Venezuela: La crisis y la intelectualidad
Venezuela vive una crisis de enorme envergadura. Cada día conviven en sus calles movilizaciones, descontento social, hambre, represión, muerte y decadencia social. Nada es igual a los años de auge del fenómeno bolivariano que abrió las puertas a un cambio político y a medidas sociales importantes a favor de las mayorías. Hoy esa misma población siente en su vida diaria el desastre provocado por el gobierno de Maduro y a la par los intentos de la oposición de derecha de hacerse con el poder político.
Ahora distintos sectores de la intelectualidad entraron en debate posicionándose de diversas formas. Mientras en Venezuela sae expresan debates y discrepancias en las filas del chavismo con creciente descontento, en el terreno internacional se abrió más el debate.
Un sector de la intelectualidad manifestó en una declaración internacional la necesidad de frenar el curso actual de violencia y muerte, sin apoyar a la oposición de derecha y a la vez sí cuestionando el carácter antidemocrático y represivo del gobierno de Maduro, marcando la responsabilidad central del estado gobernante en la crisis. Cuestionando la polarización funcional a las cúpulas y bregando porque se escuchen otras voces, planteando que la izquierda debe pelear por más democracia participativa y no por menos. La declaración: “Llamado internacional urgente a detener la escala de violencia en Venezuela” refleja, aún con sus contradicciones, la crisis profunda del madurismo que abre voces críticas de diversa índole.
También circula la “Declaración sobre Venezuela” en crítica directa al otro sector. Esta parte de la intelectualidad defiende al gobierno venezolano, minimiza por completo su responsabilidad en esta crisis y argumenta una falaz similitud entre el proyecto original del bolivarianismo y quienes lo han destruido desde su propio seno. Denuncian correctamente a la derecha de la MUD y los planes del imperialismo, y tapan el accionar regresivo del gobierno mediante frases fuera de tiempo sobre Chávez, el proceso y conquistas sociales de ayer, que no existen hoy. En la declaración se juntan diversos sectores, entre ellos claros voceros del neostalinismo como Atilio Borón y otros.
En nuestro caso partimos en este debate de dos parámetros centrales. Por un lado está claro que debemos repudiar toda la política y las acciones que impulsa la oposición de derecha y pro imperialista. Ningún camino positivo va a venir para el pueblo venezolano de parte de estos sectores que quieren conducir ellos, directamente, la entrega completa del país, sector que además tiene sus alas extremistas completamente repudiables. A la vez también discrepamos con el proyecto de Maduro y el PSUV y con el sector de la intelectualidad de izquierda que comete profundos errores políticos al apoyar a Maduro y no reconocer la real situación de Venezuela.
Tres errores de análisis para una equivocada política
El análisis de sectores de izquierda que apoyan a Maduro parte de tres supuestos equivocados: 1) Maduro es la continuación del proceso bolivariano. 2) Comete errores y hay más burocracia pero hay que sostenerlo y corregir. 3) De un lado está el pueblo y del otro los que quieren entregar el país al imperialismo. Las tres definiciones son equivocadas. Veamos estos tres puntos.
En primer lugar es imposible tomar la reaalidad y allí ver continuidad entre los años más positivos del modelo bolivariano y la actualidad. Como todo proceso llega un punto en que los cambios cuantitativos se transforman en cualitativos. Esa transformación ya sucedió hace tiempo. Si con Chávez estábamos frente a un gobierno nacionalista antiimperialista aún dentro de los marcos del capitalismo, hoy hubo una involución. Estamos ante un gobierno que se movió de su posición inicial más hacia derecha aplicando ajuste por un lado y entrega de recursos estratégicos al imperialismo por otro. Mientras su modelo político gira cada vez más a un curso antidemocrático. Es una ruptura clara con el modelo anterior, no su continuidad.
