Debates sobre el conflicto de prefectos y gendarmes

Del infantilismo sectario a la capitulación al gobierno y al régimen

Frente al conflicto más importante que hayan vivido estas fuerzas, el FIT -para no perder la costumbre- tuvo posiciones distintas. De todas ellas las del PTS fueron las que más duramente se ubicaron contra las demandas, como dice su periódico: “No apoyamos a los represores”. Detrás de ese supuesto izquierdismo, se esconde una incomprensión pre-adolescente de la realidad y, lo que es más grave, una capitulación vergonzosa al régimen capitalista y al gobierno.

Al conflicto más importante que haya existido en el seno de la prefectura, la gendarmería y otras fuerzas, que tuvo en vilo al gobierno y a las fuerzas políticas del régimen, el PTS lo toma con un formalismo irreal típico del sectarismo. Son represores dice, como si todo fuera “blanco o negro” y no hubiera diferencias, luchas internas, contradicciones y peleas políticas, cuando la realidad, salvo para los sectarios, siempre es mucho más compleja. Como ya enseñaba Trotski: “La manera de pensar oportunista, así como la sectaria, tienen un rasgo en común: que extraen de la complejidad de las circunstancias y de las fuerzas en presencia, uno o dos factores que les parecen los más importantes -y que a veces lo son realmente-, los aíslan de la realidad compleja y les atribuyen una fuerza sin límites ni restricciones”. Así piensa el PTS y por eso dice en su declaración: “Los prefectos y gendarmes son represores, no trabajadores”. Reduciendo la realidad a la lógica formal y el sentido común. Para la lógica formal “A es igual a A”. Que en este caso según el PTS sería: “si son gendar-mes o prefectos son represores”. Pero precisamente algo que distingue a los marxistas es que comprendemos la necesidad de superar la lógica formal, precisamente porque la misma solo sirve para comprender una muy pequeña parte de la realidad, para todo lo demás hace falta la lógica dialéctica y la lógica marxista; es decir el movimiento real de los procesos, las complejidades, las contradicciones y todos los fenómenos que no entran en una pequeña frase del tipo “son todos represores” cuando hay distintos tipos de sectores que no encajan por igual en esa definición.
Porque cualquiera sabe que en las fuerzas de seguridad no todos son iguales: hay cúpulas, sectores intermedios y de base, todos tienen distintas realidades y presiones sociales. Una cosa es que el estado le asigne un rol represivo e intente que esa ideología predomine en su seno, otra es que lo logre de conjunto, menos aún en tiempo de crisis donde todo entra en tensión. Porque como también acertadamente decía Trotski refiriéndose a las fuerzas armadas: “detrás de cada máquina hay hombres, ligados por relaciones no sólo técnicas, sino también sociales y políticas”. Sin comprender esto en toda su magnitud no hay manera de tener una política correcta ante estos conflictos. El PTS ni siquiera se plantea tenerla, por eso repite frases vacías que no sirven para nada.
Pero junto a este grave error de análisis el PTS comete otros tanto o más graves. En su declaración política afirma: “La diferencia con los reclamos de la clase obrera se nota también en la diferente respuesta gubernamental, rápidamente dispuesta a ceder frente a las primeras demandas de los represores”. El PTS parece que vive en otro país porque el gobierno no estuvo dispuesto hasta hoy a dar respuesta, más bien intentó quebrar el conflicto por todos los medios, porque es consciente de la gravedad que tiene que las bases de esas fuerzas se rebelen. Lo que CFK sabe que es un gran problema al PTS le parece nada.
Y por otro lado su declaración también dice: “Es una ilusión pensar que estas fuerzas represivas pueden dividirse hoy y dejar de jugar su papel represivo porque la izquierda o los sindicatos apoyen sus reclamos o con su sindicalización”. Es decir que niega que puedan dividirse -mientras las bases le pegaban patadas a las cúpulas delante de la TV- y no apoya su sindicalización. En síntesis, opina lo mismo que lo peor de la derecha política del país y que el gobierno: porque tanto CFK como Macri se oponen a la sindicalización; y el PTS también. A esta extraña y reaccionaria coincidencia lleva el sectarismo.

