Aniversario del Mayo francés: “Sean realistas, pidan lo imposible”
El mayo francés fue un levantamiento revolucionario encabezado por la juventud contra el autoritarismo del estado y sus instituciones, contra el capitalismo, el imperialismo y la sociedad de consumo.
Escribe: Gustavo Giménez
En enero de 1968, cuando el ministro de Juventud y Deporte inauguraba una piscina en la Universidad de Nanterre, Daniel Cohn-Bendit, un estudiante que luego fue conocido como uno de los líderes de la protesta, le reprochó al funcionario que en su libro sobre los estudiantes no trataba el problema sexual de los jóvenes. En aquellos años no se podía acceder libremente a todos los dormitorios, ya que estaban divididos entre pabellones para hombres y otros para mujeres.
Esta pequeña anécdota reflejaba en realidad un mundo que estaba cambiando profundamente. El piso estaba por moverse bajo los pies de los mandamases de una potencia que había, luego del Plan Marshall y el boom económico europeo, crecido fuertemente durante diez años.
Distintos elementos confluyeron. Al interior del país la situación de los trabajadores venía deteriorándose, se registraban medio millón de desocupados y dos millones cobraban el salario mínimo. Los barrios de obreros inmigrantes, como el que rodeaba la Universidad de Nanterre, eran los más castigados. Existía además en la juventud un importante repudio a las misiones coloniales de Francia en Argelia y Vietnam.
El ‘68 fue un año bisagra en el cual la revolución, que se había trasladado a las colonias gracias a las traiciones del estalinismo al finalizar la Segunda Guerra, retorna a los países centrales. Junto al estallido francés, debemos contabilizar el levantamiento contra la burocracia soviética en la llamada “Primavera de Praga”, la gran movilización de los estudiantes mexicanos que terminó en la “Masacre de Tlatelolco”, el movimiento por los derechos civiles y contra la guerra de Vietnam en EEUU, y en la Argentina, un año después, la semiinsurrección obrera y popular que terminó con la dictadura de Onganía, “el Cordobazo”, por solo mencionar los procesos más importantes.
Fue el final de una década en la que impactaron en la vanguardia dos revoluciones que, expresaron a la vez sendas crisis del aparato estalinista mundial, la revolución cubana y la Revolución Cultural en China.
De marzo a mayo
El “22 de marzo”, estudiantes independientes, trotskistas, anarquistas, maoístas, toman la sede administrativa de la Universidad de Nanterre y fundan el movimiento que tomará el nombre de la fecha de esta ocupación. Exigen que se termine con las prácticas autoritarias a su interior y levantan un programa de cambio radical de la sociedad. Se proponen decidir todo en asambleas democráticas. Fue el comienzo de una seguidilla de acciones que van a desembocar en los acontecimientos de mayo.
El 3 de mayo, el decano Grappin ordenó el cierre de la Universidad de Nanterre y entonces las protestas se trasladaron a la céntrica Sorbona de Paris, que fue ocupada ese día. Su decano recurrió a la policía, la que violando la autonomía universitaria, reprimió a los estudiantes allí congregados deteniendo a más de 500. Los estudiantes chocan con la policía en defensa de los detenidos y finalmente la Sorbona también es cerrada. Las organizaciones estudiantiles declaran un paro general exigiendo la libertad de los presos. El lunes 6 de mayo, 20.000 estudiantes se movilizan al barrio latino, en el cual son nuevamente chocan con la policía, a la que responden arrojando adoquines.
El 7, columnas estudiantiles en las que se ven muchos obreros, más de 40.000, llegan cantando la internacional a los Campos Elíseos, el barrio de la elite parisina. El 10, se produce en el barrio latino, la que es conocida como “la noche de las barricadas”. Frente a un poder político desbordado que intenta frenar el levantamiento con represión, más de 30.000 estudiantes libran una verdadera batalla campal con la policía, que va a torcer el rumbo de los acontecimientos.
El primer ministro Pompidou, recién llegado de Afganistán, anuncia la reapertura de la Sorbona, amnistía para los estudiantes presos y el inicio de un plan de reformas. Llega tarde, la protesta recrudece. El PC que dirigía la CGT, la central sindical más importante, cambia parcialmente su orientación de boicot a la pelea estudiantil y estigmatización de sus dirigentes y se suma a la protesta. Lo hace para intentar montarse en el movimiento y frenarlo.
