Nueva Ley de Inversiones Extranjeras: Cuba abre puertas equivocadas

El pasado 29 de marzo la Asamblea Nacional (Parlamento cubano) aprobó una nueva Ley de Inversiones Extranjeras que está en la línea de lo aprobado en 2011 como «proceso de actualización del modelo económico cubano» y que sustituirá a la ley vigente de 1995. Funcionarios y parlamentarios cubanos, también dirigentes de corrientes que apoyan al gobierno de Cuba, intentan mostrar lo positivo de esta ley y relativizar sus alcances en sentido capitalista; otros dicen que no había otro camino. Como siempre, hay que partir de la realidad y para un debate serio, lo primero es ver la esencia del contenido de la ley.
Al hacerlo, podemos constatar entre otras cosas que en oposición a las grandes conquistas y medidas anticapitalistas de la revolución del 59 ahora se da un viraje profundo, que le permite a las trasnacionales y grandes inversores capitalistas lo siguiente: «un régimen de facilidades, garantías y seguridad jurídica al inversionista que propicia la atracción y el aprovechamiento del capital extranjero». Además: «el Estado garantiza al inversionista extranjero la libre transferencia al exterior en moneda libremente convertible, sin pago de tributos u otro gravamen relacionados con dicha transferencia, de los dividendos o beneficios que obtenga por explotación de la inversión. También garantiza que los inversionistas puedan: «realizar inversiones en inmuebles y obtener su propiedad u otros derechos reales, tanto en viviendas y edificaciones dedicadas a domicilio particular o para fines turísticos; para oficinas o domicilios de personas jurídicas extranjeras o en desarrollos inmobiliarios con fines de explotación turística».
Por otra parte la ley agrega lo siguiente: «se eximirá del pago del impuesto sobre los ingresos personales a los inversionistas extranjeros socios en empresas mixtas o partes en contratos de asociación económica internacional». Finalmente, se prohíbe la expropiación de cualquier empresa que vaya a Cuba a invertir y se privilegiará en el inicio a las ramas agrícola y forestal, las industrias alimentaria, de energía y minas, azucarera, sideromecánica, ligera, química y electrónica, farmacéutica y biotecnológica; la construcción, el turismo  y el transporte. Según Rodrigo Malmierca, Ministro de Comercio e Inversión Extranjera, se pretende «concebir la inversión extranjera como una fuente de desarrollo económico para el país a corto, mediano y largo plazo» y «ganar la confianza de los inversionistas con reglas claras».
Como puede verse, no estamos hablando de una modificación puntual sino de un cambio de calidad en materia de inversiones privadas, derechos de propiedad, libertad de movimiento de divisas a capitalistas y exenciones impositivas a los mismos. Lo cual arroja bastante claridad del sentido de la ley y de sus implicancias económicas concretas. Lamentablemente estamos ante un salto cualitativo en el proceso de restauración capitalista en Cuba y los miles y miles de militantes y activistas de izquierda, que desde hace años se solidarizan y apoyan la revolución cubana, lo menos que se merecen es saber esta realidad. Porque más allá de que todos sigamos defendiendo a Cuba frente a cualquier agresión imperialista, surge a las claras que hoy no es ese el peligro central, sino los propios acuerdos entre el gobierno y el capital transnacional para ir cambiando progresivamente el carácter de clase del estado a favor del regreso de la propiedad capitalista.

China: un mal ejemplo que toma para sí el gobierno cubano

El revolucionario peruano Mariátegui, decía con razón que las revoluciones no son calco ni copia. Hoy podríamos agregar que el proceso inverso de restauración capitalista cubano, si bien no es copia exacta es como mínimo semejante al de China, salvando por supuesto las distancias enormes entre ambos países. Referido al rumbo económico, décadas pasadas China lanzó las llamadas «zonas económicas especiales» donde se estructuraron grandes sectores de la economía en manos capitalistas bajo el regresivo lema político «un país dos sistemas». Con el correr de los años, estas fueron ganando el peso central alentadas desde el poderoso estado chino y así se continuó avanzando por un lado en que gane terreno la economía capitalista; al mismo tiempo dio un salto también de calidad el enriquecimiento de miles de funcionarios chinos, convertidos en nuevos ricos por esos años y entrelazados como nueva clase capitalista china en acuerdos con trasnacionales occidentales. Para juntos esclavizar a los millones de pobres obreros y campesinos chinos, haciendo famosa la frase de «trabajar por un plato de arroz».
Ese fue el destino de China tras la apertura capitalista. Y aunque hoy la vemos como una gran potencia mundial no es una potencia socialista; sino una potencia pro-capitalista a costa de la desigualdad social creciente y bajo un régimen político reaccionario conducido por el PC Chino que ahoga y reprime la protesta social. Este proyecto aunque avanza en su peso mundial al interior va generando más contradicciones, no por casualidad estos días sucedió la histórica huelga de los trabajadores de Yue Yuen, donde más de 70.000 obreros declararon la huelga indefinida poniendo en debate la mano de obra barata china que tanto le interesa a los capitalistas y marcando un salto en la conflic-tividad social del país.
Volviendo a Cuba y su nueva ley de inversiones, mientras el canciller cubano recorrió China, la propia Agencia Prensa Latina reconoció que: «los hombres de negocios del gigante asiático expresaron interés en las propuestas de inversión en la nación caribeña». Y como todo el mundo sabe, ningún capitalista, sea chino, estadounidense, europeo o brasileño, hace negocios sobre la base de la solidaridad. Sino sobre la base de la ganancia y la explotación de recursos ajenos a través de mano de obra barata. Este peligro es el que lamentablemente acecha a Cuba.
Por todo esto, cuando en el mes de enero se inauguró en Cuba el nuevo «proyecto económico especial» del Puerto de Mariel y tras de sí se votó la nueva Ley de Inversiones Extranjeras, lo mínimo que podemos decir es que hay una notoria coincidencia con el rumbo que en su momento encaró China, alejándose de un proyecto socialista. Y es la confirmación de un camino equivocado en Cuba, avanzando en el mismo sentido de apertura y sin las ventajas de ser una gran potencia como sí lo es China.

