Nicaragua. A 40 años de la revolución: coyuntura y desafíos estratégicos
La última excarcelación de presas y presos políticos este 11 de junio, en Nicaragua; fue un triunfo rotundo de la presión del pueblo nicaragüense dentro y fuera del territorio. Familiares, amigos, vecinos y compañeres de lucha salieron masivamente a las calles a recibir a sus hermanas y hermanos. Esa postal de los presos en libertad es la prueba que la dictadura no ganó y que hay reservas en la nueva generación de activistas. A 40 años de la revolución de 1979, los desafíos para el pueblo nica.
A pesar de la constante represión policial y paramilitar, Brandon Lovo y Glen Slate encabezaron una marcha en la Costa Caribe para abrazarse con Jeffrey «El Nene»; Yubrark Suazo ante el recibimiento de toda la ciudad de Masaya agradeció bailando por horas al son de la marimba. Amaya Coppens, Bayron Estrada, Nahiroby Olivas, Dilon, Lucía, Miguel, Olesia y todos los demás excarcelados ese día pudieron reír y abrazar a sus seres queridos. Para lograr esta victoria, también, fueron centrales los esfuerzos que la diáspora y refugiados realizamos desde todos los lugares. La campaña permanente que sostuvimos durante el último año, estudiantes nicaragüenses exiliados, militantes del MST, de Anticapitalistas en Red y ahora la Liga Internacional Socialista, también dio sus frutos. Gracias al trabajo incansable para denunciar los crímenes de la dictadura Ortega-Murillo, movilizarnos hasta la embajada de Nicaragua en Argentina para exigir la liberación de cada compañero preso por luchar, conversatorios, visitas a las universidades; y el compromiso honesto de cada militante con la causa nicaragüense; hoy podemos ver los logros de ese trabajo internacionalista. Sin embargo, todavía nos faltan más de 89 personas que siguen secuestradas por la dictadura; y ni la Alianza Cívica, ni el Nuncio Apostólico del Papa, y ni Rosadilla como delegado de la propia OEA se hacen cargo. Por eso es importante seguir dando la pelea, pues tenemos todavía muchas tareas pendientes para liberar plenamente a todos los presos políticos todavía secuestrados por la dictadura y retomar el camino de todas las demandas del pueblo nicaragüense.
El juego del empresariado: desmovilizar y quedarse con el mandado
La política del «diálogo» desvió la rebelión popular y le salvó la existencia al orteguismo en 2018. Desde entonces, ya pasada la primera confusión, está claro en buena parte del activo de la juventud, que el diálogo de las cúpulas capitalistas y del clero, que coexistieron y compartieron negocios con el régimen durante años, es una farsa. Los que tienen que opinar y decidir son las mayorías, con quienes nunca hemos gobernado, para volver el protagonismo de los movimientos sociales y organizaciones territoriales de base; para que sea la población que trabaja quien defina sobre su futuro. Hay que denunciar como los autoproclamados «representantes» en la Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia legitiman el juego político impuesto por el régimen: la búsqueda de la mayor tajada en «la nueva Nicaragua», en el orteguismo sin Ortega, pero con sus cómplices, el empresariado.
Así la Alianza Cívica se consolida como el vehículo de los capitalistas hacia la silla presidencial; denunciamos como durante el último año no han querido declararse en desobediencia fiscal/tributaria y han seguido pagando impuestos al régimen. Aportes tributarios que alimentan la maquinaria represiva y el terrorismo estatal. La Alianza Cívica, la iglesia (como institución) y la comunidad internacional quieren desviar la energía social acumulada al campo electoral. Nos llaman a confiar en el empresariado como opción política «democrática» para que en definitiva nada cambie estructuralmente en nuestro país.
Retomar la movilización, impulsar una salida alternativa
Estamos convencidos que fue la Nicaragua autoconvocada y movilizada sin patrones, ni oportunistas quién logró desestabilizar al régimen. Pero sólo la Nicaragua organizada lo arrancará de raíz. Debemos construir organización para impulsar y orientar la movilización social, retomar el poder en las calles. Una organización que no se quede a medias en denunciar a las direcciones traidoras, y que rompa con la atomización sectorial para volver a ser un sólo puño golpeando al mismo tiempo, como en abril de 2018. Sin embargo, los enemigos de la mayoría social, los trabajadores, la juventud y el campesinado no están solamente en el gobierno. Esos son, en todo caso, los principales e inmediatos. Pero la oposición «empresarial» al orteguismo, no es alternativa, sino trampa y farsa. Por eso, nuestro planteo a la generación con la que compartimos el sueño revolucionario de una Nicaragua para los de abajo, no para los capitalistas y represores, es que hace falta discutir nuestra propia hoja de ruta:
· Autonomía Universitaria Real, sin intervención empresarial y gobierno de estudiantes, docentes y trabajadores.
· Estado laico. Separación Iglesia del Estado.
· Libertad a todos los presos políticos. Juicio y castigo a los represores y asesinos del régimen. Apertura de los archivos. Desmantelamiento del aparato de represión.
· Despenalización del aborto terapéutico.
· Educación universal, de calidad en todos los niveles.
· Servicios públicos de salud para todos.
· Servicios públicos estatales, bajo control social.
· Pleno empleo y con salario mínimo por igual al costo de la canasta básica.
· Tierra para quien la trabaja y no para corporaciones, ni transnacionales, ni mineras.
· Sin privilegios para los políticos/funcionarios públicos, con salario igual al de cualquier trabajador calificado; con mandato revocatorio y que estén obligados junto a sus familias a utilizar el sistema público (de educación, salud, transporte), pues si quieren gobernar que vivan como nosotros.
· Romper con el FMI para tener independencia y soberanía real para ejecutar nuestra autodeterminación. Así como auditar toda la deuda externa contraída por las cúpulas nicaragüenses.
· Abajo la dictadura de Ortega- Murillo
Por una Asamblea Constituyente libre, soberana y democrática, para reorganizar el país sobre nuevas bases económicas, sociales y otro modelo político.
Tenemos que ir por todo. Es Ortega-Murillo, son los empresarios «opositores», es el clero, los organismos internacionales. En definitiva: es todo el sistema y sus engranajes. Nada de lo viejo nos representa. No queremos mantener ni reformar lo mismo que nos trajo al día de hoy. Lo que no sirve, a la basura. Pongamos en pie una herramienta política sin personalismos, que trascienda lo electoral, aunque batalle en todos los terrenos. Que sea profundamente anticapitalista e internacionalista. En ese camino estamos los/as militantes nicaragüenses en el MST y la Liga Internacional Socialista.
Elmer Rosales, Ariana McGuire, estudiantes exiliados nicaragüenses
militantes del MST y la LIS