Despidos: Macri y las patronales contra los trabajadores
¿Revolución de la alegría o revolución productiva II? La destrucción de empleo pegó un salto en lo que va del 2017. Los empresarios no quieren perder su tasa de ganancia. Pero el gobierno no tiene fuerza para bajar el «costo laboral». Por eso los capitalistas empezaron a coordinar acciones para hacer pasar el ajuste. Con protección del gobierno nacional y complicidad de la burocracia sindical, despiden y suspenden para presionar a la baja los salarios y las condiciones de trabajo. Pero las cosas no les están saliendo. Los trabajadores resisten y desnudan las debilidades del régimen.
Existe una clara ofensiva contra el empleo que ahora tiene su epicentro en el sector privado. Solamente en enero de 2017 los despidos alcanzaron los 3.292 y las suspensiones a 475. De estos datos el 98% corresponden al sector privado. La acumulación total de despidos y suspensiones desde la asunción de Cambiemos asciende a un total de 245.466 en trabajadores registrados.
Estos son datos registrados al 31 de enero. La realidad está marcando que durante febrero los despidos y suspensiones se recrudecieron. Solo por citar dos ejemplos hubo despidos en Antanor tras el cierre de dos fábricas y suspensiones en la Volkswagen por un año y medio. A los casos de despidos y suspensiones también se agregan las rebajas salariales (GGM textil rebajas a la mitad) y los atrasos en el pago (Canale). Los datos son claros: Las patronales pretenden descargar sus caídas de las tasas de ganancias sobre los trabajadores y presionan para que exista un rebaja del «costo laboral» en el leguaje de la clase dominante que no es otra cosa que aumento de la explotación de los trabajadores.
Las causas del ataque a los trabajadores
La apertura de las importaciones y la pérdida de mercados por la crisis económica mundial son las causas que alegan los empresarios para cerrar, despedir, suspender, rebajar salarios o atrasarse en los pagos.
La Volkswagen argumenta que la exportación a Brasil y el consumo en el mercado interno bajaron y es por ello que despiden y suspenden. Bangho, alpargatas y las textiles argumentan que tienen una mano de obra intensiva con salarios superiores a otros países. En palabras de Sellaro, empresario del calzado: «mientras un sueldo bruto acá es de u$s 1000, en Brasil es de u$s 320 y en Ecuador de u$s 290. No se puede competir»
Más claro imposible. Necesitan explotarnos más. Que vivamos peor. Que trabajemos más horas. Que vivamos para que ellos puedan seguir amasando fortunas. Siempre los mismos argumentos, pero…
¿Porqué el ajuste siempre pretenden que los paguemos los trabajadores?
El sistema capitalista lejos de ser el sistema racional del cual nos quieren convencer es un sistema anárquico. La «libre competencia», «la mano invisible del mercado», «los países en vías de desarrollo»: todas mentiras al servicio de darle un tinte racional al modo de producción más irracional que haya existido. Tan irracional que hay veces que es más rentable tirar la leche que donarla. Tan irracional que en el país que genera comida para 400 millones de personas siga muriendo gente de hambre. Tan irracional que permite que la gente muera de enfermedades curables. Tan irracional que destruye el planeta. Tan irracional que cierra una fábrica y los trabajadores se enteran con un cartelito (ver facsímil).
La única lógica que tiene este sistema es la de mantener la ganancia de los capitalistas. En relación a ese fin se articula la economía en el mundo, sin importar en lo más mínimo las consecuencias que traiga la consecución de ese fin.
Es por esta razón que siempre pretenden que la crisis que genera la propia burguesía la intenten descargar sobre la clase trabajadora.
Encima vivimos en un país «en vías de desarrollo»
Nuestro país es un país dependiente, semicolonial. El rol de la Argentina en el mundo es el de proveedor de materias primas, sobre todo comida para los países industrializados. El desarrollo industrial en el país es ínfimo y la condición necesaria para las «inversiones» es garantizar ganancias extraordinarias que son giradas a las casas matrices en los países centrales. Esto significa en los países como el nuestro acuerdos escandalosos con los gobiernos que les garantizan cualquier pretensión a los capitalistas base esencial de la corrupción. El Gobierno de Macri profundiza aún más la entrega y sumerge al país a los intereses de las corporaciones. Su plan es el de someter más al país. Favoreció con todas sus medidas a los sectores más concentrados, con reducciones a las megamineras y la baja a las retenciones del campo. En su discurso del día de ayer se jactaba de que el campo está creciendo. Cada día se concentra más la riqueza del campo en menos manos. El campo emplea menos mano de obra y es otro de los factores que derivan en más desempleo.
Sin una política soberana y económicamente independiente siempre vamos a ser un país subdesarrollado. Y mientras rija la lógica del sistema capitalista siempre los trabajadores vamos a ser víctimas de la irracionalidad de este sistema.
La resistencia de los trabajadores les pateó el tablero.
El gobierno está liquidando su capital político y no puede garantizarle a la burguesía mayor explotación de los trabajadores. El frente empresario que sostiene a este gobierno se empezó a resquebrajar. Reflejo de lo antedicho es que los medios masivos de comunicación empezaron a despegarse de Macri. La burocracia obligada por la presión social, que se los está llevando puestos, convocó al 7/3 a la marcha y un hipotético paro para la segunda quincena de marzo para intentar descomprimir. La olla está juntando cada vez más presión. En las calles se empieza a escuchar que Macri se tiene que ir. El kirchnerismo del resistir con aguante pasó al ausente sin aviso. Su archienemigo (Clarín) dejó en la calle a más de 380 familias y no movieron un pelo para ayudar a los trabajadores.
El que no cambia todo no cambia nada.
Si no se atacan las causas de fondo los efectos van a seguir siendo los mismos. Hay otra salida posible. Para imponerla es necesario que se sigan desarrollando los procesos de nueva dirección política y sindical que se están generando a partir del descontento generalizado. La tarea esencial de los revolucionarios es ayudar al desarrollo de las mismas. Hay que tomar toda fábrica que cierre. Exigir la apertura de los libros contables. Reparto de las horas de trabajo sin reducción salarial. Expropiación y estatización de toda empresa que cierre bajo control de los trabajadores. Reapertura inmediata de todas las paritarias. Prohibición de los despidos y suspensiones. Por un plan de lucha nacional para imponer este programa.
César Latorre