Un mes y medio de gobierno. Otra vez ajuste
Todo para la deuda. El inicio del gobierno de Alberto Fernández y todos sus primeros pasos y medidas confirman que la prioridad y el eje ordenador de su proyecto es pagar la ilegítima deuda externa. El 21 de enero, el ministro de Economía Martín Guzmán anunció que el gobierno mandaría un proyecto de ley al Congreso “para la restauración de la sostenibilidad de la deuda pública externa”. Cada vez más rebuscadas las palabras para la notoria “reestructuración” o “reperfilamiento” de una deuda que no se debería pagar. El propio Alberto, en el debate electoral, denunció que la mayor parte de los fondos del préstamo del FMI “se fugaron y los llevaron los amigos de Macri”. Pero, en lugar de auditar e investigar semejante estafa, la reconoce y se compromete a pagarla. “La voluntad de pago está, pero para eso hay que generar capacidad de pago, y para eso hay que crecer”, dijo Guzmán en la rueda de prensa del 21. Es decir, todo el plan económico del gobierno estará al servicio de pagar la deuda.
¿De dónde sacar la plata? De campaña, Alberto apuntó a que “los que más tienen” serían los afectados por su gobierno. Pero desde que asumió, no para de pedirle “solidaridad” y “mesura” a los trabajadores y la clase media. Todos nos indignamos cuatro años atrás cuando Macri rebajó las retenciones ni bien asumió. ¿Qué hizo Alberto en sus primeros días? Sí, rebajó las retenciones a mineras y petroleras y aplicó un ajuste insignificante al agro. ¿Y las privatizadas que tanto lucraron con los tarifazos de Macri? Lejos de retrotraer los tarifazos a 2017 como había propuesto el PJ “opositor” Alberto congeló las tarifas actuales –convalidando todos los aumentos– y encima les aumentó en $75.000 millones los subsidios que recibirán. En campaña, Alberto dijo que entre los bancos y los jubilados, priorizaría a los jubilados. Pero una vez en la Rosada, con ley de “emergencia” de por medio, congeló la movilidad de las jubilaciones y bajó el impuesto a la renta financiera. Mientras tanto, con una inflación superando el 50%, Alberto le pide “mesurar los pedidos salariales” a los trabajadores, que vienen de recibir irrisorios bonos en cuotas. No hay aumentos en planes sociales y se reedita el inútil programa de Precios Cuidados mientras se restituye el IVA a los productos de la canasta básica. El impuesto del 30% el dólar, por su lado, afecta principalmente a la clase media. En síntesis, el plan Alberto cuida las ganancias de los bancos, las privatizadas, las mineras y petroleras, y ajusta a los trabajadores y la clase media para juntar la plata para pagar la deuda.
Dime con quién andas… Las primeras reuniones de Alberto presidente hablan por sí solas. A la semana de asumir, Fernández se reunió en el SMATA con sectores de la industria automotriz para discutir los lineamientos del pacto social que pretende imponer a los trabajadores. El mismo día se reunió con el monseñor Ojea de la Conferencia Episcopal Argentina, ya que la Iglesia –¿cuándo no?– sería un componente central del pacto. Al día siguiente, se reunió con la Asociación Empresarial Argentina, con la asistencia de magnates como Rocca (Techint), Magnetto (Grupo Clarín) y Pagani (Arcor). ¿La primera reunión con una delegación extranjera? Por supuesto, con los representantes de Estados Unidos. ¿Su primer viaje al exterior? Al Estado genocida y racista de Israel. Todas señales de las prioridades y la orientación del nuevo gobierno.
El agua no se negocia. Alberto ha dejado en claro que los motores de su plan económico son la minería y el fracking. Sus compromisos con el FMI se basan en demostrar su capacidad para ajustar y en incrementar la extracción de minerales e hidrocarburos para juntar los dólares para la deuda. Pero, de arranque, encontró un obstáculo en Mendoza. Allí, el gobernador Suárez (radical de Cambiemos), con el apoyo y los votos de todo el bloque peronista, votó una ley a fin de año que permitiría el uso de cianuro para la megaminería en la provincia. A pesar de las fiestas, el pueblo mendocino estalló, con movilizaciones masivas y cortes de ruta por toda la provincia. Los mismos legisladores tuvieron que volver a sesionar para derogar la ley que habían aprobado una semana antes. Fue una muestra de lo que puede venir. Tanto en la desilusión de miles con los legisladores del PJ y del kirchnerismo, como en la capacidad de lucha del pueblo movilizado.
Hay otro camino. Desde la izquierda advertimos que el cambio que se podía esperar del nuevo gobierno estaría limitado por su prioridad de pagar la deuda y su compromiso con el poder económico capitalista. Sus primeros pasos corroboran nuestra advertencia. Los trabajadores vamos a tener que seguir en las calles para defender lo nuestro. Desde el sindicalismo combativo tenemos que postularnos para dar esas peleas y brindarles un marco de coordinación y organización. Desde el MST en el FIT Unidad, tenemos el desafío de ofrecer una alternativa política que realmente priorice a los trabajadores, los jóvenes, las mujeres y los jubilados, a cuesta de los bancos, privatizadas y capitalistas que generaron la crisis que padecemos. En esta edición presentamos varias de nuestras propuestas, que son posibles y necesarias para que la crisis no la paguemos otra vez los de abajo.