El 13 de mayo se realiza la huelga general más importante de la historia de Francia. Paran 9 millones de trabajadores y se movilizan cientos de miles, en la concentración más importante después de la Segunda Guerra. Se entonan consignas como “Buen aniversario, mi general”, “Diez años es suficiente” (De Gaulle había asumido en 1958), “Gobierno popular”… Los estudiantes toman la Sorbona. El proceso huelguístico paraliza el país durante más de un mes.
En los días subsiguientes y hasta el 24 de mayo, en la que se realizó una gran movilización, se realizan todo tipo de acciones. Se toman las plantas de la Sud Aviation, Renault y se paraliza toda la industria. Se suman a la huelga los controladores aéreos, mineros, trabajadores del transporte, gas, electricidad y periodistas de radio y televisión.
Se forman comités en los lugares de trabajo, universidades, institutos superiores, en medios de comunicación, se extiende un verdadera organización popular espontanea en todo el país, que impone una fuerte huelga general, pero que carece de una dirección centralizada. Los estudiantes quisieron coordinar con los obreros y miles marcharon a la Renault, pero los sindicatos, dirigidos por el PCF, no permitieron que se abrieran los portones de las fábricas para evitar su confluencia.
La crisis es tan profunda que, el 29 de mayo el presidente De Gaulle falta a una reunión de ministros convocada por él. Se dirige a Alemania a visitar las tropas francesas estacionadas allí y a su general Charles Massu. Se corren todo tipo de rumores sobre el curso que seguirá. El 30 regresa, anuncia que no va a dimitir y llama a elecciones en 40 días, las que, apoyado en las otras fuerzas de derecha, va a ganar. Para sostener sus anuncios convoca a una manifestación de 300.000 derechistas en Paris. Logra retomar la iniciativa y no cesa en una línea represiva durante junio hasta que logra derrotar al movimiento.
El final
El gobierno quedó tambaleando producto de un alzamiento obrero- estudiantil que durante varias semanas obró cual poder alternativo a la Francia capitalista. Pero el movimiento careció de una dirección firme que le permitiera avanzar sostenidamente. Esta debilidad le permitió al Partido Comunista, que intentó desde un comienzo desmontar la pelea, maniobrar, negociar con la burguesía y el gobierno francés, en el acuerdo de Grenelle, algunos logros económicos, con el objetivo de ir reduciendo los objetivos a alcanzar y desmontar la huelga general, aprovechando que no existía dirección alternativa.
La acción combinada de la represión cada vez más fuerte del gobierno con el levantamiento fábrica por fábrica de la huelga general por la acción del PC, fue liquidando el movimiento y con el retiro de la clase obrera provocando el agotamiento de la movilización estudiantil durante junio. Sin embargo, esto no fue una tarea sencilla para el gobierno, la burguesía y la burocracia estalinista. La fuerza de la revolución fue tal que a mediados de junio todavía continuaban cuatro millones de trabajadores en la huelga.
El mayo revolucionario fue así desarticulado, pero De Gaulle queda herido de muerte, pese a haber ganado las elecciones. Un año después, luego de perder el plebiscito para sostener su continuidad, debió renunciar.
Algunas conclusiones
El Mayo francés fue el epicentro de un proceso mundial que, con la juventud a la cabeza, cuestionó las bases mismas del capitalismo pegando en uno de sus centros y surgió por fuera de la conducción del aparato estalinista.
Expresó junto a sus peleas democráticas y anti imperialistas, una verdadera revolución cultural que se desarrollaba en la juventud de aquellos años, que también se expresaba en otros fenómenos como el movimiento hippie, las grandes acciones y recitales contra la guerra en EEUU como Woodstock (1969) y el desarrollo de una nueva ola feminista que se afirmará en la década del 70.
Cuestionó la sociedad de consumo capitalista, los valores de este régimen podrido y reavivo la llama de que la revolución es necesaria y posible detrás de la fuerza de sus protestas y sus consignas: “la imaginación al poder”, “prohibido prohibir”, “la humanidad va a empezar a ser feliz el día que se cuelgue al último capitalista con las tripas del último burócrata”, etc.
En este mundo actual, cruzado por la decadencia de la pandemia capitalista, cobra más importancia que nunca la tarea que relanzaron los revolucionarios del ‘68, la necesidad de una sociedad verdaderamente socialista, basada en la democracia de los que luchan. Parafraseando su lema, más que nunca “seamos realistas, hagamos lo imposible”.
Para ello desarrollemos una gran herramienta revolucionaria, la que les faltó para concretar su sueño, la que estamos empeñados en construir desde el MST (U) y la LIS.