Macri ante la movilización social
Agitado por los voceros del poder, se colocó con fuerza el debate sobre “la ocupación del espacio público” por parte de las masivas movilizaciones que traducen el descontento social.
El gobierno de Cambiemos parece haber adoptado la vieja premisa del aparato de propaganda nazi que rezaba “miente, miente que algo quedará”. Desde el presidente hasta el último “troll” repiten la idea de que el país se estaría recuperando, la economía creciendo y, más allá de algunos “errores”, el gobierno estaría “haciendo lo que hay que hacer” como dicen sus publicidades.
Intentan desacreditar las movilizaciones apostando a distintos argumentos que van desde las conspiraciones destituyentes hasta la “incomprensión” por parte de los manifestantes de la recuperación que solo se nota en su realidad virtual.
La única explicación real del aumento de la conflictividad social y el vuelco a las calles, masivo y diverso, es el rechazo creciente al gobierno y su plan de ajuste. El pueblo trabajador está comprendiendo que el gobierno viene a hacerle pagar una crisis de la que no es responsable, a quitarle derechos que le costó muchas luchas conseguir y a imponer una “normalidad” que se parece mucho al disciplinamiento. Lo nuevo es que la bronca está presionando a salir a la calle a las conducciones burocráticas y políticas, que se la pasaron posando de opositoras pero jugaron con el gobierno para hacer pasar el ajuste.
Éste y no otro es el motivo de la movilización creciente, a pesar de que en el mundo imaginario de Cambiemos solo se hable de conspiraciones o complots.
Entre el soborno y la represión
En una nota que expresa a fondo las ideas de la gran burguesía, Van Der Kooy despliega todos los argumentos a favor de la represión a la protesta social. Esta es una de las posturas que ganan fuerza al interior del gobierno. Patricia Bullrich la expresa en toda la línea. La ideóloga del protocolo antipiquetes no se cansa de repetir que es necesario despejar las calles y propone para ello la utilización de la represión “aceptando las consecuencias” (sic).
Esta posición no tiene quorum aún, fundamentalmente por miedo a que pueda actuar como detonante de una movilización superior, en cantidad y calidad, pero se expresa en el permanente hostigamiento a los que luchan, las provocaciones como las montadas en la marcha federal donde un cordón de distintas fuerzas de seguridad siguió a la columna sur durante todo su recorrido, o las numerosas detenciones arbitrarias de activistas, trabajadores y luchadoras feministas.
Otra posición la refleja la ministra de desarrollo social, Carolina Stanley, que le pide ayuda a los funcionarios K que aún pululan por sus dependencias, para cooptar organizaciones volcando recursos discrecionalmente. El aumento del 20% en los recursos de dicha cartera está a disposición de esta línea (acompañada por los máximos representantes de la Iglesia y no pocas “organizaciones sociales K”). La lógica es clara, si no se puede con el garrote, probemos con las migajas.
En estos debates no hay lados buenos. Ambos sectores quieren las calles vacías para que el ajuste pase y silenciar la bronca que crece.
La campaña contra la “ocupación de las calles”
Estas dos “tendencias” en el gobierno trabajan con un amplio arsenal propagandístico difundido desde los medios y por los propios funcionarios. La mayor parte de los mismos son tan burdos y anacrónicos que ni vale la pena refutarlos, como el triste González Fraga hablando de pagos de $500, choripanes y vino para explicar las masivas movilizaciones del 24 de marzo o la trillada acusación de “política” a la masiva movilización federal docente, como si no fueran políticos todos los hechos sociales de esa envergadura. Cuatrocientos mil maestrxs de todo el país disputando con el gobierno el contenido y el sentido de la educación pública no solo es un hecho político sino sintomático de las fuerzas en disputa.
La campaña contra la movilización no es más ni menos que el reflejo de la propia debilidad del gobierno y las dificultades para avanzar con el ajuste en la medida de lo necesario. Es una fuerza que golpea en el terreno electoral ya que es la demostración más clara de las mentiras sobre las que Cambiemos basó su campaña anterior y gran parte de su gestión. La movilización no es una encuesta, una expresión abstracta de descontento, sino que es la ruptura de la cotidianeidad, el traspaso de la barrera de la institucionalidad a la acción política masiva de miles contra el ajuste y, en definitiva, contra el gobierno.
La movilización también muestra, como lo expresó la movilización de la CGT del 7M, que la bronca no es solo contra el gobierno, sino también con la burocracia. También desnuda a los “opositores” políticos que quieren figurar pero donde gobiernan, como en Santa Cruz, Santiago del Estero o Salta aplican la línea del ajuste y la represión.
Desarrollar la movilización y construir alternativa
La movilización es una de las formas más genuinas de la expresión política del pueblo trabajador.
La defendemos como un derecho, como una expresión creadora y una fuerza que plantea la posibilidad de construir una alternativa al gobierno. Es por estos motivos que hay dos tareas fundamentales para los próximos días, que asumimos con todas nuestras fuerzas: por un lado el desarrollo y la extensión de todas las luchas que recorren el país con un centro en el apoyo a la gran huelga docente y a la preparación y desarrollo de la huelga general del próximo 6/4, batallando por que sea activa, su continuidad y construcción democrática.
Al calor de esta actividad nos proponemos desarrollar a fondo la necesaria construcción de una alternativa política que defienda e impulse el programa político que está surgiendo de las calles, articulado alrededor de un plan económico de emergencia, con aumento del presupuesto de salud, educación, vivienda y empleo, la aplicación de fuertes impuestos a las grandes fortunas, la eliminación del IVA a la canasta familiar y un gran plan de obras públicas que genere empleo como primeros pasos en una transformación profunda de la matriz productiva, actualmente montada al servicio del saqueo de un puñado de ricachones.
Con esos dos objetivos vas a ver las banderas del MST y la Izquierda al Frente por el Socialismo en cada lucha, en cada marcha, en cada corte. Con esos objetivos te vamos a invitar a sumarte y participar de nuestras reuniones, a difundir nuestro periódico y volantes. Con esos objetivos te vamos a proponer que nos acompañes también en la batalla electoral, para enfrentar a los que te mienten todo el año y después te piden un voto de confianza.
El pueblo que vive de su trabajo le está ganando la calle al gobierno, nos falta construir la unidad y organización necesaria para derrotarlo y no terminar en nuevas frustraciones, ese desafío te planteamos, organiza tu rebeldía y además de gastar las zapatillas en la calle pongamos en pie la herramienta política a la altura de los desafíos que enfrentamos.
Martín Carcione