EEUU confirmó su salida del acuerdo climático de París. TRUMP CONTRA EL PLANETA

Luego de amenazar y amenazar, finalmente Donald Trump, el patovica que gobierna Estados Unidos, confirmó la salida de la potencia del acuerdo climático de París, que, con este golpe, queda al borde del fracaso.

Mientras festejan las petroleras, hay preocupación en todo el mundo ante las implicancias de esta decisión.

Amor por el verde… dólar

Desde hace años, distintas facciones del imperialismo discuten como abordar una realidad que es incontestable, el planeta aumenta su temperatura a un ritmo preocupante y este fenómeno amenaza, sin exageraciones, la continuidad de la vida tal como la conocemos.

En el marco de esos debates, la cumbre de París adopto la tesis de que es necesario reducir las emisiones de gases de efecto invernadero con el objetivo de evitar que a finales de siglo la temperatura del planeta supere el umbral crítico.

Sin embargo, incluso previamente a la salida de EEUU (uno de los principales contaminantes del mundo)  los alcances de la cumbre eran escasos, no imponía ningún tipo de control ni mecanismos que garanticen el cumplimiento de las metas establecidas.

Los imperialistas sin dudas se preocupan por la posibilidad de que el planeta colapse, pero más les preocupa sostener sus negocios. Por eso en el marco de la crisis global, el ambiente es para ellos una variante más de ajuste, sobre esa base limitada, Trump representa, sin dudas, el ala más irresponsable y bárbara del imperialismo. La que expresa más crudamente el momento actual de caos y desorganización de las instituciones multilaterales de los poderosos.

El círculo negro

Trump es el gobierno de las corporaciones petroleras, del imperio de los combustibles fósiles. Este sentido de pertenencia, es prácticamente incompatible con el cuestionamiento al desarrollo masivo de estas actividades. La participación en los acuerdos de París implicaba el cuestionamiento a algunas de sus bases fundamentales de sustento político para su gestión, es por eso que la ruptura no es una sorpresa. Son los EEUU (incluso con Obama y Hillary Clinton a la cabeza) los impulsores del desarrollo masivo de la extracción de combustibles fósiles, los que realizan el lobby internacional por la explotación de las denominadas “energías extremas” como el petróleo y el gas de lutitas o de aguas profundas.

Como lo relatan los investigadores del Observatorio Petrolero Sur en su último trabajo “La tentación de esquisto”, Hillary Clinton y Daniel Poneman fueron los encargados de recorrer el mundo “vendiendo” las ventajas del fracking.

Trump asentado en esa matriz, envía un mensaje claro al mundo en general, y a algunos competidores imperialistas en particular (Alemania es una de la impulsoras del pasaje a energías “alternativas” aunque sin romper el molde). Ante el anuncio de Trump, la crítica de los gobiernos capitalistas europeos es cínica y falsa, ellos también son contaminadores y su verdadera preocupación es que no le saque ventaja el lobby petrolero de EEUU. La fiesta del CO2 no solo no se detiene, sino que se intensifica, ese mensaje es una clara amenaza a la vida de todos y todas los que hacemos lo posible por sobrevivir en el planeta tierra.

Propuestas alternativas. Socialismo o extinción global

Las masacres capitalistas en Siria, Libia y otros países de la región, las ordas de millares de refugiados que escapan de las hambrunas, las sequías o los conflictos, el calentamiento global, las inundaciones, etc. son muestras más que suficientes de que la barbarie anunciada por Rosa Luxemburgo hace casi un siglo ya se encuentra entre nosotros. El capitalismo imperialista y extractivo es la barbarie, que ahora plantea una posibilidad cada día más presente: la extinción de la vida en el planeta.

Ante esta grave situación hay una salida alternativa: sustituir la matriz basada en petróleo, carbón y gas, por renovables y limpias, hacerlo mediante una reconversión productiva y laboral de todxs lxs trabajadorxs. Estas y otras medidas, las planteamos quienes queremos llevar adelante un cambio global anticapitalista y socialista.

Obviamente, para los que amasan fortunas con este modelo, cualquiera de estas propuestas y definiciones es motivo de burla o desprecio. Sin embargo no dudamos en afirmar que la antinomia de estos tiempos es socialismo o extinción.  Hay que poner manos a la obra en la pelea por la primera de las variantes, porque la segunda ya cuenta con el impulso de las principales potencias mundiales.

                                                                                                                    Martín Carcione