¿Salud y privacidad, una dicotomía? Más que CuidAR, es espiar
El viernes 8, junto a flexibilizar la cuarentena, AF anunció que las y los trabajadores que vuelvan a sus tareas “deberán” bajar a sus dispositivos móviles una aplicación que, en teoría, serviría para monitorear mejor la evolución de la pandemia. El problema surge si empezamos a ver con mayor detenimiento las implicancias de esa aplicación. Posee permisos para, mediante GPS, monitorear la ubicación de toda persona que la instale. Se la anuncia como “una herramienta de prevención”, ¿pero por qué ceder tremendo derecho de privacidad? ¿Es una solución efectiva para prevenir la expansión de la pandemia? ¿No hay acaso otras alternativas para no oponer privacidad y salud?
Si vamos a la parte legal, la Ley 25.326 de Protección de Datos Personales establece la no obligatoriedad de entregar datos sensibles (como el estado de salud). Sólo permite anularla si surgen motivos excepcionales de emergencia e interés general y mediante una ley. Los DNU que de la cuarentena nada dicen al respecto. Por eso no hay ninguna obligación ni necesidad de ceder nuestra privacidad al CuidAR. Sobre todo, porque hay otras alternativas con menor afectación de la privacidad, mayor protección de datos y mayor autodeterminación de la información personal.
Existen formas más benévolas de utilizar la tecnología para mejorar los monitoreos sanitarios.
Por ejemplo, en varios países de Europa usan una app que mantiene el anonimato: sólo intercambia firmas anónimas si dos dispositivos móviles están próximos. Así, si al usuario le da positivo en el test de COVID-19, no se envía su nombre sino únicamente el número de firmas que intercambió en dos semanas. Es más efectivo para el control estadístico de los contagios, sin vulnerar los derechos de privacidad, y permite preparar mejor las medidas necesarias.
Ni espionaje ni control social
Si bien CuidAR ahora le permite al usuario un monitoreo optativo, aun cuando el celular esté apagado, en algunos casos el sistema operativo puede conocer todos tus movimientos y ubicación. Como esa geolocalización forzosa despertó desconfianza y críticas, ya el gobierno tuvo que ordenar cambios en la aplicación. Además no está claro mediante qué norma dispuso AF esta app o si es otro negociado similar al de Larreta y su fallido sistema de escrutinio. Tampoco se descarta que el cúmulo de datos recopilados por CuidAR no sea vendido para fines comerciales.
Seguir con estas herramientas y en modalidad obligatoria es otro paso en las políticas de ciberpatrullaje que impuso la ministra de Seguridad. No es para cuidarnos, sino mayor autoritarismo y presión represiva. A la vez sirve de excusa para no aplicar testeos masivos y medidas efectivas para cuidar a los trabajadores, ya que el gobierno más bien las declara esenciales no por necesidad social sino por lobby empresarial. Por lo tanto, proponemos:
- Derogar la obligatoriedad del uso de CuidAR, por afectar la privacidad y ser un peligroso mecanismo de control social. Ni siquiera todo trabajador está en condiciones de usarla, ya sea por no poseer un Smartphone u otros motivos.
- Auditoría pública y libre de las aplicaciones, con involucramiento de las organizaciones por los derechos digitales. Esto contribuye a la transparencia en el Estado y a que el pueblo sepa qué se hace con sus datos sensibles.
- Cambiar la modalidad de recolección de datos de CuidAR, para que se registren datos de forma anónima y sin rastreos de geolocalización en manos del Estado y del gobierno.
Matías Demarchi (JS),
activista por los derechos digitales