Córdoba: pandemia y estado de situación

Escribe: Raúl Gómez

El lunes 28 de septiembre la provincia de Córdoba implementó la restricción de circulación de 20 a 6hs, medida que de tan ineficaz e insuficiente bordea el ridículo, ante un número de casos que se aproxima a los 2000 diarios y luego tres días consecutivos de récord en las cifras de fallecidos.

Los especialistas independientes1 señalan que la realidad epidemiológica podría triplicar esa cifra de contagios reportados, en razón de que desde el día 6 de septiembre, como remate de una serie de medidas de flexibilización de los controles sanitarios, la provincia modificó el procedimiento de hisopado a los contactos estrechos de los casos confirmados. Restringiendo el testeo sólo a aquellos que presentan ciertas condiciones (personas de 60 años o más, personas de menos de 60 años con morbilidad, embarazadas, personal esencial y personas con más de dos síntomas). Generando, de esta manera un sub registro que hace que las cifras de esta semana sean la “punta de un iceberg” de proporciones catastróficas para la salud de la población.

El comportamiento de la curva de contagios muestra un crecimiento exponencial: en el mes de septiembre se produjeron el 73% del total de los contagios desde el principio de la pandemia (Ver Gráfico). Las imágenes de filas de más de dos cuadras de personas, en el centro de testeo de Covid-19 del Polo Sanitario, fueron la postal gráfica de la gravedad de la situación de la provincia.

Para completar el panorama crítico, de acuerdo a la información proporcionada por el Ministerio de Salud provincial, la ocupación de camas críticas llega al 60,7% y los especialistas coinciden en que las proyecciones de los datos indican que aproximadamente en 5 días se podría llegar a la saturación del sistema.  En un mes, el crecimiento fue del 467%: el 26 de agosto había 142 personas internadas en toda la provincia y el domingo se reportaron 816 camas ocupadas.

La experiencia en los países europeos demostró que la tasa de letalidad de la enfermedad, que ronda el 2% de los casos, se quintuplica si el sistema sanitario se satura. Este dato muestra que la perspectiva de la provincia puede ser de una catástrofe sanitaria.

¿Cómo llegamos a esto?

Esta gravísima situación es el resultado de la política llevada adelante por el gobierno provincial que, en su afán por congraciarse con los sectores reaccionarios y el empresariado, tempranamente comenzó con medidas de flexibilización del aislamiento social preventivo, siguiendo un comportamiento tan irresponsable como incoherente.

Así, el 18 de junio permitió la apertura de Shopping y centros comerciales y el 13 julio avanzó permitiendo la apertura de bares y restaurantes, se habilitaron las obras privadas, etc. Todo esto sobre la base de un discurso triunfalista que se jactaba de una gran eficacia sanitaria y de tener controlada la epidemia en el territorio provincial, a la par se acusaba a la población del evidente incremento de casos en la provincia.

Para que quedara claro el sesgo clasista de las medidas, todas las flexibilizaciones apuntaban a las grandes empresas y comercios mientras se mantenía la prohibición de ferias populares y reuniones familiares.

Para esa misma fecha el gobierno implementó la táctica de culpabilizar/penalizar a la gente y en la Legislatura provincial el bloque oficialista impuso mediante ley una serie de multas a las transgresiones a la cuarentena que realice la ciudadanía. Una ley llena de inconsistencias, sólo explicables por el desesperado fin recaudatorio que evidenciaba.

De esta manera, se fue instalando un discurso oficial que -partiendo de la afirmación inicialmente cierta de que todas las medidas de responsabilidad individual y social ayudan a evitar el contagio-, ocultaba que estas medidas deben sostenerse a través del convencimiento y de la concientización y no de un régimen sancionatorio como el que se implementó a la par de las flexibilizaciones de la cuarentena, hechas a la medida del lucro empresarial.

¿Qué hacer?

Todo lo que sabemos hasta hoy indica que no hay ninguna razón científica para modificar las medidas que se mostraron eficaces para disminuir la circulación viral y los contagios. Estas medidas son el distanciamiento social, el aislamiento y los testeos masivos.

La experiencia mundial demuestra que cuando se bajan las restricciones de aislamiento, y en tanto no exista una vacuna eficaz, los contagios aumentan. Ejemplos de esto son países como China o Corea que, luego del pico inicial, mantuvieron medidas más estrictas de circulación y apertura de actividades, y no han tenido un rebrote. La contracara son EEUU y Brasil que se negaron a las restricciones “priorizando la economía” sobre la salud, no sólo son los de mayor número de infectados y muertes, sino que nunca lograron bajar la curva de contagios.

En el caso de Europa donde los contagios bajaron durante unos meses, se debió a una combinación entre gobiernos que decidieron aplicar cuarentenas más estrictas y el efecto impactante que tuvieron los elevados números de mortalidad temprana que funcionó como un elemento disciplinador, fortaleciendo las conductas sociales de cumplimiento del aislamiento.  Pero Europa también mostró lo pernicioso que pueden ser los mensajes contradictorios de los gobiernos para lograr sostener las cuarentenas.

En la provincia, todas las medidas tuvieron el objetivo de salvaguardar y sostener las ganancias y el lucro de las empresas. Mientras, para los sectores populares hubo nula asistencia o medidas económicas muy parciales, dejando correr suspensiones, despidos y cierres de empresas. Lo que sí se le dio a la población fue autoritarismo y represión, responsabilizando a la sociedad del avance de la pandemia. Hoy, a pesar del crecimiento exponencial de casos y fallecimientos, el gobierno mantiene una inmovilidad criminal.

Ante la inminencia del desastre sanitario hay que permitir que solo funcionen las empresas esenciales, con protocolos que respeten y salvaguarden la seguridad de los trabajadores. Implementar un plan de testeo masivos comenzando por el personal de salud. El gobierno debe garantizar asistencia económica a la altura de las necesidades para todas las personas, pago del 100% del salario a todas y todos los trabajadores, eximición de impuestos y pago de servicios a los pequeños comerciantes, triplicar los presupuestos de salud y unificar los sistemas bajo control público estatal para mejorar su infraestructura y, sobre todo, sumar personal con plenos derechos y salarios dignos.

En el mismo sentido hay que democratizar la toma decisiones, incorporando al Centro de Operaciones de Emergencia (COE) a las organizaciones sindicales del sector de la salud pública, organizaciones sociales y barriales. Así como también ampliar la mirada de ese organismo incorporando científicos sociales y del comportamiento, en desmedro de los representantes de las fuerzas de seguridad y el ejército que nada tienen hacer en un organismo de seguimiento y planificación sanitaria.

Con medidas como estas, y muchas otras en el mismo sentido, antes de que sea demasiado tarde podríamos entonces enfrentar mejor el desastre sanitario al que el gobierno nos está llevando.

 

(1) Oscar Atienza, Doctor en Medicina y Cirugía, Magister en Administración de Servicios de Salud, Magister en Salud Pública. Docente Universitario en Medicina.

Gráficos: Fuente propia