La Rioja: Sobre llovido robado

Hace veinticuatro horas la violencia cayó del cielo, crujieron las maderas de los árboles y el pánico desoló a las familias más humildes, que vieron volar sus techos y caer las precarias paredes que en algún momento habían levantado.

Los habitantes de la tierra de la chaya reafirmaron con la lluvia lo que la experiencia cotidiana jamás ocultó: que nos gobierna una pandilla de incapaces, una casta de funcionarios entrenados para sobrevaluar a mano armada las obras públicas -la mayoría de ellas sin utilidad social-, en desmedro constante de las necesidades populares más urgentes.

Sobre este tablero político-social, la torrencial lluvia y el espectacular viento no se encontraron con desagües,  ni planes de contingencia, mucho menos se toparon con los funcionarios principales, quienes se encuentran vacacionando; en cambio, sí se encontraron en su camino a las escuelas prefabricadas y los barrios de casitas de madera y nylon, todas abatidas en el acto.

Así como el agua remueve el maquillaje barato de un payaso que ya no divierte, de la misma manera la lluvia dejó al desnudo la negligencia acumulada durante décadas, apilada gobierno del PJ tras gobierno del PJ, en una sucesión ininterrumpida de traiciones políticas.

A contrapelo de esta frivolidad de los millonarios que dirigen los ministerios, la solidaridad de la juventud no demoró en moverse por toda la provincia; en ella descansa, sin duda alguna, la energía necesaria para sacudirnos las garrapatas de oficina.

Algunos intentan encontrar explicaciones a lo sucedido en dios. A pesar que cayó desde el cielo, no es allí donde se encuentran las respuestas, ni mucho menos los responsables de nuestros problemas; las causas son bien mundanas, vinculadas al desmonte indiscriminado, presente desde hace dos siglos en nuestra tierra, podemos encontrarlas en los eventos «rompe-tormentas» que agitan los oligarcas del olivo para garantizarse cosechas exitosas, en las obras públicas inconclusas, en el calentamiento global…

Una salida ecosocialista

Ante el temporal en La Rioja, necesitamos:

  • Un Plan de Emergencia que involucre todos los recursos del Estado y de los privados para dar respuesta inmediata a las necesidades de vivienda, vestimenta, alimentos y energía eléctrica a las familias que lo necesitan. Hay que habilitar clubes y salones públicos o privados para alojar a los evacuados, hacer entrega de alimentos y vestimenta bajo control de organizaciones barriales, para evitar que los punteros se salgan con las suyas. Hay que construir un plan inmediato de reubicación de las familias, para que después de la lluvia no tengan que levantar el rancho de nuevo y vivir bajo la precariedad nunca más;
  • Obras públicas bajo control vecinal: para evitar que esto vuelva a ocurrir necesitamos desagües eficientes en todos los barrios, reforestar la ciudad entera, restaurar las escuelas con materiales nobles y erradicar completamente los ranchos con la construcción de cientos de viviendas populares. El control vecinal sobre las obras públicas es la única garantía de que los fondos llegarán a destino. La conformación de cooperativas de trabajo autónomas, sin punteros, podría significar un shock de inclusión social real para los desocupados y el primer empleo para muchos jóvenes;
  • Una ciudad más verde: la cementación irracional de las ciudades limita la capacidad de absorción de lluvia de los suelos. Necesitamos más espacios públicos verdes, la construcción de veredas permeables y un vivero comunitario en cada barrio.