Siria: Ataque químico y bombardeo ¡Fuera la intervención imperialista!
Cuando las brutales imágenes de los niños sirios de la ciudad de Khan Sheikhun, asesinados por un ataque con gas Sarín, aún lastimaban los ojos y los corazones de la humanidad, un ataque aéreo de Trump a la base aérea siria que habría lanzado el ataque químico, volvió a sacudir la región. La intervención de las distintas potencias solo ha servido para enfrentar a la revolución democrática que dio origen a la guerra civil siria y para disputarse el control imperial sobre el territorio del país.
Son 83 las víctimas civiles del ataque químico contabilizadas hasta el momento. Entre ellos muchos niños que agonizaron largamente, ante la impotencia de los rescatistas, como consecuencia de la intoxicación por el gas sarín que arrojó la aviación del asesino presidente de Siria, Bashar Al Assad.
El ataque se hizo contra una provincia en la que se han refugiado muchos rebeldes contra el régimen de Al Assad, provenientes de distintas regiones, como la ciudad de Aleppo recientemente reconquistada por el ejército sirio con el apoyo de la aviación rusa, ocasionando terribles masacres a la población civil. Putin, con la excusa de combatir al ISIS, ha sido junto al gobierno Iraní y el Hezbolla, una pieza clave para la recuperación del régimen asesino de Al Assad, arrinconado por la revuelta de los que enfrentan a su gobierno. Una rebelión sin comando único, dividida en diversas facciones, que en su mayoría no pertenecen al ISIS ni Al Nustra (la Al Qaeda siria) y que están enfrentados a estos.
Como en toda masacre a la población civil, tanto el gobierno Siria como su aliado Putin, intentaron desvincularse de ella, arguyendo entre otras mentiras, que el ataque aéreo podía haber golpeado un depósito de armamento químico de alguna fuerza rebelde. El mismo cinismo con que intentó la aviación norteamericana, disimular otra masacre de civiles reciente, en la ciudad iraquí de Mosul. Y con esta excusa y el veto ruso impedir una resolución de condena del Consejo de Seguridad de la ONU.
El ataque con armas químicas, prohibidas por la convención de Ginebra y cuyo uso es considerado un crimen de guerra, no es algo novedoso en esta guerra civil, ni en la región. En el año 2013, un ataque de Al Assad con gas sarín sobre la zona de Gouta, en la periferia de Damasco, causó más de 1.400 víctimas. La crisis internacional que este ataque ocasionó, y que llevó a Obama a amenazar con bombardear Siria, fue detenida gracias a un acuerdo con Rusia y otros países, por el cual el régimen de Al Assad se comprometió a permitir una inspección de las Naciones Unidas y a destruir el arsenal. Hoy es muy claro el rol encubridor de la ONU que no hizo nada (más que meras declaraciones y sanciones menores), para evitar que el asesino conservara parte de su letal arsenal.
Durante el gobierno de Obama la política estadounidense consistió en tratar de apoyar a tal o cual grupo rebelde (de hecho, en un primer momento dejó correr al ISIS, que era abastecido por Turquía y otros países de la región), para presionar a Al Assad para que abra un recambio pacificador dentro del mismo régimen. Y evitar así también, un triunfo revolucionario de la rebeldía popular a este gobierno. Esta política del imperialismo fue un fracaso y encima tuvo que enfrentar a las tropas fascistoides del ISIS, que además con su raid terrorista en el mundo, complicó los planes del imperio para estabilizar la región.
Trump que había criticado aquel intento de Obama de bombardear a Al Assad, con la política que luego fue llamada “aislacionista”, de “primero Estados Unidos”, optó en un primer momento por apoyar la política de Putin, de no atacar y dejar correr a Al Assad, para enfrentar al ISIS, y estabilizar la región reventando al resto de la rebelión contra el régimen, con la vaga promesa de que luego se abriría una apertura controlada que provocará un recambio: “Apenas horas antes de producirse ese episodio, Washington acababa de coincidir con Moscú respecto a la ausencia de la necesidad de remover al hombre fuerte sirio, al menos inmediatamente, en tanto que el principal objetivo sería el terrorismo” (Marcelo Cantelmi, Clarín 07/04/2017)
Ya el gobierno turco, enemigo de Al Assad en la región, abastecedor del ISIS (para enfrentar al pueblo kurdo), había cambiado su política. Con un acuerdo con Putin mediante, trocó su tradicional enfrentamiento al régimen sirio, por un acuerdo para combatir la rebelión en la región, e invadió, con la excusa de combatir al ISIS, las regiones al sur de su frontera en disputa con las tropas kurdas.
