Democracia & Desarrollo: Alberto Fernández y el arte de calmar a los ricos
Esta semana se llevó a cabo en el MALBA el ciclo de conferencias “Democracia & Desarrollo” organizado por el Grupo Clarín. Este foro de las elites al que acuden políticos y funcionarios a exponer sus ideas frente a empresarios y funciona como una especie de concurso de talentos para que, aquellos que gobiernan, gobernaron o aspiran a hacerlo, demuestren frente al poder real que están en condiciones. En esta ocasión, el plato principal estaba dado por la participación de Mauricio Macri y Alberto Fernández, con el telón de fondo de la crisis abierta tras el resultado de las PASO. Mauricio dejó, como siempre, mucho material para memes que, si no fuera el presidente, serían graciosos. Alberto en cambio, dejó una serie de definiciones que nos proponemos analizar, adelantando que el agrado por parte de los empresarios (incluidos los organizadores) con su participación y sus dichos representa malas noticias para los trabajadores y el pueblo.
«La argentina no tiene posibilidad de caer en default si yo soy presidente»
Nuestro país, el mismo que Alberto pretende gobernar, tiene una deuda externa que ha crecido exponencialmente los últimos años. El acuerdo firmado por Macri con el FMI ha llevado esta situación a límites dramáticos, tanto es así que la mayor parte de los analistas económicos insisten en que ya estaríamos en default.
Por eso, la declaración de Fernández no es para nada apresurada, sino que responde a una definición muy clara, que luego en el transcurso de la charla se encarga de desarrollar. Su compromiso es hacer todo lo necesario para pagarle al Fondo Monetario la “deuda legítima adquirida por un gobierno democrático” y por si quedan dudas agrega “Hay que sacar del escenario que nosotros venimos a incumplir las deudas asumidas”.
Lo más interesante del asunto es que plantea que la herramienta fundamental para cumplir este objetivo sería el “dialogo con los acreedores”. No creemos que Alberto sea ingenuo, todo lo contrario, tal como lo alertamos durante años y en particular en la última campaña electoral, es el mismo Alberto que durante su mandato como jefe de gabinete le pago, constante y sonante, diez mil millones de dólares al FMI, si lo pensáramos en bolsos como los de López, que tanto escandalizan al candidato, no alcanzarían los conventos de Gran Buenos Aires para esconder tanta plata, sin embargo esto no parece generarle tanta indignación.
Justamente el resto de su exposición, apunta a explicarles a los empresarios como piensa lograr este primer objetivo fundamental de cumplir con el imperialismo, sin quita de deuda ni reestructuración, subordinando por completo las necesidades sociales a las necesidades de las patronales.
Gran acuerdo nacional contra los trabajadores
Así, con la enfocada atención de los bombarderos de la Plaza de Mayo, la libertadora y el golpe del 76, Alberto desempolvo el viejo axioma peronista de la colaboración de clases que fue música para los oídos de los empresarios.
El gran acuerdo nacional entre empresarios y sindicatos para contener la inflación (¿y los salarios?) y colocando al gobierno como “árbitro” para que de ese “diálogo” surjan medidas que nos convengan a todos.
Hay tantas mentiras juntas en estas definiciones que si las dijera pinocho su nariz debería medirse en kilómetros.
En primer lugar no hay diálogo posible entre patrones y trabajadores, sino intereses contrarios y contrapuestos. Los primeros han demostrado sobradamente que sus ganancias son lo único que los motiva y justamente exigen un salto en la súper explotación de los segundos para poder garantizarlas.
Los trabajadores mientras tanto venimos sufriendo las consecuencias del plan económico, cayendo sistemáticamente en la pobreza (el 30% de los trabajadores formales están bajo la línea de pobreza), sufriendo los avances de la flexibilización, la inflación desbocada y el deterioro de nuestras condiciones de vida.
En segundo lugar porque el empresariado, los especuladores e imperialistas de todo pelaje mostraron con claridad cuál es el “diálogo” que conocen, el lunes y martes posterior a las PASO tuvimos una buena prueba de eso. En solo 48hs se perdieron todos los acuerdos paritarios conseguidos en el año, los alimentos (a pesar del verso de la quita del IVA que fue al bolsillo de los empresarios) subieron 30% de un solo golpe y podríamos seguir toda la vida dando datos de como no existe posibilidad alguna de dialogar con quienes existen justamente por lo que le roban sistemáticamente a la gran mayoría del pueblo.
Sin embargo Alberto, con su traje de candidato aprovecha la fuerza de la enorme bronca contra el macrismo para prometer sin decir, sabe que cuenta para eso con el apoyo entusiasta de la burocracia sindical, la misma que durante estos años apoyó entusiastamente a Macri.
No habrá cepo, la inflación va a seguir y a lo sumo habrá alguna tibia medida de control financiero
Otro mensaje claro para su “distinguido” auditorio fue el de que “nunca copiaría a Moreno” dejando en claro que su relación será amable, sin guantes de box de por medio y sobretodo sin medidas de control sobre el dólar y los precios. Obviamente esto vino acompañado de la advertencia de que la “inflación será difícil de controlar” o, para decirlo en criollo, seguirá funcionando como un mecanismo perverso de apropiación por parte del Estado y el empresariado de una porción de los magros salarios de los trabajadores.
