Crisis económica y política. No es Prat Gay: es el plan de Macri

Como “regalito” de Navidad, Macri le pidió la renuncia anticipada a su ministro de Economía, Alfonso Prat Gay, cuya salida parece que estaba pactada recién para enero. El gobierno macrista transmite la visión de que el cambio es porque Prat Gay no sabe trabajar “en equipo”. Otros sectores afirman que el ministro de Economía era el ala menos neoliberal del gobierno y que ahora se vendría “el ala más dura”. Como explicaremos más adelante, no compartimos estas visiones interesadas.

El mensaje presidencial parece decir que si la economía va mal, si sigue la inflación y además hay recesión, si crece la pobreza, es todo culpa de Prat Gay y si él se va ya se empiezan a corregir los problemas. Es como cuando un equipo de fútbol va último, pierde todos los partidos hasta de local y sólo emboca un gol cada tanto, decir que toda la culpa la tiene el director técnico y entonces hay que echarlo.

Por desgracia para Macri, al igual que en el fútbol la cuestión acá es mucho más compleja que “matar al mensajero”. La crisis económica del país y sobre todo de la inmensa mayoría del pueblo no se va a solucionar porque se vaya un ministro, creen dos ministerios -Hacienda y Finanzas- y pongan dos ministros “nuevos”. Precisamente porque el problema no es sólo el DT, sino el propio plan económico del gobierno y las consecuencias económicas, sociales y políticas que su aplicación genera.

Muchas versiones, una causa de fondo

En los grandes medios aparecen distintas explicaciones sobre la ida de Prat Gay. Algunas manejan datos ciertos pero parciales, otras especulan o inventan, pero en general minimizan la crisis del gobierno buscando confundir al movimiento de masas para que no la perciba.

Prat Gay fue director del banco pirata británico J. P. Morgan. También fue director del Banco Central de 2002 a 2004. Junto al nuevo ministro de Finanzas, Luis Caputo, firmó el último acuerdo rastrero con los fondos buitre. Es responsable de haberle sacado el cepo al dólar. Y defendió a ultranza el proyecto macrista de Ganancias, proponía vetar la ley de la oposición y no negociar nada con ella. Aparte de sus roces con Sturzenegger o Melconian por las tasas de interés o alguna otra medida, semejante currículum demuestra lo errado de la versión de que Prat Gay era “el ala blanda”.

Esa opinión interesada la transmiten sectores posibilistas, que se niegan a reconocer la grave crisis del gobierno para justificar las posturas capituladoras de la “oposición”, o incluso sectores de izquierda que equivocadamente ven “otro giro a la derecha”, “al gobierno no hay con qué darle” o “no se puede lograr mucho”. Pero es difícil tapar el sol con la mano. Si a sólo un año de gobierno se va o “lo van” al titular de un ministerio clave como lo es el de Economía, en un país con inflación, recesión y más pobreza es porque los problemas estructurales no sólo no se resolvieron sino que se agravaron.

Un gobierno débil: quiere, pero no puede

El plan económico no cierra por ningún lado, ni siquiera el del gobierno. Prometían inflación del 20 ó 25%: es del 45%, 10% más que el promedio del kirchnerismo. Prometían un crecimiento del 1%: hay una caída del 2 al 3%. Prometían “lluvia de inversiones” y “segundo semestre”: termina el año y no “llueve” ni una gota. Los combustibles siguen subiendo aunque hay recesión.

Pero el mayor problema es que el gobierno macrista no pudo imponer el ajuste brutal que pretendía. Y eso se debe a la fuerte resistencia obrera y popular, a pesar de las traiciones y treguas del PJ-FPV y la CGT, bendecidas por el Papa. Macri tuvo que aminorar los tarifazos de servicios y mantener subsidios. Pese a los despidos, no logró bajar el déficit fiscal. Y aun con tregua mediante, tuvo que aflojarle fondos a las organizaciones sociales y ni siquiera así logró reducir los piquetes.

Es decir, el gobierno de Macri quiere pero no puede. No pudo cumplir con las exigencias del imperialismo y la gran burguesía, ni tampoco pudo derrotar al pueblo trabajador, que resiste con uñas y dientes frente a cada ataque del gobierno y las patronales. Por eso Prat Gay queda como la mortadela del sándwich y de alguna manera hoy hace de chivo expiatorio. A la vez, el deterioro político del gobierno se profundiza, como ya antes lo demostraron las crisis de Aerolíneas Argentinas, el Conicet y Ganancias. Tal como lo señalan la calle y las encuestas, Macri pierde puntos día tras día.

Según Marcos Peña, “no hay diferencias sobre política económica”. Y por más que pregone las “virtudes” de los nuevos ministros Dujovne y Caputo, ni en economía ni en política Macri la tiene fácil. Si aumenta el dólar o devalúa, acelera la inflación. Si deja el dólar barato, los exportadores se quejan. Si les saca retenciones al campo y las mineras, crece el déficit fiscal. Si bajan el gasto del Estado, se paraliza aún más la obra pública y se esfuma toda posible reactivación. Y encima se viene un año electoral, lo cual le hará mucho más difícil a este gobierno imponer más despidos, tarifazos y recortes presupuestarios.

A su vez, como otra consecuencia no deseada, haber hecho saltar a un fusible tan importante como Prat Gay implica que el propio Macri quedará expuesto ante la opinión pública como el responsable más directo de la economía.

Enfrentar y derrotar a Macri y su ajuste

En general, y sobre todo cuando hay crisis económica y los márgenes de maniobra se achican, el dinero y los recursos tienen fin. O sea, si se lo deriva hacia un sector, simétricamente otro sector pierde dinero, recursos o beneficios. Así es el plan del gobierno macrista, por supuesto en favor de los intereses de las corporaciones, los bancos, los terratenientes y los ricos. Pero para cumplir ese objetivo, deberían lograr que casi 40 millones de habitantes nos dejáramos despedir, bajar los salarios y jubilaciones, imponer tarifazos de terror, precarizar, saquear y hambrear aún más.

Pero no lo logran ni parece que vayan a lograrlo. Esa es la explicación profunda de esta salida apurada de Prat Gay. Por eso, más allá de tal o cual ministro, lo que hay que derrotar es este plan y luchar por un plan económico alternativo que invierta la lógica capitalista. En vez de pagar la deuda externa, pagar la deuda interna. En vez de anular las retenciones a las mineras, anular el impuesto al salario y el IVA a la canasta familiar. En vez de despedir trabajadores, “despedir” a las corporaciones que nos saquean y contaminan. En vez de privatizaciones, reestatizaciones con control social. Así sí toda la economía y los recursos de nuestro país empezarán a estar al servicio de las grandes mayorías.