Reportaje a la Red de Psicólogxs Feministas: Salud mental con perspectiva de género

En un marco de crecimiento global del feminismo, ha surgido un espacio que disputa contra las hegemonías del campo de la salud mental: la Red de Psicologxs Feministas. Nos acercamos para que nos cuenten su experiencia, basada en la necesidad de mujeres y varones que sienten el peso de un sistema patriarcal opresivo. Hablamos con la compañera Gisela Cassouto, de la coordinación de la Red.

                           La coordinación de la Red. Con bluza azul, Gisela.

 ¿Cuándo y cómo surge la Red de Psicólogxs Feministas?

La Red se formó en abril-mayo del 2016, a partir de las inquietudes de quienes somos hoy coordinadores de la misma. Nos conocimos mediante una consejería de asistencia a víctimas y sobrevivientes de violencia de género y sexual y, charlas mediante, empezamos a percibir que todas y todos conocíamos historias de gente que había sido juzgada y revictimizada en sus espacios terapéuticos. El principal motivo para fundar la Red es el hecho de poder ofrecer un espacio libre de discriminación, donde no se revictimice, donde no solo se respete sino que no se patologice la diversidad.

Creemos que hoy en día, si no hay perspectiva de género, la escucha está totalmente sesgada y eso resulta iatrogénico. Además, consideramos que, en la práctica privada, es fundamental la formación y actualización de las y los profesionales de la salud mental en temáticas de género y diversidad. Consideramos que no podemos omitir, ni da lo mismo, el hecho de que vivimos en una sociedad patriarcal y eso genera sus padecimientos propios: el no verlos o no incluirlos conlleva el peligro de ser cómplices.

Algunas activistas y organizaciones, como la nuestra, vemos que hay una nueva ola feminista internacional. ¿Cuál es tu opinión?

Creo que antes que hablar de una nueva ola dentro del feminismo hay que hablar de un nuevo momento histórico. Así como ciertos hitos marcaron el paso de la modernidad a la posmodernidad, y lo mismo sucedió entre otras eras, considero que estamos en el surgimiento de un momento histórico sin precedentes donde la mitad de la población mundial decide llevar a cabo la lucha por la igualdad real y por el respeto de sus derechos y su existencia.

Imagino que en el futuro se mirará con extrañeza un período previo donde el género de una persona implicaba su valoración social, así como hoy miramos desde la ajenidad -y ojalá sean cada vez más ajenos- procesos como el apartheid. Creo que puede hablarse de una nueva ola feminista, para lo cual las redes sociales fueron cruciales, como la Primavera Árabe. Mujeres organizadas internacionalmente están poniendo un freno a aquello que hace siglos está naturalizado. Están yendo más allá de lo que antes era pensable.

Dentro de la pluralidad del feminismo, la Red emerge como una necesidad-posibilidad de alojar el malestar. ¿Cómo piensan la relación entre teoría y práctica en este contexto?

Creo que la Red tiene el enorme alcance que tiene debido a una necesidad histórica y un espacio vacante en la sociedad. Es hablar un lenguaje lo suficientemente común como para que realmente se pueda alojar sin revictimización a la persona que tenés enfrente, que no es un psiquismo aislado sino un ser humano. Si una mujer no desea ser madre y nosotras y nosotros partimos del supuesto mujer = madre vamos a intervenir desde ahí, vamos a ver una falla donde no la hay, vamos a tomar el poliamor como libertinaje y el transexualismo como perversión; vamos a dejar de ver a la persona para ver etiquetas de falla de fábrica, y eso no aloja: eso condena.

Venimos charlando y desarrollando talleres que comenzamos a dar hace poco sobre cómo rever las teorías desde la perspectiva de género, desde este momento histórico y social. A veces el dogmatismo no deja ver que no todo puede estar incluido en los textos con los cuales nos formamos y que es nuestra tarea desacralizarlos, desempolvarlos y ponerlos a dialogar con la actualidad. En ese mismo sentido pensamos nuestra práctica, utilizando las herramientas teóricas y académicas que nos formaron poniéndonos los lentes violetas para decir ¿qué hacemos con esto en este contexto? Consideramos que el patriarcado genera sus padecimientos específicos que, entrecruzados con la historia personal de cada cual, resulta en tales o cuales sufrimientos. Eso tenemos que escuchar, alojar, poner sobre la mesa y hacernos cargo, como dije antes, que desde nuestro lugar de profesionales de la salud mental si no ponemos algo de eso en juego, terminamos siendo cómplices de la producción del malestar.

