Coronavirus y cerco policial en Villa Azul
Coronavirus y cerco policial en Villa Azul
Ensayo general para la farsa actual, teatro antidisturbios
Durante la noche del domingo 24 de mayo, todos los medios de comunicación reflejaron una terrible noticia que lamentablemente era cada vez mas previsible. 53 vecinos de Villa Azul, en el límite de Avellaneda y Quilmes dieron positivo de COVID-19 y otros 50 están a la espera de la confirmación de sus diagnósticos. Una noticia que asusta por lo que simboliza: Villa Azul es la punta del iceberg de un fenómeno que mas temprano que tarde se va a extender a otros barrios humildes del conurbano como ya sucedió en los de CABA. Y la respuesta de los gobiernos a esa situación es un ensayo general de lo que vendrá.
A 17 días de la flexibilización de hecho de la cuarentena por parte de Rodríguez Larreta y Kicillof en el área metropolitana, ya comienzan a verse crudamente las consecuencias en el aumento de la circulación comunitaria del virus y el crecimiento geométrico en los barrios populares.
Esa fatídica conferencia de prensa del 9 de mayo, en la que ambos gobernadores sobreactuaban para la tribuna diciendo que el AMBA se mantenía en cuarentena fase 3 y sin cambios por el crecimiento de casos que ya se empezaba a manifestar, fue contrarrestada 24 horas después cuando Kicillof anunció la apertura de mas de mil industrias en el conurbano y Larreta habilitó el funcionamiento de cerca de 45 mil comercios en toda la ciudad. Comenzaba a hacerse evidente que ambos gobiernos no tenían la más mínima intención de invertir los recursos necesarios en subsidios y ayuda social para garantizar una cuarentena estricta que no se desborde por hambre y que además finalmente cedían a las presiones de gran parte del empresariado que en cada declaración pública decían combatir. El doble discurso, marca registrada del gobierno de la década desaprovechada, había vuelto con todo.
El crecimiento acelerado de la circulación de miles de trabajadores producto de esas medidas, tanto desde el conurbano hacia CABA como entre los propios municipios bonaerenses y barrios de la ciudad, echó por tierra en la primera semana el discurso de Larreta de que el problema se circunscribía a las villas y geriátricos, duplicándose los casos también en el resto de los barrios de la ciudad.
Por otro lado, las carencias cada vez mayores producto del abandono del gobierno nacional y provincial a los sectores mas humildes del conurbano generaron una ruptura de hecho de la cuarentena en las villas y barrios populares, desde donde cientos de miles salen cotidianamente a conseguirse el sustento que el Estado no les garantiza. ¿Alguien cree seriamente que una familia que subsiste con dos o tres planes sociales de 8500 pesos va a resolver sus necesidades sin changuear por tres meses solo con un miserable bono de 3 mil pesos y por única vez? ¿Alguien cree que una empleada doméstica o uno de comercio de los tantos negocios que abrieron y trabajan en negro van a mantener su trabajo porque el presidente firmó un decreto que “prohíbe” los despidos? ¿Se puede ser tan cínico de creer que los cinco millones de trabajadores informales del conurbano de los que Alberto Fernández “registró” su existencia en estos meses y viven de changas y venta ambulante como único ingreso para mantener a sus familias iban a subsistir con un bono de 10 mil pesos por mes si tuvieron la suerte de cobrarlo?
¿Se puede ser tan hipócrita de declarar que “la comida no le va a faltar a nadie” y (hay que decirlo de una vez porque avergüenza) reducir drásticamente la comida a todos los movimientos sociales y comedores y congelar la movilidad de planes sociales a niveles que ni el gobierno de Cambiemos se animó?
Esta es la cruda realidad que explica hoy lo que pasa en Villa Azul y mañana en los barrios en los que lamentablemente también se descubrirán cientos de casos. No los “hábitos” de higiene de la gente o que los niños jueguen a la pelota en las calles del barrio como se escuchó decir a algunos funcionarios poco funcionales.
Las respuestas del gobierno provincial y las intendencias de Avellaneda y Quilmes en Villa Azul, como ya nos vienen acostumbrando fueron escasas y limitadas. En un barrio donde viven hacinadas más de 5 mil personas, y en el marco del programa Detectar sólo se testeó a las 125 vecinos que manifestaron tener síntomas. A pesar de que 53 de los primeros 75 resultados dieron positivo, no se testeó a nadie más. Sabemos que es imposible testear a la totalidad del barrio y a nadie se le ocurre plantear semejante locura como a veces se nos atribuye. Pero al menos debería ser testeado el entorno familiar, los vecinos mas cercanos y quienes hayan interactuado con los casos con síntomas para así poder actuar con mayor rapidez antes de que el virus sea esparcido por todo el barrio por los casos asintomáticos que estadísticamente siempre son muchos mas. Se alojó a parte de los 53 positivos en las instalaciones de la UNQUI habilitadas al efecto, pero debería ampliarse esa medida a más vecinos que lo necesiten.
La política central de los gobiernos para el barrio fue rodearlo de policías, gendarmes y militares e impedir la salida de los vecinos y la circulación interna con patrullas armadas. Esa política fue expresada en el terreno por el ex servicio de inteligencia del ejército en Santa Cruz, legalizado por el peronismo como Ministro de Seguridad, Sergio Berni al grito de “Acá no entra ni sale nadie por 14 días…” para suavizar después diciendo “…les vamos a garantizar lo necesario para sobrevivir por ese tiempo”. Llegaron al colmo de correr por derecha al PRO (algo realmente difícil) diciendo que eso mismo debería haberse hecho en la villa 31 de CABA. Decenas de vecinos encendieron fogatas durante la noche en rechazo a esta actitud prepotente, y desesperadas ante el echo cierto de perder sus trabajos.
Mientras escribimos esta nota y a un día de comenzado el cerco, no se ha repartido absolutamente nada a los vecinos aislados. Ni comida, ni artículos de higiene ni nada, mostrando además el nivel de improvisación e ineficacia del operativo.
Varios compañeros de nuestro movimiento “Teresa Vive” que viven en el barrio nos transmiten permanentemente que ninguna autoridad se está contactando con ellos para cubrir sus necesidades.
Nieves, una de ellas nos decía por audios: “…estamos encerrados, está lleno de milicos por todos lados, nadie nos pregunta ni nos informa nada. Por la tele anunciaron un bolsón por familia que no repartieron todavía. En el barrio no hay pan porque impiden ingresar a los panaderos que lo proveían. Ni siquiera pueden dejar las bolsas de pan en el cerco. No nos permiten vernos en las vallas con nuestro movimiento teresa Vive ni siquiera para que nos arrimen productos de primera necesidad que nos ofrecen. La verdad que desde los 70 que no se veía una cosa así…”
Sin invertir en mas testeos, sin aumentar considerablemente los subsidios a todos los que lo necesiten, sin triplicar las raciones de comida que se reparten a los movimientos en los barrios, sin invertir en muchos mas refugios para los contagiados y sus familias y sin garantizar un salario social permanente a aquellos que pierdan sus empleos en negro, no hay posibilidad de sostener una cuarentena estricta en el tiempo. Y es falso el argumento de que no hay recursos para eso. Aplicando verdaderos impuestos progresivos a las grandes fortunas se pueden obtener. No alcanza con alardear ante los medios con un proyecto absolutamente limitado y que ni siquiera están tratando en el parlamento.
Si no se toca a los ricos, la cuarentena termina en represión.
Fernando Villoslada