Adiós al IFE
El gobierno nacional, sin vacilar, después del pago de la tercera ronda del Ingreso Familiar de Emergencia (IFE), decidió terminar con una ayuda social que afecta a más de 9 millones de personas.
Santiago Cafiero, Jefe de Gabinete del gobierno nacional, anunció el fin del IFE. Tras las declaraciones que dio ayer dejó en claro que, luego del último bono de $10.000 que se abonará en agosto, el programa culminará. Millones de familias argentinas, en este instante, se están preguntando cuál va a ser su futuro después de esta decisión.
Desde que comenzó la cuarentena Alberto Fernández hizo gala de esta ayuda social. Su algarabía “progresista”, con una óptica de clase, demuestra que el actual presidente festejaba una medida que obligaba a centenares de trabajadores informales, monotributistas y desempleados a vivir con una cifra que no cubre el valor de la canasta básica calculada en $43.080. Sí, en medio de una crisis social, económica y sanitaria, AF decidió que 4,5 millones de hogares vivan sumergidos en la pobreza. Cabe destacar que, el bono de $10.000, desglosado en los meses que vamos de cuarentena, significa sólo un ingreso de $5.000 (en 6 meses de cuarentena el programa se abonó sólo 3 meses)
Sorprendido de lo que ellos mismos crean, la casta política, adjudicó al IFE la posibilidad de conocer un gran sector de país que carecía de ingresos para poder vivir. Resumidamente, juntaron su cosecha. Este programa sólo demostró lo que un sector de la sociedad, totalmente separado de la cotidianeidad de los trabajadores y la juventud, se niega a ver. La pobreza estructural del país, que hoy llega a un 40,8% según el último estudio de la UCA, con esta medida va a tener un condicionamiento para seguir aumentando.
La solución a la situación de tener a una gran franja en la pobreza y la informalidad laboral, no es terminar con el IFE. Para resarcir este drama habría que instrumentar un salario universal de $40.000 por persona y no por familia, que cubra la canasta básica. Dinero hay, para conseguirlo urge la necesidad de aplicar un impuesto a las grandes riquezas y así palear estas desigualdades insoportables que viven la mayoría de las familias. Sumando a esto declarar un default soberano para terminar con el mecanismo de aspiradora de fondos, de una deuda externa ilegítima e ilegal. Dar vuelta todo, es la necesidad para que la crisis no aterrice sobre nuestras espaldas y la paguen quienes la generaron.
Nico Zuttión