Fracasó la cumbre del G7

El G7 estuvo reunido en la bella localidad italiana de Taormina durante el viernes 26 y el sábado 27 de mayo pasados. Sus deliberaciones terminaron en un rotundo fracaso tras el portazo que dio Trump a los acuerdos para abordar el cambio climático y las relaciones comerciales, entre otros temas. La crisis del G7 mostró claramente cómo se profundizan las disputas inter-imperialistas.

El G7 es la reunión de los llamados “países industrializados”: EEUU, Japón, Alemania, Francia, Canadá, Reino Unido e Italia. Anteriormente era el G8, hasta que entró en crisis la relación con Rusia por su invasión a Crimea y su participación en la guerra civil de Ucrania. Es el bloque más poderoso de los países imperialistas y a la vez las economías más grandes del planeta (con la excepción de China que es la segunda potencia económica mundial) (1)

La reunión constituyó una gran decepción para la mayoría de los participantes, ya que el giro en la política exterior norteamericana, que lleva a cabo el nuevo presidente Donald Trump, impidió acordar con él sobre la necesidad de sostener el tratado sobre el cambio climático, para la reducción de emanaciones contaminantes, que en el 2015 suscribiera en Paris, Barack Obama, junto a los representantes de las 195 naciones.

De nada sirvió el llamado del presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, señalando la grave situación en la que se encuentra el planeta si no se tiene una política efectiva para frenar el volumen de emisiones actual. Llamado un tanto cínico por cierto, ya que Tusk como el resto de los mandatarios presentes, son los responsables mayores de haber llegado a esta situación lindante a la catástrofe medio ambiental en la que se encuentra el mundo actual.

Pero, aunque Trump dijó “que aprendió mucho” y tiene a algunos consejeros como su hija Ivana con opiniones favorables a ratificar el tratado, lo cierto es que pidió una semana para contestar sobre el tema, sobre el cual en la campaña electoral se pronunció furiosamente en contra y en el que ha avanzado en las primeras medidas de su gobierno. El encargado de la política de medioambiente de su gabinete ya adelantó que no ratificará el acuerdo, dejando hundir el tratado.

El otro gran tema fue la disputa en torno al intercambio comercial. Este fue otro gran tironeo de la cumbre. La declaración final incluye la reivindicación del libre comercio y la apertura de los mercados pero condena –a pedido de los EEUU- “las malas prácticas comerciales”. Fue resonante la protesta de Trump contra el comercio de Alemania, cuya balanza comercial es altamente deficitaria para  EEUU. El presidente norteamericano señaló que ese superávit alemán era “malo, muy malo” y también dijó que: “Miren los millones de autos que venden en Estados Unidos. Vamos a detenerlos”. (2)

Esta demanda para que el resto de las potencias ponga más plata para pagar los platos rotos de la crisis y deje a los EEUU una mayor cuota de la extracción de plusvalía en el mundo, se extendió a las relaciones al interior de la OTAN. En el día anterior a la cumbre del G7, Trump logró en Bruselas que la OTAN como organismo se incorpore a la coalición internacional que combate al ISIS en Siria. Sin embargo esta declaración no pasa de algo simbólico, porque ya varios de los países miembros son parte de la coalición y no está previsto un involucramiento militar mayor del que ya existe.

En la cumbre de la OTAN se realizó una declaración de repudio al atentado de Manchester, y en la declaración final de la Cumbre del G7, entre los acuerdos “se encuentran en asuntos como Corea del Norte, Libia, Siria y la lucha antiterrorista. Es decir, la mayoría de conflictos bélicos que amenazan la estabilidad global. No es poco. Pero, de nuevo, no se especifica en qué términos piensa preservarse dicho equilibrio…” (Diario El País de España (27/05/2017)

Más allá de las declaraciones, fue significativo el reto de Trump a los demás integrantes de la OTAN por no cumplir con aportar el 2% de su PBI a sostener los gastos de defensa. Una meta que debería haberse alcanzado en el 2014. Solo 5 países (EEUU, Grecia, Reino Unido, Polonia y Estonia) de sus 28 integrantes, cumplen lo acordado. Potencias importantes como Alemania no cumplen, descargando sobre EEUU un gasto mayor para sostener esta Alianza Atlántica.

Otros posibles acuerdos, como la respuesta al drama de los inmigrantes, que iba a ser ampliamente tratado en el día sábado con la presencia de los líderes de cinco países (Túnez, Nigeria, Níger, Kenia y Etiopía), del secretario general de la ONU, Antonio Guterres y de la directora del FMI, Christine Lagarde, no pudieron ser tratados para que sean incluidos en la declaración final. Pese a que la cumbre se realizó en Sicilia, frente a las costas africanas de las que provienen más de medio millón de migrantes que se han refugiado en Italia y las 1.400 personas -entre ellas 200 niños- que han muerto intentando cruzar el Mediterráneo en lo que va del año.