La estrella fugaz de Página 12

La posición del PTS adornada con un discurso de izquierda es la más funcional al sistema capitalista y en concreto al gobierno. No casualmente, Página 12 destaca las bondades de las declaraciones de Christian Castillo, quien entre estas declaraciones, las alusivas al cacerolazo y su llamado a no marchar a Plaza de mayo el 10/10 se ha convertido en invitado estrella del diario K, vocero oficial de la Casa Rosada. Esto no es de extrañar, ya que el gobierno sorprendido por el conflicto y preocupado por la ruptura de la verticalidad y el destrato que sufrieron los altos mandos necesita que vuelvan al orden. Por eso hizo firmar en el congreso una declaración llamando a tener obediencia y le es muy útil publicar que una organización que se dice trotskista (aunque no lo parece) también repudia el conflicto. Esto es ser funcional al gobierno. Y les recordamos a los compañeros del PTS que ser funcional al gobierno es ser funcional al sistema, porque el sistema gobierna a través de instituciones y a través de personas que gobiernan. Y serles funcional en momentos de crisis profundas de revolucionario y trotskista… no tiene nada.
Para el PTS en el momento en donde más crisis hay y más cuestiona la base de esas fuerzas al gobierno y a sus propias cúpulas es cuando en vez de apoyarlos hay que decirles “ustedes son repre-sores”. Como siempre, el PTS no entiende nada de la lucha real que existe fuera de los libros que aprendieron de memoria en su paso por la universidad. En la escuela real, que es la lucha de clases, este conflicto vino a marcar una crisis enorme en la cual se interviene favoreciendo que se abran todos los debates y se amplíen las contradicciones; o se es funcional a mantener el orden establecido como hace el PTS. Los enormes sectores de la población que vieron con simpatía los reclamos, por suerte no le hacen caso a esta triste versión de la izquierda sectaria.
Ahora, la pelea por la sindica-lización seguirá su curso y si en algún momento se logra, será un paso importante en la lucha por una serie de propuestas que incluye además la depuración de las fuerzas de seguridad de todos aquellos implicados en casos de corrupción o represión, el derecho a organizar y a decidir que hacer ante las luchas sociales para que no estén obligados a reprimirlas y la elección directa y por voto de los comisarios y su revoca-bilidad. Estas y otras propuestas jugarían un punto positivo. Esa es nuestra propuesta.

Una política correcta hacia las fuerzas

En el sistema capitalista, la clase dominante que detenta el poder, es absolutamente minoritaria respecto de las clases explotadas y oprimidas. Utiliza el aparato estatal para ejercer esa dominación y las fuerzas armadas y de seguridad son la institución fundamental, el garante final, de esa dominación. Necesitan tres condiciones para ello: que se comporten como cuerpos “profesionales”, subordinados, con disciplina vertical y con obediencia debida; que estén separados del pueblo y sus vivencias sociales y que tengan el monopolio de las armas.
Pero pese a esta estructura rígida, al interior de estas instituciones represivas se refleja el conjunto de la sociedad y su estructura de clases y contradicciones. Porque el estado las recluta de las filas del pueblo. La tropa y suboficiales de las clases explotadas y sectores oprimidos con menor desarrollo de organización y conciencia obrera, política y sindical. Y tratando de reservar un origen más acomodado para los cuadros y oficiales, cuestión que incluso se fue relativizando desde hace ya algunos años.
Para contrarrestar el reflejo de lucha de clases al interior de estas instituciones, desde los gobiernos se aplica una política unívoca tendiente a mantener a rajatabla la organización “de casta”. Fomentando la división tajante de carácter social y profesional, que se refleja en escalas salariales y hasta privilegios diferenciales, entre oficiales y suboficiales. Y además una política de pensamiento único para que cultiven una ideología burguesa y reaccionaria.
Sin embargo la crisis capitalista y del modelo ha llevado a que se recorten salarios y se ajuste a estos sectores, sobre todo los estratos bajos, como a cualquier asalariado. Y ello ha llevado a que se intensifique la lucha de clases al interior. Por eso el fenómeno creciente de las huelgas policiales, con algunas asociaciones de carácter sindical en formación y distinto grado de desarrollo y ahora esta rebelión de gendarmes y prefectos donde apelan a los métodos de los trabajadores en el reclamo y la lucha.

La salida es democratizar

Nuestra política de “democratización” apunta a estimular estas contradicciones, a separar la base popular y oponerla a la cúpula más reaccionaria y al gobierno que la manda a reprimir. Justamente para que pueda rebelarse contra su función de “gendarme” o brazo armado de los de arriba y se vuelque al campo de la clase obrera.
Sus problemas tienen la misma base que los problemas que afectan al conjunto del pueblo trabajador. Para ello, hay tres ejes para articular un programa de democratización: a) depurar a los elementos ligados a la dictadura, a la represión y corrupción; b) lejos de abroquelarlos contra el pueblo, hay que otorgarles plenos derechos políticos y gremiales del personal. Para que se puedan organizar, reclamar por sus ideas y derechos como cualquier trabajador; que puedan denunciar a los superiores por corruptelas y negarse a reprimir; que puedan tener pleno debate libre de ideas y no solamente la idolologías “de derecha” c) Cultivar el carácter antiimperialista derogando toda la legislación que supedita el manejo de las fuerzas a los designios imperialistas.

Algunas medidas de transición

  1. Separación inmediata de las fuerzas de corruptos, asesinos y genocidas
  2. Plenos derecho a la agremiación de tropa y suboficiales.
  3. Derechos a la libre y plena organización política.
  4. Que los suboficiales puedan ascender a oficiales, rompiendo el espíritu de casta.
  5. Llamar a que las organizaciones obreras a que tomen el programa y apoyen las huelgas y protestas de las fuerzas. Como se comenzó a plantear en la CTA. Al tiempo que se llama a los sectores de las fuerzas de seguridad en lucha, a que se pronuncien en contra de reprimir.
  6. Estas medidas deben ser parte de un programa más general que incluye , entre otras cuestiones, la derogación de las leyes de defensa actuales, la ruptura de los pactos militares con el imperialismo, las reivindicaciones de los ex combatientes, la elección de los comisarios y jefes por voto popular, el control social, las tareas de autoorganización y autodefensa, etc.

Sergio García y Guillermo Pacagnini