Escenarios y tendencias. A pocos días de las presidenciales

En pocos días se realizarán las elecciones presidenciales. Promediando una campaña bastante abúlica, Scioli se perfila como ganador y la incertidumbre se focaliza en la posibilidad de balotaje. Macri no logró polarizar y Massa sigue siendo el tercero en discordia, pisándole los talones pese al incesante drenaje de candidatos. El establishment tiene un ojo en el comicio y el otro en el día después. Su plan es normalizar el país hacia un régimen capitalista más clásico, intentando que los trabajadores paguemos los platos rotos de la crisis. Organizar el conflicto contra el ajuste y preparar una gran y amplia alternativa de izquierda, tarea pendiente, serán los desafíos que tendremos por delante.

Sobre el cierre de la campaña es importante que repasemos las tendencias generales hacia los comicios del domingo y también los escenarios para el día después. Especulaciones al margen y, con el error de apreciación y la subjetividad inherente a las mismas, todas las encuestas muestran un dato duro: Scioli gana e incluso podría hacerlo sin balotaje. Scioli emergió de las PASO como opción más probable con una oposición burguesa dividida, con casi 9 puntos más que el segundo (Macri) y siendo primero en 20 de 24 distritos y en 21 de los 25 partidos del conurbano. En estos meses esta tendencia se acentuó. Hoy supera con claridad a Macri, por lo que si llega a superar el 40% podría ganar en la primera vuelta. Al mismo tiempo, no es seguro que llegue y por eso se ha redoblado en los últimos días la pelea por el supuesto “voto útil”. Macri no logró incrementar su intención de voto y la mayoría de los sondeos lo dan perdiendo algunos puntos sobre lo obtenido en las PASO. No funcionó la polarización entre Scioli y Macri, como parecía lógico que iba a suceder y la elección sigue planteada entre tres. Esto le dio un envión relativo a Massa que parece reducir su diferencia con Macri.

Candidato de las corporaciones

Detrás de Scioli se fueron articulando diversos sectores peronistas. El libro de pases se invirtió, muchos “disidentes” abandonaron a Massa y volvieron al redil, hasta el mismísimo De Narváez. Los dirigentes K que juraron mil veces por la pureza del proyecto nac&pop, se encolumnaron con la propia Cristina, mostrando que el giro conservador que se venía evidenciando era la antesala del ajuste que se viene. La mayoría del empresariado fue cerrando filas en aras de la gobernabilidad y de marchar hacia un país con seguridad para sus negocios. La campaña contra el cuco de la derecha le ha permitido retener, al menos para esta elección, al núcleo duro kirchnerista y a una franja que con la nariz tapada, lo va a apoyar electoralmente. Es la razón por la cual es el probable ganador. El fin de ciclo K es evidente. La teoría de un Scioli títere del cristinismo no se condice con la realidad. Son dos caras del mismo proyecto: normalizar el país hacia un capitalismo más clásico. Menos dosis de doble discurso y más ajuste hacia el pueblo. Esa es la intención. Desde arriba están apostando para que ganen y lo hagan. Para ello tendrán que superar la conflictividad, derrotar a los trabajadores y eso está por verse.

Sin alternativas superadoras

Pese a ser de su linaje, es evidente que el armado político de Macri , basado en la vieja UCR que le regaló la estructura, no convenció a un sector de la burguesía que opta por apoyar a Scioli. El affaire Niembro, le restó el voto de un electorado independiente que olfateó que no se diferencia de los otros dos exponentes de la vieja política corrupta. Y si bien una parte del peronismo tradicional optó por quedarse con Massa y logró a expensas de Macri un repunte relativo, tampoco logró emerger como una construcción dinámica y novedosa. No lo lograron ninguna de las tres opciones principales que fueron testeadas por la burguesía. Tampoco Stolbizer, que insiste con una propuesta de centroizquierda no kirchnerista ya fracasada.  Pese a subir levemente sus mediciones por algunas fugas de los presidenciables principales, no ha logrado aparecer como algo verdaderamente nuevo.  Porque en nueve provincias va aliada al macrismo y a la vieja UCR y porque no propone ninguna medida de fondo contra las grandes corporaciones. Sus llamados a cambiarle la fachada a las mismas instituciones corruptas y optimizar las relaciones con los mercados internacionales y el imperialismo, la muestran como parte de lo viejo.

Es evidente que todo se ha venido desarrollando en el marco de una campaña que no despertó mayor entusiasmo. Reacomodos por arriba, pero abulia por abajo. La ausencia de actos masivos, de clima en las calles, de fervor o enamoramiento por algún u otro proyecto, tiene su raíz en la falta de verdaderas alternativas, que planteen medidas para solucionar los graves problemas pendientes de los trabajadores y el pueblo. Por el contrario, todos los candidatos esbozaron que van a garantizar un escenario de vacas flacas para el pueblo.