Como balance del encuentro, la canciller alemana, Ángela Merkel señaló al referirse a EEUU: “Los tiempos en los que podíamos depender completamente de otros, hasta cierto punto han terminado. Es mi experiencia de estos últimos días…”, “Los europeos tenemos que pelear por nuestro propio destino”. (Diario El País de España 29/05/2017)

Las razones de la crisis y el giro “agresivo” de los EEUU

Más allá de las críticas sobre el “estilo de Trump”, la política por desarrollada por el nuevo presidente, es compartida al interior de la burguesía yanqui. Existe la necesidad de una mayor explotación a los pueblos del mundo y que los otros integrantes menores del sistema imperialista resignen cuotas de ganancia a favor de EEUU. La disputa se exacerba por que el imperialismo de conjunto no ha podido producir una derrota categórica a la clase trabajadora mundial que les permita restituir los márgenes de ganancia perdidos desde la crisis del 2007/2008.

Los cambios políticos planteados en el tablero mundial en los últimos años no le han sacado la hegemonía que tenía históricamente EEUU, pero si la han debilitado sensiblemente. Lo que ha permitido el surgimiento de otras potencias regionales y aumentado en forma importante los roces al interior del viejo acuerdo imperial. Los yanquis no van a resignar su lugar sin pelear, de allí a que el “tono agresivo” de Trump está lejos de ser una “torpeza” del nuevo e inexperto mandatario.

No puede explicarse, como intentan algunos editorialistas, el rechazo de Trump a los acuerdos para combatir el cambio climático a su ignorancia sobre el tema. Es que las multinacionales yanquis de la energía, y el capitalismo en general, no quieren asumir “mayores costos” en la producción que achiquen sus márgenes de ganancia. Trump no es el irracional, lo es un sistema, que tiene sus mejores mentes destinadas a la obtención de cada vez mayores  márgenes de ganancia, destruya lo que destruya en su camino, entre otras cosas el futuro de la humanidad.

Todas las acciones de Trump hay que buscarlas en estas razones. Su presencia en la cumbre de la OTAN y del G7 fue el corolario de una extensa gira que incluyó un primer desembarco en Arabia Saudita. Allí ante uno de sus aliados más firmes en la región, frente a un auditorio de monarcas retrógrados, una buena parte de los cuales han apoyado a los yidadismos más extremos en la región, Trump cambió su discurso contra los musulmanes en general, por el de reprobar los “extremismos ideológicos”. Pero lo que es más importante, volvió a ubicar a Irán como el eje del mal, desandando los acuerdos que Obama había tejido para controlar esta zona del planeta. Los yanquis no quieren que el gobierno iraní, que apoya al presidente Al Assad, se haga fuerte en Siria y tenga acceso al Mediterráneo. Un tema en el que tienen plena coincidencia con su gendarme imperial amigo, el gobierno de Israel.

Parte de esta “prepotencia” fue su apriete, luego de hacer largos llamados a la paz, al presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Mahoud Abbas. Justamente en un momento en que la región se ve convulsionada por una exitosa huelga de hambre de 1.500 presos palestinos en las cárceles de Israel, que duró 40 días. Huelga que tuvo en vilo a los territorios ocupados en los que se produjeron importantes movilizaciones de apoyo, y  por la que se lograron importantes concesiones humanitarias.

Vamos a mayores tensiones en el frente imperialista

Todo indica que los desencuentros, ruptura de viejos acuerdos y su reemplazo por otros que les sean más convenientes a cada sector burgués en la presente disputa, va convertirse en algo frecuente. En la fallida cumbre, EEUU que por primera vez reconoce los perjuicios que el Brexit puede atraer a la economía mundial imperialista, anunció a su vez, un acuerdo con la primer ministro británica Theresa May, para formalizar una alianza comercial que será funcional a esta disputa en curso, cuando Gran Bretaña abandone definitivamente a la Unión Europea.

Cada vez la realidad mundial demuestra que, lejos de un fortalecimiento de la derecha capitalista y una situación desfavorable para la lucha de los trabajadores y los pueblos, que muchos analistas y un sector de la izquierda mundial señalaron, lo que estamos presenciando son roces y disputas cada vez mayores entre los imperialismos dueños del planeta.

Detrás de esas peleas y diferencias, que favorecen a las luchas de los pueblos, podemos encontrar una larga y extensa resistencia de los trabajadores y sectores oprimidos en todo el mundo a los nuevos ajustes imperiales. Luchas que como en Brasil ponen en vilo a los gobiernos y regímenes políticos encargados de aplicarlos. En esta pelea esta la base de las actuales y cada vez mayores disputas entre los imperios y la oportunidad de avanzar sustancialmente en la pelea contra ellos.

Gustavo Giménez

(1) Estos países tienen las primeras 10 economías del planeta. Tándem al que habría que sumarle a Brasil y la India, entre las últimas ubicaciones.

(2) El superávit comercial de Alemania es de 250.000 millones de euros. Un verdadero record.