Brasil y la Unión Europea: potencias al acecho

No es casual en este contexto que la potencia brasileña se haya volcado en pleno a ser parte de este plan político-económico. Comenzando precisamente por el fabuloso negocio del Puerto de Mariel. Cuando en enero de este año Dilma Rousseff participó de su inauguración no fue casualidad, Brasil está invirtiendo mil millones de dólares en este emprendimiento. ¿Solidaridad con Cuba? Para nada. Sólo claros negocios comerciales y la visión estratégica de la gran burguesía brasilera que ve en el Puerto de Mariel el inicio de grandes negocios con la isla y de extender su influencia política.
Para comprender en toda su magnitud el carácter de la nueva ley, veamos el veloz giro político de la Unión Europea. Quien no casualmente levantó el veto sobre Cuba que mantenía desde 1996 como paso previo e indispensable a poder retomar relaciones comerciales. Los funcionarios de la UE declararon: «queremos apoyar el proceso de reformas socioeconómicas». Es decir, quieren ser parte del negocio de Mariel y la Ley de Inversiones Extranjera y no dejarle todo a China y a Brasil. El principal órgano político del imperialismo europeo a la velocidad de la luz resolvió este cambio en su reunión de febrero de este año, sin debate y en pocos minutos.

Cuba y Venezuela, estrategias comunes

Es claro y visible el trabajo común que desde el surgimiento del chavismo vienen realizando los gobiernos de Cuba y Venezuela. Como fue notorio estos años el apoyo mutuo en materia social como educación, salud, viviendas y política energética, cuestiones que frente a las penurias de ambos pueblos jugaron un rol positivo. La cuestión, es que detrás de esos intercambios radica una estrategia política común, que hace que por un lado Venezuela no avance en medidas anticapitalistas y por otro Cuba tome medidas pro-capitalistas. Y así uno y otro país se dirigen por un rumbo equivocado desde el punto de vista socialista. No es este un problema menor, porque en el contexto de la crisis capitalista global hay condiciones para que de la fuerza de ambos surgiera la iniciativa de ir por más en el continente proponiendo para sí y para el resto un camino anticapitalista. Infelizmente, no es ese el camino elegido por sus direcciones políticas, más allá de los discursos y menciones al socialismo que se hagan. Y este camino equivocado lo pagaremos, más temprano que tarde, los pueblos del continente.

La lucha del pueblo cubano y la libertad de los Cinco

El proceso de apertura y reformas económicas de Cuba está en curso y aún queda mucho por ver, porque no es una cuestión terminada, los próximos meses y años serán claves para ver si se consolida o no. En el medio de está su glorioso pueblo que reclama mejoras y que si ve atacada sus conquistas sociales más importantes se hará sentir. El tiempo dirá entonces adonde va Cuba si la apertura actual avanza en querer quitarles derechos que no están dispuestos a ceder.
Lógicamente, siempre el tema Cuba trae consigo profundos debates. Con este artículo pretendemos aportar al mismo frente a los millones de simpatizantes de izquierda de nuestro continente y del mundo, dando a conocer nuestras opiniones. Sin que esto debilite en nada una campaña que merece todo nuestro apoyo como es la pelea por la libertad de los cinco. Con la solidaridad internacional ya le hemos arrancado a las garras imperialistas a Rene y a Fernando. Pero aún continúan detenidos en EEUU Gerardo, Ramón y Antonio. Redoblemos esta campaña, como parte de las peleas que hacen falta dar contra el imperialismo.

                       Sergio García