En las crisis, el capitalismo patriarcal feminiza aún más el cuidado
Son femeninas las ramas de trabajo peor pagas, que junto al trabajo hogareño garantizan en este momento las respuestas frente a la pandemia.
La primera línea para enfrentar al coronavirus son las enfermeras y médicas, ya que casi un 80% del personal de salud, a la que se ve como una extensión del cuidado doméstico, son mujeres. Y trabajan sin insumos ni personal suficiente y con planes oficiales que no prevén lo indispensable. Resisten y nos cuidan aun con mayor riesgo de contagio. El gobierno se apoya en los aplausos masivos para seguir romantizando estas tareas o a lo sumo “compensarlas” con un magro bono. Similar es la situación de las docentes, a cuya tarea pedagógica le suman la de atajar problemas sociales. ¡Salarios y condiciones de trabajo dignas!
Otra cara de la mayor feminización del cuidado en las crisis son las tareas domésticas, no reconocidas ni remuneradas. El cuidado de hijes, adultos mayores y personas con discapacidad, hacer las compras con un presupuesto cada vez más corto, hacer la comida, limpiar y ayudar con las tareas virtuales de les chiques, todo sigue recayendo más en las mujeres. Así como se descuida a la primera línea frente al coronavirus, también se oculta esta doble tarea que la gran mayoría de las mujeres realizamos. ¡Más jardines, salitas, comedores y geriátricos públicos y de calidad para cuando termine la pandemia!
Asimismo, hay otra primera línea femenina que trabaja en extrema precarización, que se profundizó durante el macrismo y no ha sido resuelta aún por el gobierno de Fernández: las trabajadoras de la línea telefónica 144, de atención, contención y asesoramiento en situación de violencia de género. El gobierno dice que “reforzó” la atención, pero las compañeras siguen tan precarizadas como antes de la pandemia. Siendo todas mujeres, es casi violencia institucional de género. ¡Pase a planta permanente y aumento salarial ya!
Impulsamos y apoyamos todos estos reclamos, mientras seguimos luchando por construir una Argentina y un mundo en donde las tareas de cuidado no sean una carga individual y obligada por el solo hecho de ser mujeres o disidencias.