Más de 40 días de toma en AGR: Con los obreros más que nunca

Hay sobradas muestras de la voluntad de lucha de los gráficos. Por eso seguiremos junto a ellos. A la par planteamos algún debate con la conducción de la Naranja Gráfica

En estas páginas venimos contando edición tras edición sobre el fondo de huelga, los paros, las movilizaciones, los cortes y bloqueos que los compañeros protagonizaron junto a la comisión de familiares y a un amplio arco de organizaciones sindicales, políticas y de izquierda.
Desde el primer día nuestros compañeros del MST, del Movimiento Sin Trabajo Teresa Vive y la Juventud Socialista los estuvimos acompañando codo a codo, en un enfrentamiento contra la patronal, el gobierno y la burocracia sindical.
El día que los reprimieron e intentaron desalojarlos. Todos los días y las noches en el acampe. En las movilizaciones al Ministerio de Trabajo. En el corte de la AU25. En garantizar el paro llamado por la Federación Gráfica Bonaerense. En el bloqueo a la planta de Zepita. En los piquetes ante las oficinas de la empresa. En los cortes de Puente Pueyrredón, Acceso Oeste, la Panamericana, Entre Ríos, Córdoba y Santa Fe. En las recorridas para el fondo de huelga, al cual también aportamos como partido. Con los 100 mil afiches que sacamos como Izquierda al Frente y con los que difundimos el conflicto en todo el país. Con Alejandro Bodart, Vilma Ripoll, Guillermo Pacagnini y nuestros agrupamientos sindicales. Y en cada evento convocado por los trabajadores en lucha por la reapertura con todos adentro.
En los cuatro plenarios que se realizaron en puerta de fábrica siempre fuimos consecuentes. Asistimos a apoyar las decisiones tomadas por los obreros en asambleas, estando o no de acuerdo con las mismas. En esa conducta vamos a continuar porque estamos al servicio del conflicto y no para dar cátedra de cómo actuar.
Es desde esta ubicación que vamos a retomar algunos planteos críticos que venimos haciendo hacia la conducción de la Lista Naranja Gráfica, que integra la rama sindical del PO, por considerarlos equivocados y con consecuencias directas sobre la lucha.

La equivocada negativa a radicalizar

Desde el primer día los dirigentes de la Naranja-PO sentaron las bases de su accionar con dos criterios: “No queremos que sea otro Lear” y “es un conflicto centralmente sindical”. Esto no sólo se lo dijeron a quien los quisiera escuchar, sino que actuaron en consecuencia. Pero veamos qué significa y qué resultados arrojó hasta el momento.
Lear fue un conflicto duro y difícil, que no se puede tomar como una referencia absoluta para actuar. Sin embargo, a partir de ese hecho montaron un accionar que nunca fue hasta el final, desperdiciando la fuerza para avanzar más y sin radicalizar las medidas.
Insistimos con esto porque ya tuvo consecuencias en el conflicto del CONICET de fin de año: se lograron reincorporaciones, pero quedó un sabor amargo. Allí, a pesar de las asambleas masivas, la toma del Ministerio y una lucha que se expandía nacionalmente, el PO y las listas Verdes de ATE se negaron a mantener la toma durante las fiestas de fin de año y que decidieran, también, los centros del interior del país. No quisieron radicalizar y así el gobierno impuso parcialmente sus medidas de fondo. ¿No sacaron ninguna conclusión sobre esto?
Parece que no, porque hay cosas que se repiten en AGR. Cuando se hizo una fuerte medida en las narices de TN, cortando la autopista, en realidad daba para más. La movilización tendría que haber ido a Artear en vez de tomar el desvío para desconcentrar en el Obelisco.
La enorme jornada que retrasó la salida de Clarín en la planta de Zepita terminó totalmente desaprovechada. Había fuerza, había apoyo. Sin embargo, luego de casi 12 horas de bloqueo y cuando el fracaso de la distribución del diario era una posibilidad concreta, se sacó el pie del acelerador. Ante el aviso de la salida de los camiones carneros por parte de la Gendarmería, simplemente se levantó uno de los piquetes y se terminó la manifestación sin más.
Los cortes de accesos, que fueron otra medida acertada, terminaron siendo timoratos y parciales, en un horario y con una metodología que no tuvo ni de lejos el impacto que logran otras acciones, incluso menores, pero más decididas.
“Que no sea otro Lear” terminó siendo una limitación para no ir más a fondo con las medidas, cuando de lo que más habría que cuidarse es de que no termine en otra derrota como en Editorial Atlántida, también dirigida por PO. Y esto tiene consecuencias, porque el bloqueo mediático nunca se perforó cualitativamente. Tampoco se logró, por lo menos hasta el cierre de esta edición, forzar al gobierno a intervenir en el cierre trucho de AGR Clarín y que el Ministro de Trabajo reciba a los trabajadores.
Tampoco fue acertado darle a la lucha un tinte fundamentalmente sindical, es decir de un reclamo sólo de obreros ante su patronal. Desde el inicio se vio claro que se trataba de una puja política: de un lado los obreros con la Comisión Interna a la cabeza, y del otro la patronal del Grupo Clarín bancada, evidentemente, por el gobierno de Macri y sus funcionarios.
Como toda lucha sindical-política, es clave marcar a cada minuto la responsabilidad compartida entre Magnetto y Macri-Triaca. Y para responder con fuerza no alcanzan la unidad en la puerta de la fábrica y los plenarios, sino la más amplia unidad de acción sindical y política.