Hasta la crisis desatada por esta masacre con armas químicas, existía en la región un amplio acuerdo contrarrevolucionario entre las distintas potencias y países capitalistas, para dejar momentáneamente a un costado sus diferencias de intereses y “ordenar” el caos que la guerra civil desarrolló. Actuando de manera directa para derrotar tanto al ISIS como a toda la rebelión contra Al Assad.
En este cuadro algunos analistas internacionales se preguntan porque el dictador sirio habría vuelto a usar las armas químicas, poniendo en riesgo todo el apoyo logrado, de hasta ayer sus países adversarios. Una primera respuesta no puede obviar, que el avance de la contrarrevolución en la región, que logró un jalón importante al destruir literalmente, uno de los bastiones claves contra Al Assad como era la ciudad de Aleppo, envalentonó al genocida más allá de cualquier calculo lógico. Según el New York Times sería una jugada del dictador para desmoralizar a sus opositores y demostrar su impunidad.
No puede entenderse lo que sucede en la región, solo como una disputa entre distintas facciones ligadas a tal o cual imperialismo, sino como un terreno de pelea entre la revolución y la contrarrevolución, que pone en crisis los acuerdos entre las distintas facciones en pugna.
El giro en la política de Trump
El ataque con 59 misiles Tomahawk y la destrucción de la base aérea Siria de Sharyat, de donde habrían partido los aviones que descargaron su carga química letal contra la población de Khan Sheikhun no fue sorpresivo. Se hizo luego de avisar a Rusia (y a Al Assad) de su inminencia. Con lo cual el régimen y los efectivos rusos de la zona pudieron evacuarse junto a aviones y otro material bélico. Fue el primer ataque militar norteamericano en 6 años de guerra civil contra el régimen de Al Assad y como mencionamos más arriba, de haber dado Trump un giro táctico en la política de la administración Obama, y hacer con Rusia y Al Assad un acuerdo para normalizar la región.
Muchos sostienen que la intervención militar directa yanqui significa un cambio cualitativo en su estrategia política, ya que sus ataques militares directos eran sobre regiones más marginales, como la guerra civil yemení o en el ataque al ISIS en Mosul. De hecho gran parte del imperialismo cerró filas detrás de Trump: desde Hillary Clinton y los demócratas, la plana mayor de los republicanos, la mayoría de los gobiernos europeos, una gran parte de los Macri y compañía latinoamericanos, salieron a sostener la acción, realizada en el mismo momento que Trump estaba negociando con el presidente chino Xi Jinping (sostenedor del régimen de Al Assad). Solo unos pocos trumpistas de la primera hora, quedaron en orsay.
De hecho el cambio de táctica se produce en un momento en el cual la administración Trump está dejando lugar a los sectores más representativos del establishment yanqui, encabezados por su yerno, Jared Kushner, hijo de una familia demócrata multimillonaria. Desplazado así, a los sectores más “ultras” como el asesor Steve Bannon, recientemente separado del Consejo de Seguridad Nacional en beneficio de alas más “moderadas” y tradicionalistas. El ataque a Siria, fue según señalan los medios internacionales, la primera “victoria” de un gobierno que viene de tumbo en tumbo desde que asumió hace más de 100 días.
