Caraza, territorio abandonado por todos los gobiernos
Este barrio, y los lindantes, han sido noticia en los últimos días, por rebrotes del virus y en especial por los casos de covid-19 que llevaron a la clausura transitoria del Coto de Lanús, en especial después del escándalo que organizo el gerente, hoy procesado. Pero para pensar este pedazo de Lanús olvidado, es necesario ver todo lo que pasa allí.
Desde hace días, el barrio se encuentra sin luz y sin agua. Elementos esenciales en esta época, pero derechos que escasean siempre por aquí. Imaginemos por un momento, que en el marco de esta crisis sanitaria, donde lavarse las manos e higienizar todo es crucial, estar sin agua y luz. Obvio después los contagios son responsabilidad individual, y ni siquiera se realizan los testeos ante los casos que surgen, porque ellos solo se hacen antes infectades en la zona céntrica de Lanús.
Soy vecino de Villa Caraza desde 1990, es decir, llevo treinta años de vida adulta viviendo en el mismo barrio y en la misma casa. El abandono de Villa Caraza por los sucesivos gobernantes hasta la fecha es notorio y evidente. Los postes de luz son volteados muchas veces por camiones cuya carga excede la altura permitida, se enganchan en los cables de electricidad y provocan apagones recurrentes. Para que vengan las cuadrillas es necesario insistir en los reclamos donde informamos el peligro de cables en la vía pública. La falta de mantenimiento de las calles es tan evidente que sobre Hernandarias, a cuadras de la avenida Mendoza, hay un cráter que lleva décadas sin ser cubierto. El control sobre el arbolado es inexistente: cualquier vecino puede talar árboles sin que el municipio intervenga, desconociendo los elementales principios ecológicos que deberían llevar a la protección de las especies arbóreas y de los espacios verdes.
Un gobierno tras otro promete las cloacas que constituyen a la fecha una obra inacabada y evidentemente un negocio para la industria de los camiones atmosféricos. El agua es un bien escaso: años atrás y solo durante el verano, el suministro se cortaba durante el día y al anochecer llegaba en tandas, obligando a ordenar las tareas de higiene y lavado que deberían hacerse a la caída del sol, casi como en la era de las cavernas.
En el presente, y luego de la explosión inmobiliaria de “Lanusita” que dinamitó la infraestructura de los barrios periféricos, el agua llega a la entrada de las casas y se hace necesario contar con una bomba para el transporte hacia el interior, o bien esperar hasta la noche, tanto en verano como en invierno. Los cortes de luz son frecuentes, hay períodos, años, donde se multiplican semanalmente y otros momentos, donde los cortes disminuyen en duración o frecuencia, pero continúan. En resumen: Villa Caraza es un barrio olvidado por los gobiernos como mínimo en los últimos treinta años.
Esta falta de inversión en obras públicas, asistencia real a las necesidades, y fundamentalmente planificación urbana real, hace que ante situaciones como las que vivimos, quede en evidencia, que hay vecinos de primera, y vecinos de segunda. Lugares donde los derechos no existen, no se encuentran, y por sobre todas las cosas se lleva vidas, no solo por el virus; sino que más de una vez ante la falta de luz, los incendios accidentales terminan con familias sin derechos y sin vida.
El cuidarse quedándose en casa, es una falacia en esta situación. Queremos una cuarentena volviendo a fase 1 y como insistimos desde el MST, con plenos derechos. Incluyendo los esenciales como el agua y la luz. Tiempos de pandemia, que muestran más que nunca que el sistema capitalista no va más.
Alejandro Zarauza