El machista Bublé
Hace días estallaron las redes por varios ‘vivos’ que Michael Bublé hizo con su pareja, Luisana Lopilato, en cuarentena, donde se ve cómo él la violenta, la agarra del brazo o la ningunea y la critica “por hacer todo mal’’. Después de la declaración de la actriz negando toda violencia de género, el debate se centró en que ella salió a defenderlo y ahora, en cuántas señales corporales de Luisana alertan violencia con cierto chiste nombrandola como la nueva Marina Joyce… ¿Y Bublé?
En esta sociedad capitalista y patriarcal todos los vínculos sexo-afectivos que establecemos sostienen relaciones de poder. El problema está en que el patriarcado nos marca la cancha desde nuestra infancia, presentándonos un modelo familiar heteronormativo como “orden natural” que normaliza la opresión a las mujeres por medio de mandatos sociales.
Nosotras debemos ejercer un rol multifacético de esposas, madres, maestras, limpiadoras y cuidadoras bajo la presión del “amor” (sin recibir remuneración alguna). Ponemos en sacrificio nuestra autonomía a cambio de un supuesto amor eterno que a veces reproduce violencia física y/o psicológica ante cualquier signo de rebeldía frente a esos mandatos establecidos.
Por supuesto no termina ahí, porque cuando decidimos romper el círculo de violencia y denunciar, ‘’somos responsables’’ nosotras de provocar la situación y entonces empezamos la ardua tarea de buscar credibilidad social (nuestra familia, la policía, la justicia, medios de comunicación, etc) para ser legitimadas. Pero a menudo todas estas instituciones nos re-victimizan, sometiéndonos a la repetición del acto violento.
Amiga, ¿date cuenta?
La cuarta ola feminista llegó para quedarse y cuestionar todo. La preocupación frente a esta situación es un reflejo del repudio a la violencia de género y en ese sentido es positiva. Sin embargo, es importante recordar que no todas las mujeres identifican estar sometidas a situaciones violentas.
Es evidente que Bubblé es violento, el problema está en interpelar públicamente las declaraciones de Luisana. La revictimización también es tratar de “tonta” a una víctima por no dimensionar la violencia. Nuestro rol como terceras que vemos una situación así no es pedirle señales corporales a Luisana vía redes sociales para que nos confirme sufrir violencia de género, sino interpelar al circulo de confianza de la víctima para que se concrete el acompañamiento profesional.
Allí es donde el Estado debe estar presente para garantizar asistencia psicológica, jurídica, económica, habitacional y laboral. También para prevenir y erradicar la violencia, educando para identificarla a tiempo. La Educación Sexual Integral con perspectiva de género, feminista y disidente en todos los niveles educativos, resulta fundamental para combatir el machismo, brindarle herramientas a la persona violentada y asesoramiento a quienes deben acompañar.
Pero, la Ley 26.150 de ESI está aprobada desde 2006 y sigue sin tener el presupuesto necesario. No se capacita a docentes y todos los gobiernos privilegian las relaciones con instituciones religiosas que actúan en contra de nuestros derechos.
En lo que va de 2020 ya hay más de 80 femicidios registrados, incluidos 20 travesticidios. La violencia de género es otra pandemia y se necesitan medidas urgentes para erradicarla. Apenas $ 18 se destinan hoy por cada mujer por año, la línea 144 no da a basto y sus trabajadoras están precarizadas, tampoco se abren más casas-refugio, siendo que el país tiene menos de la décima parte de lo que hace falta…
¿Cuántas muertas más faltan para que el gobierno nos destine un presupuesto de emergencia suficiente? Hay cientos de propiedades vacías que podrían utilizarse como refugios, lo mismo que hoteles sin uso por la cuarentena, que podrían usarse como refugios. También es necesario que se aplique la Ley Micaela en todo el país.
Las feministas socialistas sabemos que todo esto se puede hacer ya mismo si se dejan de destinar miles de millones a la Iglesia Católica, a la educación religiosa y al pago de la deuda externa. Por eso le exigimos al gobierno y a la ministra de Mujeres (ponele) que si se va a lavar las manos, sea por prevención al COVID19 y no por las políticas públicas que necesitamos.
Marisabel Lombardi y Micaela Escobar. JS CABA.