan antidemocrática, sin representación proporcional a la población. Cada provincia tiene tres senadores, sea Tierra del Fuego con apenas 152 mil habitantes o una cien veces más poblada, como la de Buenos Aires, con 16,6 millones. Encima, en esas 72 bancas se refugian personajes como Carlos Menem, cuya ex esposa Amira Yoma ya desnudó su hipocresía respecto del aborto.
Esa vieja casta política sólo es consecuente en defender los planes de explotación y entrega, en preservar sus privilegios y en sostener la desigualdad de las mujeres y el mandato social que ata nuestras vidas a la maternidad al servicio del capital.
La marea verde, al Senado
Según el último punteo, habría 28 votos a favor, 31 en contra y 13 sin definir. Para vencer el lobby vaticano y ganar, necesitamos profundizar la lucha.
En el bloque del PRO por ejemplo está el senador y ex ministro Esteban Bullrich, opusdeísta, que preside la Comisión de Presupuesto a la que quieren girar la ley. Por el lado del PJ tenemos a retrógrados como el salteño Urtubey y el tucumano Alperovich. Y en el caso del Frente para la Victoria, el oportunismo es moneda corriente. Bienvenido sea que Cristina ahora vote a favor del aborto legal por la presión de miles y miles de mujeres que no nos callamos más, pero no nos vamos a olvidar nunca que durante doce años el gobierno K cajoneó el proyecto en sintonía con la Iglesia Católica.
No hay dudas de que el movimiento de mujeres, miles de jóvenes feministas, disidentes y también muchos hombres antipatriarcales, logramos romper un dique. Y que después de la mañana del 14J algo muy profundo cambió en nuestro país.
El camino es la movilización y ahora tenemos que reforzar la lucha en todas las provincias y colmar la Plaza de los dos Congresos el día de la votación. ¡Seamos el doble que la vez pasada, para teñir de verde la caverna de senadores y para que el derecho al aborto, de una vez por todas, sea ley!
Nadia Burgos