A 97 años del Tercer Congreso de la III Internacional. La pelea por dirigir a las masas
Entre junio y julio de 1921 se realizó en Moscú el Tercer Congreso de la III Internacional. La táctica del frente único o frente único obrero para lanzar a los partidos comunistas a la disputa por la dirección de los trabajadores fue su gran aporte.
La Internacional Comunista fundada por Lenin y Trotsky fue quizás la mayor conquista subjetiva de la clase obrera mundial. En 1921 ya se contaban en más de 50 las organizaciones que la integraban: un verdadero estado mayor de la revolución mundial.
Sus primeros cuatro congresos, antes de sufrir la influencia y posterior burocratización del estalinismo, fueron una “verdadera escuela de estrategia revolucionaria”1. El tercer congreso abordó cuestiones tales como el análisis de la situación mundial, temas de organización de los principales partidos revolucionarios resumidos en las Tesis sobre la estructura, métodos y acción de los partidos comunistas, resoluciones sobre el trabajo de la Internacional Sindical, sobre la juventud y la pelea por los derechos de la mujer, entre otras.
De estos debates y resoluciones, uno de gran peso fue la táctica de frente único o frente único obrero. Una herramienta privilegiada para que los nacientes partidos comunistas, que poseían distintos grados de desarrollo, pudieran pelear por ganar la dirección de la mayoría de las clases trabajadoras de sus países, arrebatándoselas a las viejas direcciones oportunistas: los socialdemócratas y sus variantes.
El frente único obrero
El congreso del ’21 se realizó en una coyuntura de repliegue del gran ascenso revolucionario mundial que inició el triunfo de la Revolución Rusa en 1917. En noviembre de 1918 caen las monarquías alemana y austro-húngara. En marzo del ’19 se toma el poder en Hungría, aunque luego se pierde. Entre 1918 y 1919 en Alemania hay un poderoso ascenso obrero, que luego decae y hacia 1920 se recompone el gobierno socialdemócrata. A fines de ese año se dan grandes huelgas de ferroviarios, mineros y metalúrgicos en EE.UU. En el ’20 hay tomas masivas de fábricas y tierras por los trabajadores y campesinos en Italia, también una huelga general en Checoslovaquia y el Ejército Rojo ruso toma Varsovia.
A esta primera ola revolucionaria, inspirada en la crisis de Europa tras la Primera Guerra Mundial, que llevó a que se tomara el poder por un breve lapso en Hungría y Baviera, le siguió una serie de derrotas parciales. Entre ellas, estuvieron las derrotas de los obreros alemanes en marzo de 1921 y del levantamiento italiano, así como los reveses en Polonia del Ejército Rojo. Esas derrotas tuvieron que ver con el escaso nivel de preparación de los jóvenes partidos comunistas frente a direcciones oportunistas, que aun muy en crisis dirigían y traicionaron al movimiento de masas.
Por eso, si la primera tarea de la Internacional fue desembarazarse de los elementos centristas y colaboracionistas que no querían luchar, en este congreso el gran debate fue, como señala Trotsky, sobre cómo “aprender el arte de luchar”: “No se puede aprender el arte de la táctica y de la estrategia, el arte de la lucha revolucionaria, más que por la experiencia, por la crítica o la autocrítica. Dijimos en el Tercer Congreso a los jóvenes comunistas: ‘Camaradas, no queremos solamente una lucha heroica sino, ante todo, la victoria’(…)”
Y para disputar la dirección a los oportunistas había que convencer a los obreros de que los comunistas estaban dispuestos a movilizar por sus necesidades inmediatas sin ningún sectarismo. La táctica del frente único surge entonces como la necesidad de unir a todos los sectores de la clase obrera para enfrentar juntos la ofensiva de la burguesía. Su objetivo fundamental es movilizar a los trabajadores, justamente porque es en esa movilización donde la clase eleva su nivel de conciencia y organización para superar a las viejas direcciones. Si los revolucionarios se muestran ante las masas como campeones de esta unidad para movilizar, tienen allanada una parte importante del camino.
El llamado frente único por la base, que los sectarios inventaron tratando de obviar a las direcciones oportunistas, no toma en cuenta que los trabajadores confían en esos dirigentes y por lo tanto dicho llamado resulta casi inocuo para ellos, que no sufren ningún embrete, y es extraño para el conjunto que todavía responde a esas conducciones.
Así como en congresos anteriores Lenin, Trotsky y los bolcheviques enfrentaron a sectores centristas, en este tercer congreso tuvieron que enfrentar a las alas sectarias. En este caso fue un sector ultraizquierdista encabezado por el Partido Obrero Comunista alemán (KAP), pero también el sectarismo incidía en la dirección del oficial Partido Comunista Alemán (KPD). Ante una provocación del gobierno socialdemócrata, en vez de usar una táctica defensiva, éste llamó a una insurrección prematura cuando las condiciones aún no estaban maduras, sufriendo así una importante derrota táctica.
La pelea por la dirección
La táctica del frente único obrero es entonces una táctica para pelear por la más amplia unidad en la movilización, llamando a las direcciones oportunistas del movimiento de masas a movilizarse por necesidades concretas. No significa depositar ni un gramo de confianza ni mimetizarse con ellas, destinadas a traicionar todo proceso de lucha que se vean obligadas a encabezar, y por lo tanto es necesario seguir construyendo el partido revolucionario en la vanguardia obrera. Tampoco es una táctica cuyo objetivo central es desenmascarar en forma abstracta a las viejas conducciones, como pretenden algunos grupos sectarios que suelen exigir tareas o un programa extenso, al solo fin de demostrar la negativa de éstas a adoptarlo.
Se trata de partir de las necesidades básicas y las formas de movilización más sentidas por el movimiento de masas, de llevar la propuesta de unidad a las bases en los lugares de trabajo y las asambleas, para embretar con ellas a las direcciones oportunistas y pelear para que se logre movilizar. Es una táctica de unidad-enfrentamiento, ya que sobre la base de exigir para realizar acciones comunes, nunca el partido revolucionario rebaja su programa ni diluye sus diferencias con los oportunistas, y plantea siempre un programa para desarrollar la movilización a un punto mayor que el alcanzado por la acción unitaria.
Los sectarios de ayer… los sectarios de hoy
La táctica no es una táctica sólo para la acción sindical: es también una táctica política que vale tanto para rechazar una acción represiva como para plantear un programa de acción política o político-electoral de la clase trabajadora si las circunstancias lo requieren para que avance la conciencia del movimiento de masas.
Lamentablemente, a casi 100 años del III Congreso, muchas corrientes de izquierda autotituladas revolucionarias en la Argentina parecen no haber aprendido nada e incurren en los peores métodos sectarios. Como antaño, en la medida en que le terminan dando oxigeno a las direcciones traidoras, son en realidad funcionales a ellas. Para construir la alternativa sindical y política que tanto necesitamos los trabajadores es necesario superar estos errores, aprendiendo de las lecciones que la III Internacional y la lucha de la clase obrera mundial nos han dado.
Gustavo Giménez
1. Todas las citas son de León Trotsky, Escuela de Estrategia Revolucionaria (1921).