La crítica en este sentido hacia Dujovne, estuvo asociada a la derogación de un mecanismo establecido por el kirchnerismo para que de cada 100 dólares que ingresaban al país 30 queden en los bancos y 70 puedan ser volcados a la especulación directa (sic.). Como si ese instrumento restringido pudiera actuar sobre la enorme fuga de capitales que se produce en el país sin alteraciones desde hace años, fuga que representa casi íntegramente los dólares que “ingresaron” por el acuerdo con el FMI.
Alberto se propone entonces combatir el cáncer de la especulación financiera con la aspirina del diálogo y la concordia, quizás por esto también se esforzó mucho en pregonar el final de la “grieta” y habló de tener una transición ordenada con Mauricio.
¿Y la reforma laboral?
Como en los mejores tiempos de Borgi en Argentinos Juniors, el “bicho” Fernández gambeteo el debate sobre la reforma laboral (una de las principales preocupaciones de sus oyentes) aunque aclaró que el problema no es la ley sino “prender” la economía, cuestión que se presenta compleja en el actual escenario internacional donde el conjunto de la economía mundo parece encaminarse indefectiblemente a un nuevo pico de la crisis.
Sin embargo, a riesgo de ser desconfiados de sus buenas intenciones, su mensaje parece destinado a explicar que es posible con la actual legislación generar condiciones mejores para el empresariado. ¿Cómo? Una variante sería bajando el costo laboral vía devaluación, mecanismo que ya se puso en marcha y fue aplaudido por Fernández, otra posibilidad es mediante «acuerdos» sector por sector como fue el caso de la adenda flexibilizadora firmada por la burocracia petrolera. Cuenta para estos intentos con el acompañamiento de la burocracia.
Está claro también que la actual legislación no ha evitado que el modelo de Rappi, Uber y otros se instalen en el país provocando un salto en la precarización y la indefensión de los trabajadores, fundamentalmente de la juventud.
En esto, el candidato también refleja que es consciente de que la derrota en las PASO de su contrincante fue un rechazo a su plan económico de conjunto y a las promesas de avanzar “más rápido en la misma dirección” y el intento de una reforma laboral global en esas condiciones podría generar un enfrentamiento directo con la base social que lo utilizó como canal de ese rechazo.
A confesión de parte relevo de prueba
La comodidad de Alberto Fernández en el evento de Clarín y su promesa de terminar los enfrentamientos y unir a “los argentinos” para que “entre todos” saquemos el país adelante es una señal irrefutable de que su gobierno no traerá beneficios para el pueblo trabajador, sino más bien buscará sostener el actual orden de cosas.
Eso no impide ver, que ante el desastre provocado por el macrismo, una gran cantidad de trabajadores y trabajadoras hayan elegido al Frente de Todos para golpear al punto del knock out al “mejor equipo de los últimos 50 años”, pero es nuestra obligación ser críticos de estas ilusiones analizando los propios dichos y acciones del que promete construir un país diferente.
Desde el MST en el FIT Unidad creemos que el momento político amerita un debate profundo de medidas y proyecto, que no alcanza con depositar toda la confianza en un candidato (aunque puedan considerar que es mejor que otro) sino que es necesario refundar el país sobre nuevas bases.
En este sentidos venimos insistiendo en la necesidad de que el mensaje de las urnas fue contundente y Macri y el FMI tienen que irse de inmediato, sus medidas parche y sus falsos arrepentimientos solo buscan rescatar lo poco que puedan de votos para no desaparecer por completo. Así mismo, como se ha provocado un salto en el saqueo a las condiciones de vida del pueblo trabajador en los últimos días es fundamental que las centrales llamen a un paro nacional y a un plan de lucha para que no seamos nosotros quienes paguemos las “incertidumbres” del mercado.
Por último, para discutir de qué manera el país se reorganiza económico, social y políticamente es necesaria la convocatoria a elecciones anticipadas pero a una Asamblea Constituyente donde sea el pueblo el que discuta libremente y no dos candidatos ante un auditorio de empresarios y burócratas sindicales.
Casi en soledad sostenemos este planteo o más bien, haciéndonos eco del masivo de repudio a Macri, su plan económico y al FMI, el conjunto de las fuerzas del régimen comenzando por Fernández y el Frente de Todos se han concentrado en sostener a Cambiemos como una forma de presionarlo a realizar todo el “trabajo sucio posible”, también en la izquierda se han generado debates al respecto, debates que es importante profundizar de cara a lo que se viene.
Teniendo en cuenta estos puntos, el programa expuesto ante la crisis y el escenario que se avecina creemos, y queremos compartir con vos esta conclusión, que es fundamental fortalecer a la izquierda tanto en el terreno electoral como en el terreno de la acción directa en los lugares de trabajo, de estudio y en cada barrio. Porque más allá de los dichos de los candidatos y lo que finalmente intenten llevar adelante, el único sector que defiende tus derechos, que tiene un programa de salida de fondo a la crisis y que va a estar cuando el tiempo de las promesas le de paso al tiempo de la verdad, es la izquierda. En el MST tenés un lugar, organizate con nosotres.
Martin Carcione