Agradecemos los aportes de Gisela y la Red de Psicólogxs Feministas. Para nosotras es importante estrechar vínculos con todos aquellos espacios organizativos que vienen dando la pelea por una sociedad mejor.

Entrevistó: Rocío Ucedapsicóloga feminista, del MST y Juntas y a la Izquierda (Rosario)

La derecha tuitea; nosotras disputamos en las calles

Mientras las mujeres nos organizamos, cuestionamos y paramos, una contraofensiva machista y de derecha se cuela por las redes sociales y los medios de comunicación: resisten los cambios que pueden golpear al sistema capitalista y patriarcal.

 Así fue con las marchas por Ni Una Menos: quisieron imponer el “Nadie Menos”, disputando contra la realidad que marca que, este año, cada 18 horas una mujer es asesinada por el solo hecho de ser mujer. “Nadie menos” no se impuso, porque el movimiento de mujeres salió aguerrido a evidenciar que en esta sociedad machista somos las mujeres las que sufrimos violaciones, maltratos, violencia física, institucional y de todo tipo por nuestra condición de mujeres.

Después vino el tetazo. La prohibición y amedrentamiento a mujeres que tomaban sol sin corpiño en la playa de Necochea desató bronca en todo el colectivo de mujeres, al develar las múltiples formas de opresión cotidiana a nuestros cuerpos. Una exagerada reacción de policías y móviles, con una moralina cuyo principal trasfondo es que “la única teta que les molesta es la que no pueden vender”. Ante el tetazo, por las redes se convocó a un “chotazo”. Pero no existió. No hubo varones machistas movilizados para proteger sus privilegios, que les permiten andar con el torso desnudo sin tanta alharaca.

Y hace poco, en el “día del niño por nacer”, el ministro ¡de Educación! Esteban Bullrich posteó una foto con la mano de un feto saliendo de una panza: un golpe bajo para contraponerse al derecho al aborto, campaña que comparten también el Papa y el PRO. Hasta entre sus propios seguidores salieron a marcar lo desafortunado del tuit. Y es que las mujeres, al ganar las calles, vamos ganando cada vez más conciencia social en apoyo a nuestros derechos.

Salud y educación feministas

En tiempos de arremetida neoliberal, el capitalismo protege sus negocios y ataca la salud, la educación y demás garantías de los pueblos. Pero la resistencia popular se levanta. Las y los docentes son un gran ejemplo en ese sentido.

La salud y la salud mental también son parte de la pelea que se nos plantea al movimiento de mujeres y a la sociedad toda. Luchar por sostener una salud pública de calidad al servicio de las mayorías es imprescindible. Alojar, dar cabida al padecimiento de las mujeres y la diversidad sexual, en su especificidad, es parte de la disputa ideológica y práctica contra esa derecha que busca recortar nuestros derechos.

La salud y la educación son derechos básicos. Entre otros cambios, es preciso dotar a ambos sistemas públicos de un carácter feminista. Que en las escuelas se aplique la ley de educación sexual integral, con perspectiva de género. Que en los hospitales y centros de salud se respeten las leyes de salud reproductiva y de identidad de género, incluidas la ligadura de trompas a las mujeres que lo pidan y los programas de hormonización y/o cirugía a quienes requieran el cambio de sexo. Y que se apruebe la ley de aborto, para que la mujer que lo necesite pueda hacerlo en forma gratuita en el hospital público.

Por responsabilidad del Estado, todavía en muchas instituciones, profesionales y demás personal de la salud siguen criterios y prácticas provenientes de una formación patriarcal. Sin embargo comienzan a organizarse médicos, psicólogxs, trabajadores sociales y otros integrantes del equipo de salud que disputan las concepciones machistas y de derecha.

Desde Juntas y a la Izquierda y el MST luchamos por todos y cada uno de los derechos de las mujeres y la diversidad. Cuestionamos todas y cada una de las políticas oficiales retrógradas y misóginas. A la vez, como dentro de este sistema capitalista y patriarcal todo avance conquistado es precario, vamos por un cambio estructural; por una sociedad igualitaria y socialista. Te invitamos a que nos acompañes y te sumes a ese camino.

                                                                                                                                   R.U.