Economía 2017: ¿Crecimiento o más ajuste y recesión?
Después del desastroso cierre del 2016 en lo económico, las opiniones en las alturas están divididas en torno a lo que vendrá este 2017. En definitiva, será la lucha de los trabajadores y el pueblo la que definirá el escenario.
Desde el gobierno aseguran que habrá crecimiento y muy buenas perspectivas. Otros analistas son más cautos y sostienen que los problemas derivados de la recesión continuarán. La realidad muestra que los problemas estructurales que arrastraba la economía no se han solucionado y se acumulan nuevos. La perspectiva para los trabajadores es enfrentar la decisión de hacerles pagar la crisis.
2016: el peor año en décadas
El año anterior cerró con el peor balance en décadas. La inflación fue del 40,6%, 12% por encima de la de Cristina. La recesión se profundizó con una caída del PBI del 2%, del 8% del nivel de actividad económica y de cerca del 20% en la construcción. El consumo se sumergió, motorizado por la baja del salario real y el alza de tarifas, transporte y alimentos que superaron largamente a la inflación media. La «lluvia de inversiones» jamás llegó; sí un salto en el endeudamiento externo que nos condena otra vez a la rueda de la usura internacional.
El famoso blanqueo, que evidenció que los capitalistas tenían bienes por más de U$S 90.000 millones (y eso es sólo lo que no declararon), sólo dejó unos U$S 5.000 millones al Estado, lo que equivale a la mitad del déficit energético y no alcanza para ninguna reactivación real.
Los trabajadores y sectores populares fueron los perjudicados directos de este desastre. Aumentaron los pobres en más de un millón, aumentó la desigualdad social entre ricos y pobres, sufrimos despidos, suspensiones, cierres de comercios y fábricas. Los mismos datos oficiales reconocen que no hay generación de empleo. Como lo que más aumentó fueron los gastos básicos de la casa y servicios (70%) y transporte (40%), la inflación impactó más en los sectores más pobres de la sociedad, que gastan la mayor parte del salario en esto y comida.
Aunque los precios de todas las mercancías están por las nubes, los industriales se quejan también, reclamando un dólar más alto, para ser competitivos, es decir, para que los precios de los países vecinos, donde la gente va a comprar para ahorrarse unos pesos, se vuelva más alto por el aumento del dólar y ellos puedan seguir vendiendo.
Los únicos que vieron los brotes verdes o la luz al final del túnel, fueron los grandes oligarcas del campo, a los cuales les bajaron o quitaron las retenciones y la están levantando en palas mientras el resto nos sumergimos en la crisis.
2017 sin brotes verdes
La bronca por la situación económica fue pegando saltos a lo largo del 2016. El gobierno, que lo percibe con claridad, tuvo que hacer cambios para intentar enfrentar el año electoral por delante. Echó al ministro de Economía, largó la campaña sobre las obras públicas y manda mensajes de que en el 2017 habrá crecimiento del 3-4% y mejores perspectivas.
También lanzó medidas económicas erráticas y contradictorias, como la del «sinceramiento de precios» si uno compra al contado. A menos de 15 días de lanzada ya se demostró un fracaso, no sólo porque los precios no bajaron, sino porque aumentó el costo de compras con tarjetas y conspira contra la tan ansiada «bancarización» de la gente que busca el capitalismo. Por eso ahora desde la banca oficial (Nación, Provincia y Ciudad) van a lanzar líneas de compra con tarjeta a 40-50 meses con un interés del 19% o similar.
La realidad es que no hay ningún indicador de que los pronósticos optimistas del gobierno se puedan cumplir. La recesión en el Brasil continuará, las restricciones de Trump en EE.UU. se profundizarán, complicando más aún el frente externo. Esto también complicará la llegada de inversiones y la única manera posible de conseguir dinero para la obra pública, por ejemplo, será la de mayor endeudamiento externo. Son muchos -como el FMI- que opinan que la inflación será mayor y el crecimiento menor a lo que plantea el gobierno de Macri.