Primero las necesidades de la lucha

Esa errónea consideración que mencionábamos sobre los alcances de la unidad tuvo varias manifestaciones. Primero presentaron como un triunfo histórico el paro de la FGB, cuando en realidad no garantizaron que pararan las plantas. Clarín sigue teniendo donde imprimir sus productos. Y lo más grave se vio en la última marcha a Plaza de Mayo. Desde ya, lo primero es repudiar a la nefasta burocracia gráfica que no realizó la conferencia de prensa que se había comprometido a concretar en el sindicato. Y luego montó una brutal provocación intentando que los trabajadores de AGR no estuvieran a la cabeza de la marcha.
Así como la burocracia se vio forzada a moverse un poco por la presión de la lucha, preparó una maniobra para dividir la marcha y debilitar el reclamo. Eso lo logró gracias a la colaboración de la conducción del PO, que también fomentó la ruptura de la marcha. Así le sirvió en bandeja a la burocracia la excusa para que se lavaran las manos de sus responsabilidades en la lucha y tomaran distancia cuando más hay que acogotarlos para forzarlos a estar del lado de la lucha, aunque sea coyunturalmente.
Los dirigentes políticos del PO contestaron equivocadamente a varios planteos críticos en el tercer plenario de Pompeya. Sostuvieron que estaban haciendo política porque es un conflicto político (sic) y que no era necesario radicalizar nada ya que el bloqueo mediático había sido derrotado porque el conflicto se veía en las redes y recorría los lugares de trabajo con el fondo de huelga. También exageraron al extremo algunos avances parciales.
También tenemos dudas sobre las medidas que se mantienen supuestamente en secreto, para que no sean anticipadas y luego resulta que son casi de conocimiento público. Por la vía de los hechos se termina forzando a todas las organizaciones a ir detrás del PO, sean correctas o no las decisiones que toma, debilitando así el vuelco en unidad y causando desorganización.
No radicalizar. No politizar el conflicto. ¿Por qué pasa esto? ¿Acaso el PO no quiere involucrar decididamente a sus dirigentes políticos públicos en medidas radicales de AGR para no perder votos en las elecciones? Sería un grave error electoralista.

Por un plenario nacional del sindicalismo combativo

Nosotros respetamos profundamente las decisiones que los compañeros gráficos toman en su asamblea y luego llevan a los plenarios en puerta de fábrica. Saludamos esta instancia de la cual participamos activamente como un paso de coordinación fundamental.
Sin embargo, hay dos cuestiones importantes que queremos señalar. No percibimos el mismo accionar democrático cuando hubo que tomar decisiones en las acciones callejeras que involucraron a distintas organizaciones. No sólo no hubo consultas, sino que no vimos que fueran los obreros los que tomaban las decisiones sino los dirigentes del PO.
A la vez, es necesario avanzar en un gran plenario nacional del sindicalismo combativo y de izquierda, algo que los integrantes del FIT vienen negando sistemáticamente. Es la única forma de dar un salto de calidad para plantar un polo nacional alternativo a la podrida burocracia sindical y sus viejos dirigentes maniobreros y traidores.
Podemos dar un paso en las calles el 7 de marzo, marchando en una fuerte columna común de todo el sindicalismo combativo y de izquierda, detrás de las banderas de AGR y bajo la consigna paro general y plan de lucha ya. Pero hay que ir por más, para empezar a darle forma organizativa a la voluntad de unidad expresada en AGR.
Desde la Corriente Sindical del MST vamos a seguir postulando un modelo sindical combativo, que vaya hasta el final en los reclamos, poniendo por delante las necesidades del conflicto para ganar y sobre todo, consultando hasta los mínimos detalles con los verdaderos protagonistas: los compañeros en lucha.

Rubén Tzanoff