Macri en el tobogán
Números rojos. Al calor de la crisis internacional que se prepara para pegar un salto, la economía argentina destaca entre las peores. Hace pocos días se conoció, que luego de mucho tiempo sin ostentar el primer lugar en nada, somos el país más endeudado con el FMI.
La intervención del Banco Central y la moderación pre electoral han colaborado con cierto freno al salto del dólar, pero eso no impide que continué la escalada inflacionaria, la destrucción del empleo, el crecimiento de la pobreza y la obtención de unos 1050 puntos, récord para Cambiemos, en el temido riesgo país.
Las alarmas están encendidas y los únicos números que el gobierno pretende mostrar como positivos están apoyados en el desplome de la actividad económica, el recorte del gasto público y la pateada para adelante de los oscuros resultados que propone el acuerdo con el FMI. La crisis integral del Modelo M está a la vista.
El mejor equipo de los últimos 50 años. En los últimos 15 días el gobierno de Mauricio Macri continuó su descenso en el tobogán político del país. Su deterioro es más que pronunciado. No precisamente por la actividad de la “oposición” que ha apostado a la gobernabilidad durante su mandato y ahora quiere capitalizar electoralmente su debacle. La crisis política del macrismo se explica por la ruptura de gran parte de la base electoral que lo había acompañado. También por la falta de confianza del propio establishment que ve que no avanzó a fondo con la aplicación de las reformas reaccionarias necesarias para avanzar a un país capitalista normal. Y ya se expresa en la crisis abierta al interior de Cambiemos y el reflote de todas las especulaciones en relación a su candidatura. Volvió con fuerza el reclamo del plan V, la cumbre del radicalismo puso en evidencia que lo único que ata al centenario partido al carro del macrismo son los negocios comunes y luego de varios minutos de que el hit “Mauricio Macri LYQTP” sonara en la sala, terminaron firmando un documento rastrero que pide ampliar el frente y que el radicalismo tenga una mayor participación. Los memes no esperaron siquiera a que el documento salga por la impresora instalada en Parque Norte.
En esto se ha transformado el “mejor equipo de los últimos 50 años”, en una máquina de desmentir bajadas, producir escuchas, carpetazos y perder elecciones provinciales, 11 de las 12 realizadas. A tal punto que peligra la performance de Vidal en territorio bonaerense y están negociando una suerte de colectora con Alternativa Federal para que la lleven como candidata también en su boleta.
La máquina de descomprimir. En este contexto, el paro convocado por las centrales para el 29 de Mayo puso en evidencia dos potentes verdades. Por un lado el accionar siniestro de la burocracia, que llamó a un paro sin programa, sin continuidad y sin medidas de lucha en la calle, evidentemente para descomprimir y contener la bronca que se acumula en cada una de las familias trabajadoras.
Por el otro, que la bronca no es un invento sino el resultado de un plan que no va más y que los trabajadores son conscientes de ello, por eso fue contundente y por eso la avanzada de las acciones fue la izquierda y el sindicalismo combativo con más de 60 cortes en todo el país y un importante acto unitario frente al obelisco.
El accionar de la burocracia tiene una explicación, sus distintas alas pueden tener matices en cuanto a que proyecto político acompañar en octubre, de lo que no dudan es que es atado al carro de las patronales y la institucionalidad burguesa. Le tienen terror a la organización obrera y a su actividad independiente, le tienen miedo a las acciones de calle desde que tuvieron que correr del palco. Saben que el horno no está para bollos y hacen lo que mejor saben, llamar a los trabajadores a confiar en el nuevo verdugo que vendrá después de las elecciones.
Una campaña monitoreada por sus propios dueños. Luego del entusiasmo de los primeros meses, el gobierno de Cambiemos a encendido todas las alarmas en los centros de poder del mundo. El FMI, Trump, capitaneando a todo el coro de repetidores estilo Bolsonaro o Piñera se meten de entrada en la campaña. Algunos jugando abiertamente por la continuidad de Macri aunque no todo es tan claro para los jefes del mundo, desconfían de las posibilidades de gobierno para avanzar con lo que faltan y empiezan a mirar con buenos ojos las opciones que se constituyen alrededor del PJ. No es casual que Alberto Fernández y Massa, dos comprobados “amigos” de la embajada yanqui estén logrando centralidad e incluso avanzando a un acuerdo. Mucho más lejos Lavagna y la alicaída Alternativa Federal son opciones para tonificar el espacio de centroderecha. En ese sentido, incluso, el macrismo alienta un esquema de colectoras cruzadas en Provincia de Buenos Aires y otras variantes, que ya parece naufragar a poco de andar.
Una casa pintada pero con la estructura podrida. Todos estos elementos son los que permiten que una estructura podrida y con lo peor de lo viejo se presente ante la sociedad como una hermosa oportunidad. La formula Fernández-Fernández se remonta sobre la debacle del macrismo y la falta de entusiasmo con sus fotocopias federales y sobre la base de difusas propuestas de crecimiento (que no se sustentan en cambios económicos o políticos profundos) han logrado ocupar el centro de la escena política como la opción más solida.
Sin embargo, su apelación a la “esperanza” trae consigo la continuidad de los acuerdos con el FMI, el sostenimiento de las empresas privatizadas, el esquema de saqueo de los recursos y la negación de derechos con el argumento de que “dividen a la sociedad” como por ejemplo el derecho al aborto legal, seguro y gratuito que coló con fuerza el movimiento de mujeres.
Como un caballo de Troya del siglo XXI, el regalo que prometen esconde frustraciones para el pueblo trabajador: continuidad y fortalecimeinto de la burocracia, los gobernadores socios del ajuste, pagarle al FMI y lo peor de la estructura corrupta y vertical del PJ.
La salida es por izquierda. La encrucijada que plantea la situación y las fuerzas en disputa no es sencilla, sin embargo nunca lo ha sido para las fuerzas que proponemos cambios de fondo.
Un verdadero revulsivo para que la izquierda logre ocupar un lugar protagónico en la agenda política sería la conformación de un gran frente que concentre y fortalezca las luchas parciales que se vienen dando. Permitiría establecer una cuña entre un sector de la clase trabajadora y sus direcciones que viran al peronismo de forma acrítica y rastrera.
Y si bien electoralmente el panorama es complejo, sería la mejor manera de afrontarlo apostando a poner en pie una nueva referencia que este al frente de los procesos que se vienen, ya que es claro que el capítulo electoral será un intermedio en el camino a un 2020 de conflictos durísimos.
Desde el MST venimos levantando la pre candidatura de Cele Fierro con un centro en llamar a la unidad de toda la izquierda obrera y socialista. En los últimos días comenzaron a realizarse reuniones en ese sentido con el FIT, como desarrollamos en la página 3. Sobre el cierre de la presentación de alianzas, seguiremos insistiendo en concretar este paso.