Pero lo peor para los trabajadores y el pueblo es que, a pesar de todo el ajuste sufrido durante el año pasado, no es suficiente. Por eso reemplazaron a Prat Gay, para intentar meter el ajuste con más fuerza. Tienen que aumentar aún más el gas (anuncian para abril), el transporte, la luz, los combustibles, etc., y todo lo tienen que hacer antes de mayo o junio cuando el tema electoral domine la escena y entonces, por temor a la represalia del pueblo en las urnas, tengan que frenarlo o incluso hacer algunas concesiones preelectorales.
Por eso decimos que tenemos que prepararnos para enfrentar el ajuste que continuará y no como dice Macri para un año de crecimiento. Hay que exigirle a la CGT y todas las direcciones burocráticas que rompan con su pasividad cómplice y llamen a un Plan de Lucha Nacional hasta derrotar el ajuste.
Hace falta un plan alternativo
A poco más de un año, el plan de Macri ha demostrado su fracaso en solucionar la crisis de años que nos dejó el kirchnerismo. Más bien por el contrario, ha profundizado. La campaña de que es lo único que se podía hacer frente al desastre heredado es completamente falsa. Desde el MST-Nueva Izquierda sostenemos que el centro de este plan está en hacerle pagar la crisis a los sectores populares y de trabajadores, mientras se transfieren enormes sumas de dinero al capital internacional, la oligarquía y las grandes corporaciones. Decimos que en el país sobran los recursos para mejorar la situación de los millones que hoy viven en la pobreza o indigencia. La condición es implementar un plan económico diametralmente opuesto al actual, donde la crisis la paguen los que se beneficiaron en los últimos 10 o 20 años.
Empezando por suspender los pagos de la deuda externa, hoy incrementada por este gobierno. Con esto nos ahorraríamos más de U$S 17.000 millones de dólares, con lo que se podrían construir más de 500.000 casas anuales o duplicar el presupuesto de salud.
Hay que invertir la estructura tributaria, donde el mayor ingreso es el IVA que pagamos todos por igual, ricos y pobres, eliminando el IVA a productos de consumo popular y poniendo impuestos progresivos a las grandes riquezas y fortunas, en vez del impuesto a las «ganancias» que pagamos los trabajadores. No alcanza con los U$S 5.000 millones del blanqueo: tenemos que confiscarle todos los bienes truchos que tienen los grandes ricos en el exterior y aquí que superan largamente los –U$S 180.000 millones -si no los traen- confiscarles sus tierras y fábricas.
Hay que implementar un control real de precios es un robo las ganancias de las grandes cadenas de súper que superan el 250% de los intermediarios en detrimento de los productores. Aplicar la ley de abastecimiento, si no cumplen o acaparan confiscar sus depósitos y cárcel a los que especulen.
Impedir por ley los despidos y suspensiones para enfrentar la recesión; que los empresarios que se beneficiaron durante años no puedan despedir o suspender trabajadores a su antojo. Por el reparto de horas de trabajo, con jornadas de 6 hs. sin baja del salario.
Hay que actualizar salarios, planes, jubilaciones, etc. al ritmo de la inflación, para evitar la caída del poder adquisitivo del salario; sólo esto evitará que haya más pobres y caiga el consumo, del que tanto se quejan los capitalistas.
Sobraría con estas medidas dinero para un verdadero plan de obra pública, sin endeudamiento externo. Sobraría también para duplicar los presupuestos en salud y educación que es la verdadera Deuda Eterna que tiene nuestro país.
Un plan alternativo obrero y popular nunca podrá venir de la mano ni del FPV-PJ como ya quedó demostrado, ni de Massa-Stolbizer. Ninguno de ellos tiene un plan B respecto del ajuste de Macri. Un cambio de fondo como el que proponemos sólo es posible implementarlo desde la izquierda. Ese es el camino que hemos emprendido desde el MST y construyendo Izquierda al Frente por el Socialismo.
Gerardo Uceda