En segundo lugar no es verdad que el gobierno comete “errores” o que haya un poco más de burocracia. El gobierno tiene un plan global antipopular y no se trata de algo más de burocracia, sino de una nueva casta mafiosa enriquecida al frente de un estado burgués petrolero y rentista. De ese gobierno hablamos. Como bien explica Carlos Carcione de Marea Socialista de Venezuela: “En lo económico se pueden ver dos periodos claros del gobierno de Nicolás Maduro. Un primer momento de ajuste macroeconómico gradual que fracasa estrepitosamente. Este momento lo podemos ubicar en el tiempo entre la devaluación de febrero de 2013, un mes antes de la muerte de Chávez y el segundo semestre de 2014 donde se sanciona un primer paquete de Leyes Habilitantes, es un intento de ajustar el gasto fiscal y la inversión social en las Misiones a la baja; la reducción de importaciones; y una reducción del nivel salarial real vía el estímulo de proceso inflacionario. Esta política que tiene una clara tendencia regresiva, de contrarreformas económicas, porque el ajuste se carga fundamentalmente sobre los ingresos y la posibilidad de acceso a bienes básicos de las familias trabajadoras y de los sectores más desposeídos, fracasa…
… El segundo período que señalamos se inicia a finales del 2014 con la sanción de una nueva Habilitante que le permite gobernar al presidente por decreto. Estas leyes habilitan la creación de Zonas Económicas Especiales donde no rige la legislación venezolana. Y toma fuerte impulso a partir de la caída de los precios del petróleo. Y sobre todo, desde principios de 2016 con los llamados 15 motores de la economía productiva, presentados como un plan de superación del rentismo petrolero, cuando lo que en realidad hacen es ampliar de manera colosal la frontera extractivista y la primarización de la economía del país. Desde el Motor Minero con el Arco Minero del Orinoco, el Motor Energético con la apertura total de la Faja petrolífera, pasando por el motor Forestal y hasta el Motor Turístico, están transversalizados por una política de apertura feroz al capital transnacional”.
Con esta situación económica y política regresiva del gobierno se liquidaron las misiones sociales y se pulverizó el salario. Quien defiende al gobierno y lo justifica queda, quiera o no, sosteniendo al primer responsable de lo decadencia social y apoyando un proyecto que golpea al pueblo.
En tercer lugar es muy equivocado creer que de un lado está el pueblo y del otro los que quieren entregar el país al imperialismo. No es esa la división actual. La verdadera división es una pelea de dos sectores ajenos a los intereses populares, por ver quién controla los millonarios negocios del petróleo en acuerdo con las corporaciones imperialistas. La MUD y el PSUV se plantean continuar la entrega y desmontar las conquistas sociales. Está en juego quien conduce y de qué forma. Cómo plantea Carcione: “La caracterización de la actual confrontación entre las cúpulas, a diferencia del 2002/2003, y en contra de lo que sostienen la cúpula del Gobierno y repiten y adornan con ríos de tinta, los intelectuales que lo respaldan a nivel internacional, no es una pelea entre los sectores populares contra los oligárquicos. Por el contrario, es una lucha por definir cuál de las cúpulas se garantiza, en el próximo periodo el control del Estado para administrar y distribuir la renta. Son dos sectores de las elites, subordinados al capital financiero internacional, uno tradicional y otro emergente. Y ninguno de los dos sectores es democrático, ambos tienen claro que necesitan un sistema político completamente autoritario para lograr aplicar con éxito la contrarrevolución económica en curso y las contrarreformas a los logros políticos y sociales alcanzados, que con todas sus deficiencias y limitaciones, se obtuvieron en los mejores años del periodo de Chávez”.
Por un tercer espacio
Hay que abrir paso a un nuevo emergente político que surja del propio proceso bolivariano y se ubique como oposición de izquierda al gobierno. En esta tarea vienen confluyendo nuestros compañeros de Marea Socialista, un sector de la intelectualidad venezolana, referentes sociales, estudiantiles, obreros, ex ministros chavistas y otros sectores populares. Allí radica un posible futuro ubicado a la izquierda, tomando las mejores banderas bolivarianas extendidas hacia un proceso anticapitalista.
En la decadencia madurista se demarca una línea divisoria; se lo apoya haciéndose cargo de un modelo ajeno a la izquierda en todos los terrenos, o se impulsa lo nuevo desde abajo y en contraposición a la MUD y al PSUV. En esa disyuntiva un sector de la izquierda queda atado a lo peor de la burocracia gobernante perdiendo toda perspectiva anticapitalista y socialista. De nuestra parte reafirmamos nuestro apoyo a Marea Socialista y a quienes con toda valentía política, se plantan frente a la MUD y frente al PSUV, sin quedar atados a intereses particulares ni a conveniencias políticas o económicas de ocasión.
Sergio García