De reconciliaciones fallidas: Un engendro burgués en crisis

El 1% que manda, la clase capitalista, apela a mecanismos de consenso y coerción. Sus instituciones e ideologías falsas tienen límites. El uso de la represión también. Las relaciones de fuerza entre las clases marcan esos márgenes. En la etapa Cambiemos, la estrategia de «normalizar» no cierra sin palos. El debate sobre el 2×1 y el marco de un capitalismo en crisis orgánica. Nuestro enfoque. Nuestra propuesta.

En el capitalismo en crisis la burguesía improvisa. La apariencia de planificación encubre anarquía en la producción y mucho de chapucería en política. La reacción de masas, los límites de las luchas lo fuerzan a eso. Hacen lo que pueden para mantener el poder y garantizarse la continuidad de sus negocios económicos.
Construyen de forma trabajosa mecanismos político-institucionales, regímenes le llamamos en clave marxista. En el siglo XX en Argentina, los capitalistas usaron dos: democracia burguesa asentada en el bipartidismo radical-peronista, y golpes militares para estabilizar cada tanto con la coerción. Ambos están cuestionados, en crisis. Sufrieron la embestida de dos fenomenales revoluciones, dos cambios abruptos, no previstos: en 1982 la dictadura fue echada por la movilización y en 2001 el “que se vayan todos” tuvo como objetivo central el bipartidismo. Cambiemos tiene objetivos capitalistas básicos, sintetizados en la estrategia de recuperar tasa de ganancia. Para eso tiene que aplicar medidas antipopulares. Para que pasen esas medidas, necesita convencer a la gente o quebrar su resistencia. Transita ese intento por ahora sin grandes hazañas, ni pequeñas. No pudo convencer ni quebrar la resistencia de forma duradera. Por eso, cuando logra cierto oxígeno, trata de retomar un objetivo, también permanente de los burgueses en el país: restaurar la autoridad de las Fuerzas Armadas ante la sociedad. Por ahora, no lo viene logrando. Sin embargo, siempre, desde 1982, la burguesía lo intenta. Queremos plantear dos tareas entonces: analizar históricamente esos intentos fallidos y seguir haciendo que fracasen en 2017, una vez más.

Cronología de restauraciones fallidas

Cuando estaba terminando la dictadura, el gobierno de facto sancionó la ley conocida como “Ley de Pacificación Nacional” o “Ley de autoamnistía”. Tenía como objetivo evitar que se juzgara y castigara su accionar durante los años que estuvo en el poder otorgando inmunidad a todos los miembros de las Fuerzas Armadas por los crímenes de 1973 a 1982.
Por la crisis de las FFAA al radicalismo con Alfonsín no le quedó otra que derogar esa ley nefasta. Impulsó la CONADEP y el juicio a las Juntas sobre una base ideológica falsa: la Teoría de los Dos Demonios, en el prólogo de la primera edición del Nunca Más.
Las extorsiones derechistas de los carapintadas, con Rico, Seineldín y el entonces joven Gómez Centurión, impuso una categórica claudicación de la UCR y toda la política tradicional, la burocracia sindical y los medios: las leyes de Obediencia Debida y Punto Final en 1987.
Otra vez fuertes movilizaciones contra esos engendros legales para avalar la impunidad a miles de torturadores y desaparecedores. Con el menemismo en los 90, la burguesía vuelve a la carga. Ahora con una medida todavía más de fondo, favorecida por una aparente relación de fuerzas muy favorable: los indultos. En 1996 se verifica un punto de inflexión en la participación masiva en las marchas del 24 de marzo. Los indultos a los genocidas reactivaron el hilo de continuidad de una pelea democrática profundísima: juicio y castigo, cárcel común y efectiva para todos los asesinos. Reconciliación, nunca.

Ni Gómez Centuriones ni Milanis: todos presos y rechazar la represión en todo el país

El rechazo al 2×1 generó una potente reacción social e impuso una correcta unidad en la acción. Sin embargo, es importante en esto evitar las hipocresías. El balance del kirchnerismo en cuanto a los derechos humanos es importante. Las leyes de la impunidad fueron anuladas en 2005 bajo el gobierno de Kirchner. Esta medida logró que el FPV ganara apoyo en sectores progresistas y, sobre todo, logró asimilar a su proyecto a las caras visibles de Madres de Plaza de Mayo y a Abuelas. El gobierno anterior dividió a los organismos de derechos humanos. En 2006, los que bancaban al gobierno rechazaron marchar el 24 de Marzo exigiendo cesar con la persecución y torturas que ocurrían en Santa Cruz en medio de la huelga petrolera y después se callaron ante la segunda desaparición de López. En la década siguiente, desde el Encuentro Memoria, Verdad y Justicia, el grueso de la izquierda sostuvimos la movilización independiente del 24M levantando banderas contra la ley «antiterrorista», la denuncia a los jueces de la dictadura que aún están en funciones, la impunidad para los empresarios y la Iglesia, el desprocesamiento de todos los luchadores, la lucha contra el espionaje de inteligencia militar, y en los últimos años por la aparición de Julio López. Y claro, también la exigencia de juicio y castigo a Milani. Hoy el gobierno restauracionista del macrismo, con Gómez Centurión, Lopérfido y otros, reaviva la disputa. Frente a la coyuntura, no lo dudamos: unidad en la acción contra el macrismo sí. Furgón de operaciones político-electorales del régimen -“vamos a volver”- no, rotundamente no. Y una cosa más: no nos callamos frente a la orientación de ajuste y de represión del macrismo, claro. Pero tampoco le hacemos ninguna concesión a su espejo santacruceño: el ajuste y la represión de Alicia Kirchner a docentes y estatales.

Matar al engendro y su impunidad: juventud revolucionaria

La lucha por otro modelo económico, social y político en Argentina incluye la tarea de completar hasta el final la lucha antiimpunidad. Nahuel Moreno, fundador del trotskismo en el país, planteaba que uno de los andariveles cruciales de la lucha revolucionaria en Argentina era desmantelar el aparato represivo después de desalojar a los genocidas del poder. Sigue siendo parte de nuestro programa, de nuestra hoja de ruta la exigencia de cárcel perpetua, común y efectiva para los asesinos y los cómplices civiles y clericales. Planteamos la apertura de todos los archivos de la dictadura, sin limitaciones y avanzar en pulverizar el aparato de represión que sigue operando en base a los cuadros formados en la escuela de ese período, por ejemplo en la maldita Federal y la Metropolitana PRO. Para ir a fondo en esta orientación democratizadora, antirrepresiva, hay que ser independientes políticamente del pasado reciente, del gobierno anterior y su limitada política en materia de derechos huamnos. Y obviamente, va de suyo: opositores irreconciliables del macrismo. Sostener la movilización contra cada intento restaurador de impunidad es fundamental. Impedir que reaccionen los capitalistas, ganar tiempo para seguir preparando nuestra salida alternativa, para cambiar todo de base. Es una premisa. Es una clave de la revolución en Argentina. Matar al engendro, criatura más bestial que humana, del poder burgués. Y claro, como siempre, lo central: organizar una fuerza militante con la juventud trabajadora y estudiantil, como su motor más dinámico, decidido y optimista. Eso hacemos cada día en facultades, colegios, profesorados y lugares de trabajo. Sin embargo, la tarea de dar vuelta todo no es una hazaña de llaneros solitarios. Es desafío de equipo, un deporte colectivo, de muchos y muchas. Es nuestra estrategia. Activá, militá con nosotrxs. Es urgente.

Mariano Rosa