Una lucha encarnizada entre la revolución y la contrarrevolución
El cambio de táctica de Trump no puede explicarse por una “arranque humanitario” como quieren pintarlo algunos medios. Es que pese a la colaboración entre todos los imperios con el asesino de Al Assad, la región está lejos de ser controlada y estabilizada. Y encima, la catástrofe humanitaria, sigue arrojando a Europa y el mundo una carga cada vez más grande de refugiados, de una guerra civil que ya se ha cobrado casi 400.000 víctimas, ha provocado el desplazamiento de 10 millones de habitantes (la mitad del país), de los cuales más de 5 millones están en el exterior. Obligando a la “humanitaria” Unión Europea a cerrar sus fronteras y a Trump a lanzar sus poco populares decretos anti inmigratorios.
Han logrado reducir la influencia y bastiones del ISIS en la región y le han propinado un golpe importante a la rebelión al destruir y tomar la ciudad de Aleppo. Pero existen una gran cantidad de regiones rebeldes no contraladas por Al Assad y la revolución kurda es una amenaza tanto para el gobierno de Al Assad, como fundamentalmente contra los planes de Erdogan, que tiene 20 millones de kurdos dentro de sus fronteras, que se oponen a sus planes hegemónicos y facistoides.
Los bombardeos yanquis, como los rusos, como los de las distintas potencias europeas, han jugado un rol nefasto para la lucha del pueblo sirio. Cuando en el 2012 la rebelión contra Al Assad estaba en su apogeo y el régimen estaba contra las cuerdas, la intervención del Hezbolla y el régimen iraní primero y de Rusia después, lograron evitar su debacle. El desarrollo del ISIS y de lo peor del islamismo islámico tuvo en sus comienzos, una suerte de maniobras permitidas por el propio régimen, para dividir y neutralizar a la oposición, y fue utilizada por distintas potencias de la región, que como Turquía, Arabia Saudita o Qatar, apoyaron su desarrollo para, por un lado, enfrentar el proceso revolucionario e impedir que una coordinación democrática y anti imperialista se desarrollara, y por otro, para alimentar sus disputas y negocios en una Siria desarticulada por la guerra civil en curso.
Todos los representantes de los imperios y países capitalistas de la región que ahora se desgarran las vestiduras ante las imágenes de los cuerpos destrozados de los niños por el gas sarín, de una forma o de otra han sido cómplices de esta masacre y desastre humanitario que hoy es la guerra civil siria. Han sido cómplices de que el genocida Al Assad aún siga en el poder. Y si reaccionan para pararlo, por lo menos ante hechos brutales como este, es porque le tienen profundo temor al verdadero enemigo de sus intereses, a la lucha de los pueblos, de Siria, Medio Oriente y de los trabajadores y pueblos oprimidos del mundo.
La crisis mundial, en la cual los intentos contrarrevolucionarios no logran aplastar definitivamente a los procesos de lucha y consolidarse, están empujando a los yanquis a la intervención militar directa en forma creciente. A Trump lo obliga a cambiar su discurso y salir a representar claramente las políticas del establishment que gobierna EEUU. Y en ese proceso se aumentan peligrosamente los roces y disputas inter imperialistas, como lo demuestra la primera reacción rusa, al mandar una fragata misilística a proteger a Al Assad y romper (por lo menos por ahora) su protocolo de avisos previos de las incursiones militares que tenía con EEUU. A aprestarse a nuevas incursiones aéreas contra las zonas dominadas aún por la oposición a Al Assad.
No hay manera de terminar con los genocidas como el gobernante sirio, de terminar de expulsar a esos engendros fascistas como el ISIS, sino es respetando la autodeterminación del pueblo de Siria. Solo el podrá resolver de manera triunfante su revolución democrática y terminar con las masacres cada vez más feroces de miles y miles de inocentes. Por eso que, más que nunca, los que estamos por la libertad, el respeto a la autodeterminación y la independencia de los pueblos de los imperios y sus gobernantes genocidas aliados, debemos pelear por que se termine la intervención imperialista en la región y así el pueblo sirio y de Medio Oriente pueda tener las manos libres, para derrotar a todos sus dictadores y agentes de la contrarrevolución capitalista de sus países.
¡Basta de bombardeos y tropas imperialistas en Siria y Medio Oriente!
¡Fuera el genocida Al Assad!
¡En defensa de la autodeterminación y la lucha democrática del pueblo sirio!
Gustavo Giménez