Hacia un país normal, en sintonía con la crisis internacional

La crisis capitalista internacional que ha entrado con fuerza en Latinoamérica y en los “socios” fundamentales de Argentina Brasil y China, ha acotado los márgenes políticos y económicos para seguir dilatando medidas más directas contra el movimiento de masas. Desde el imperio y el establishment local, necesitan acciones precisas y más de fondo para garantizar sus ganancias. Ya no hay viento de cola que permita cierto derrame como en los albores del kircherismo. Se necesita ajustar presupuestos y “gasto” social, devaluar más allá de los ritmos, recortar subsidios y aumentar tarifas, acotar los salarios y “enfriar” más la economía, para que la burguesía asegure sus ganancias y a la vez garantizar pagarle a los acreedores, buitres incluidos. Scioli ya hizo profesión de fe a favor de los holdouts. Conocedores de los tiempos políticos, varios empresarios dejaron traslucir en el reciente Coloquio de IDEA, que se van a profundizar las suspensiones (también los despidos) en la industria que ya castigan los cordones industriales de Córdoba, Santa Fe y Buenos Aires. También se pretende consolidar la orientación extractivista del modelo, expresión actual del capitalismo.

Para lograr esto, necesitan calmar las tendencias a la rebelión hijas de la etapa que abrió el argentinazo de 2001 para marchar a un país sin sobresaltos, apto para los inversores y los negocios de las corporaciones. Se trata de una ingeniería compleja. Que implica avanzar en varias medidas que discuten en las alturas, arrancando por ensayar un acuerdo político, empresarial y sindical que una base de sustentación para poder avanzar.

Pacto social al servicio del ajuste

Nuevamente hablan de lograr un “pacto político y social” que les permita normalizar las instituciones, ajustar al pueblo garantizando que se mantenga la “paz social”. Mientras discuten diversas instancias de acuerdos en el terreno político, están trabajando en la reunificación de la CGT. Y se disponen a hacerlo catalizados por el triunfo probable de Scioli. Necesitan una pata sindical burocrática sólida, blindando el viejo modelo sindical y apuntando a fortalecer los aparatos para garantizar amordazar a los trabajadores. Para lograr un acuerdo de conciliación con los empresarios más global testigo para paritarias acotadas, convenios a la baja, reprogramaciones productivas y reacomodamiento al servicio de la aplicación del ajuste. Con el desprestigio de esa vieja dirigencia en todas sus vertientes, les va a costar, pero van a intentar institucionalizar los acuerdos de unidad patronal, burocrática y gubernamental con las que actuaron en algunas huelgas como la de Lear.

La otra cara, el reaseguro, va a ser la intensificación de la criminalización de la protesta, las medidas represivas y el cercenamiento de la libertad sindical. Las luchas obreras, las protestas barriales, la lucha contra la violencia de género y el extractivismo, son hijas de la etapa abierta con el argentinazo de 2001, que quieren acallar. También el nuevo activismo obrero y social, combativo y de izquierda, que surgen desde abajo, al calor de estas luchas y que se organiza contra las viejas direcciones políticas y sindicales, está en la mira.

El asesinato del militante social del Chaco, la represión en San Juan y Mar del Plata, el espionaje del ejército contra opositores y dirigentes de izquierda como nuestros compañeros Bodart y Ripoll, son botones de muestra de lo que pretenden transformar en moneda corriente a partir del próximo gobierno.

La izquierda no emerge como alternativa para millones

Pese a que invirtieron millones para que los tres presidenciables principales acaparen la mayor masa de votantes, la izquierda podría haber sido una opción para disputar por un cambio de modelo. La condición era, tal como lo formulamos reiteradas veces desde nuestro partido, vertebrar una coalición amplia de toda la izquierda política y social. El FIT era quien tenía la responsabilidad, por la ubicación electoral lograda, de encabezar esta tarea de unidad, reclamada por miles. Lamentablemente, sus integrantes se negaron y persistieron después de las PASO en la autoproclamación, el sectarismo  y la vocación testimonial. Habiendo definido nosotros un voto crítico al FIT en estas elecciones por ser la única candidatura de izquierda, ni siquiera se avinieron a coordinar una campaña en común y una convocatoria mayor. La realidad dirá el domingo que resultado obtendrá, en las encuestas aparece sin dinámica de ascenso y en líneas generales algo similar a la votación de agosto, lo cual es mucho menos que el 2013 cuando el FIT fue novedad. Más allá de si finalmente logra obtener algún diputado o no, la tarea de conformar la alternativa amplia y unitaria de izquierda anticapitalista que de verdad hace falta seguirá pendiente. Lamentablemente el FIT no aprovechó la oportunidad de esta campaña electoral para avanzar en ese camino.

El día después

Después del domingo, con los resultados en la mano, deberemos retomar estos análisis. En el marco de una crisis de representación y régimen que no terminan de resolver, siempre puede haber sorpresas o caracterizaciones que corregir. Pero los desafíos centrales que los luchadores tenemos por delante, están ya perfilados. Como colocamos anteriormente, la  tarea de batallar por este proyecto de nueva izquierda tendrá que seguir siendo la principal preocupación de los luchadores. Conjuntamente con el apoyo a las luchas sociales y la disputa por la dirección del movimiento obrero, en las elecciones sindicales y en los procesos de lucha y organización que seguramente se intensificarán al calor de la profundización del ajuste que se viene. No sólo apostamos al conflicto que enfrente las políticas antiobreras y antipopulares que se vienen y a los que hoy rechazan las variantes del régimen. Sino a la ruptura de miles que hoy todavía van a votar a Scioli pero que no estarán dispuestos a sostener su versión moderna y seria de la Argentina capitalista. Los llamaremos a ser parte de la alternativa amplia de izquierda que se necesita.

Guillermo Pacagnini