La decadencia de Ameri y las instituciones y castas burguesas
El hecho habla por sí solo. Juan Ameri, diputado por Salta del Frente de Todos y recientemente suspendido, declaró hace unas horas que el problema es que “hay mala señal en su provincia, que la señal va y viene, que su pareja salió del baño y solo le dio un beso en la teta, preguntando como estaban las prótesis de su reciente operación”. El diputado del Frente de Todos olvida explicar los verdaderos problemas de su accionar, que no tienen nada que ver ni con la señal intermitente ni con su derecho a la intimidad y al sexo con su pareja, algo que no está en debate, salvo para voces retrógradas y su moral decadente que repudiamos.
Ameri, quien tiempo atrás tuvo denuncias en Salta por acoso, ahora en su apurado descargo a los medios no se refirió a un problema evidente; al hecho de que estaba en medio de una sesión de la Cámara de Diputados, el lugar donde se supone trabaja y por el cual recibe un sueldo muy privilegiado, supuestamente para debatir y solucionar los grandes temas del país y buscar soluciones.
En este sentido su accionar es la muestra concreta de un representante de las castas políticas y partidos burgueses que ni presta atención a la sesión, que no le interesa ni el debate del recinto ni menos aún los grandes problemas sociales, económicos y sanitarios que sufren millones de familias trabajadoras en medio de una crisis económica profunda y una pandemia que hoy tuvo un nuevo récord de 13.467 contagios. En medio de esa situación dramática del país vive Ameri, quien evidentemente no lo toma en cuenta ni le importa.
Su accionar decadente es, en última instancia, un ejemplo concreto de la hipocresía del régimen capitalista, sus partidos de clase y sus políticos privilegiados e instituciones. Una hipocresía sistémica y burguesa que pretende convencer a la población que en este modelo político y su Parlamento se puede confiar, que allí se piensa en el país. Cuando como pudo visibilizarse hoy, evidentemente no es así. Sobran políticos tradicionales en ese Parlamento y haría falta llenarlo de trabajadores interesados de verdad en resolver problemas sociales.
Las castas políticas de todos los partidos que defienden este sistema capitalista decadente privilegiadas de los partidos tradicionales tienen poco y nada que ver con las necesidades populares y con sus problemas cotidianos. Por eso vimos por ejemplo a Macri en medio de lo peor de la pandemia irse de vacaciones a la Costa Azul, Europa. O en medio de pedidos oficiales de “quedate en casa” también vimos a funcionarios municipales y provinciales hacer fiestas y partidos de fútbol. Por eso ahora vemos que también tienen tiempo, incluso en medio de una sesión, para dedicarse a sus gustos y placeres personales, a riesgo incluso de exponer a una mujer a un video público que se hizo viral. Esa decadencia, esa hipocresía de clase, ese creerse impune y con poder para todo, es típico de los partidos de la burguesía, sean oficialistas u opositores.
No es Ameri un caso excepcional sino tan solo un caso que salió a la luz, entre muchos otros que suceden de esta índole o de otras formas de privilegio e impunidad. Hace un rato Sergio Massa y referentes de Juntos por el Cambio, sobreactuando cada uno por su lado, declaraban en defensa del Parlamento, de su funcionamiento, tratando de mostrar un hecho aislado, queriendo jugar a los investigadores solo para defender su status quo. Es lógico que lo hagan, quieren defender su sistema y sus instituciones decadentes. Esas mismas que hace muy poco tuvieron a Esteban Bullrich de JxC dejando una imagen suya en la pantalla, para simular su ausencia en una reunión del Senado. Esas son las castas políticas de los partidos patronales y así actúan, de uno y otro lado de la grieta. Mientras millones de trabajadoras y trabajadores hacen un enorme esfuerzo para intentar llegar a fin de mes.
No es casual que frente a todo esto, desde hace tiempo en la izquierda y el MST proponemos que los funcionarios políticos ganen como una docente, sean revocables y ellos y sus familias usen el hospital y la escuela pública, medidas para atacar todo privilegio, mientras fortalecemos una alternativa de izquierda y de las y los trabajadores y ajena a toda esta hipocresía. Porque el país real es un abismo entre el poder político privilegiado y las mayorías populares. Y esa distancia, enorme, hoy se hizo notoria una vez más, detrás de cámara.
Sergio García