Raúl Montenegro, biólogo y premio Nobel Alternativo nos cuenta sobre Monsanto
¿Cómo es la situación ambiental hoy en Córdoba en relación a Monsanto?
Cristina anunció esta obra desde Nueva York, y el gobernador siguiendo la misma técnica de la presidenta lo anuncia sin siquiera saber cuál es la opinión de las personas. Tampoco contempla la evaluación de impacto ambiental y la ley de ambiente de la nación, que exige una audiencia pública. Se advierte que Monsanto está muy cerca de los gobiernos, nacional y en este caso provincial.
Con respecto a la planta propiamente dicha, va a ser la segunda acondicionadora de semillas más grande del mundo. Esto muestra dos tipos de impacto, uno es el hecho de que se van a manejar sustancias tóxicas en la planta, específicamente plaguicidas (320.000 litros de plaguicida por año), y por el otro lado el impacto es sobre el modelo productivo, ya que se estima producir semillas para prácticamente 3.5 millones de hectáreas.
No olvidemos que es muy cómodo para los países europeos o China, en el sentido de que el agua se pierde acá, los plaguicidas contaminan nuestro suelo, nuestro ambiente y a nuestra gente… y ellos terminan teniendo el recurso.
¿Y por qué en Córdoba?
Es bastante simple: es la provincia que más transgénicos tiene plantados, específicamente soja, el propio gobernador le dijo a Monsanto que mejoraba cualquier oferta de localización que tuviera.
Yo creo que hubo varias cachetadas a la gente, una es la ley de semillas que está pasando muy silenciosamente y con esa ley Argentina perderá todo lo que conquistamos en materia de soberanía alimentaria.
Está claro que en esto hay una suerte de asociación entre el poder económico que representa Monsanto, el gobierno de la nación, el gobierno de la provincia y una complacencia total por parte de la municipalidad de Malvinas argentinas.
¿Qué perspectivas le ves a esta lucha?
Creo que Monsanto no sabe con quién se ha metido, que los vecinos empiecen a protestar y organizarse, se transforma en un poderosísimo obstáculo para Monsanto y el intendente de Malvinas Argentinas ni siquiera ha mensurado con lo que está jugando. Es decir, está jugando con una empresa que ha sido traficante de muerte desde su comienzo y ahora es traficante de soberanías alimentarias. Si llegase a funcionar una planta de este tipo significaría perder definitivamente la soberanía alimentaria, aparte de colocar una verdadera fuente de riesgo en la propia Malvinas argentinas.
¿Qué opinás sobre la modificación a la Ley de Patentes que se está discutiendo?
En Argentina hay una ley de patentes que dice claramente que todo lo vivo no puede ser patentado, esto tiene una estrecha relación con la ley de semillas y con la soberanía alimentaria, lo que va a suceder es que nuestro sistema productivo va a depender de patentes que están fuera del país.
Se está ahogando la soberanía alimentaria, pero ¿Qué le importará esto a De la Sota, al gobierno nacional o al intendente de Malvinas? Ellos inauguran la obra después se van, total terminan con jubilaciones de privilegio, seguirán sonriendo, pero la salud de la gente les importa realmente muy poco.
Entrevistó: Jessica Gentile