Editorial. Cambio de escena

¿Pasa el temblor? Se acerca el cierre de un año marcado por la crisis económica y política del gobierno de Mauricio Macri. La devaluación, el creciente endeudamiento y una fuerte recesión con sus consecuencias sobre el nivel de vida de la clase trabajadora y el pueblo generaron un fuerte deterioro de la imagen del gobierno que atravesó, a partir de mayo de este año, el peor momento de su mandato. Al mismo tiempo, el 2018 estuvo cruzado por importantes luchas obreras, feministas y estudiantiles. En este marco, el papel jugado por la «oposición», con el PJ en primer lugar, y las direcciones burocráticas fue clave para darle un respiro al macrismo y que éste llegue a diciembre con algo de oxígeno y habiendo logrado aprobar el presupuesto 2019 y desarrollado el G20 con una fachada de «éxito». Sin embargo, que hayamos entrado en un escenario donde se aleja la posibilidad de un estallido social o la salida anticipada del gobierno de Cambiemos, no significa en absoluto que hayan desaparecido las tensiones y debilidades de fondo producto de las políticas impulsadas por el gobierno y la crisis económica. Significa que desde el gobierno, la «oposición» política y la burocracia sindical han trabajado para instalar desde ahora el panorama electoral del 2019.

Amigos son los amigos. Es fundamental analizar las causas que han generado este nuevo escenario. Desde nuestra perspectiva, el papel jugado por las direcciones políticas y sindicales durante la coyuntura de mayor crisis política del macrismo -su «peor momento» reconocido por propios y ajenos- es el elemento clave para poder comprender la dinámica política actual. Para empezar, el PJ y la burocracia cegetista tuvieron el papel más lamentable en este proceso. Ya en diciembre de 2017 el bloque del peronismo federal y el massismo habían mostrado su voluntad de colaborar con la gobernabilidad del ajuste votando la ley de reforma jubilatoria. Picheto y los gobernadores volvieron a hacerlo ante la votación del presupuesto 2019. Esta votación se dio en plena revisión y renegociación de los acuerdos con el FMI. La complicidad del PJ, en todas sus alas, aunque con un papel destacado de sus gobernadores, le permitió al gobierno nacional asegurar el respaldo, y los desembolsos del FMI, en un momento de fuerte escepticismo internacional sobre la gobernabilidad del programa de ajuste de Macri y el FMI. La CGT, por su parte, estuvo completamente ausente de cualquier acción del movimiento de masas durante todo este período. Llamaron a no movilizar contra el presupuesto y sus voceros justificaban el accionar cómplice del peronismo en cada minuto que tuvieron frente a una cámara. Convocó paros a semanas de los picos de crisis y sin movilización buscando así canalizar y descomprimir la bronca que se acumulaba por abajo y empezaba a desbordar. Enterró toda convocatoria a un paro general.

«Hay 2019», para Macri. Durante todo este periodo el kichnerismo también tuvo un papel fundamental en garantizar la gobernabilidad. Su orientación política central, sintetizada en la consigna «Hay 2019» buscaba encauzar toda la bronca frente al ajuste hacia una salida electoral, justamente cuando la efervescencia en las calles crecía y se podía haber desarrollado una movilización nacional que derrote el plan del gobierno e incluso que lo obligue a su salida anticipada. El complemento de esto es la búsqueda de un «frente anti Macri» con los que votaron todas las leyes del gobierno. Nunca para movilizar. Sí, para proponerse como falsa alternativa electoral. Construyen el camino para una nueva frustración. El propio Kiciloff ha dicho que de llegar al gobierno no romperían el acuerdo con el FMI y continuarían pagando la deuda externa. Al tiempo que Cristina llamó a la unidad de pañuelos verdes y celestes y operó activamente en contra de la movilización contra la cumbre del G20.

A Luján si, al Congreso no. Las direcciones sindicales identificadas con el kirchnerismo también son parte del club de la gobernabilidad. En plena lucha contra el presupuesto prefirieron movilizar a Luján en vez de al Congreso. Por ejemplo en la marcha universitaria del 30 de agosto con 500 mil personas en la calle, la conducción K de la Conadu llamó a «votar bien» en 2019. Días después firmó el peor acuerdo salarial de los últimos años, todo para cerrar un proceso de movilización docente y estudiantil que desbordaba y golpeaba al macrismo en su peor momento. A esta perspectiva también han abonado los movimientos sociales del tridente de San Cayetano(CCC, Barrios de Pie, CTEP). Si bien la CGT traicionó abiertamente la pelea, las conducciones sindicales ligadas a los K, regularon los conflictos para empantanarlos y no hacer olas. Aire para el gobierno, sin dudas.

Lejos de lo que se necesita. Es necesario señalar que tampoco el FIT y los partidos que lo componen estuvieron a la altura de las circunstancias. En los momentos de mayor crisis, no impulsaron una convocatoria unitaria hacia la izquierda que pudiera intentar torcer el rumbo de los acontecimientos. La principal fuerza de ese frente, el PTS, presa de un electoralismo creciente se negó a plantear la necesidad de la salida del gobierno de Macri ligada a la convocatoria de una Asamblea Constituyente y boicotearon la coordinación del sindicalismo combativo. No pudieron siquiera realizar una campaña unitaria como frente ante la crisis política y su gran apuesta fueron actos por separado y con la vista puesta en 2019.

No les daremos paz. Pese a todo este colaboracionismo más directo o más encubierto para sostener la goberna-bilidad y dibujar un fin de año con paz social para Macri y un marco tranquilo para el G20, los problemas no desaparecerán y se vienen nuevas confrontaciones. La recesión, los indicadores sociales de crisis, la inflación que no afloja, los salarios retrasados… y los intentos por volver a la carga con las reformas reaccionarias pendientes serán factor de nuevas confrontaciones y de tensiones profundas que van a atravesar el proceso electoral de 2019. Seguiremos apoyando las luchas de lxs trabajadorxs, los movimientos sociales, las mujeres y la juventud, reclamando y preparando desde abajo el paro nacional y el plan de lucha. Impulsando la coordinación, el desarrollo del plenario del sindicalismo combativo y de nuestra corriente sindical ANCLA.

Fortalecer al MST. Nuestro partido estuvo en la primera línea de todas las luchas obreras, piqueteras, juveniles y feministas en estos meses. Por el salario, el aborto legal, en la lucha universitaria, por trabajo genuino, contra el presupuesto 2019 y el G20. El macrismo logró salir del tembladeral, pero las causas que llevaron a esta crisis siguen actuando y se han profundizado. Tenemos que poner en pie una alternativa de unidad de toda la izquierda que esté a la altura de las circunstancias cuando estas contradicciones vuelvan a emerger. Te invitamos a venir al MST para pelear juntxs por esa construcción unitaria.