Brexit: entre la disputa y la crisis política

 

Mientras los calores del verano en el Viejo Mundo llegan a los 40 grados y la primer ministro británica Theresa May regresa de sus vacaciones en Los Alpes, los tironeos entre la burguesía de la UE y la británica en torno al Brexit, hacen subir aún más la temperatura y amenazan terminar con la carrera de la actual capitana del imperio británico.

No es para menos. En las reuniones de la semana pasada entre los negociadores del Brexit, David Davies por el gobierno conservador inglés y Michel Barnier por la Unión Europea, se debatían de montos de entre 40.000 y 75.000  millones de euros de indemnización británica para no abandonar el Mercado Común.

La posición de la UE es no avanzar en los acuerdos comerciales pos ruptura antes de haber acordado sobre los derechos de los ciudadanos británicos y comunitarios, el status de la frontera que divide Irlanda del Norte  del resto de Irlanda y el monto de la indemnización británica. La británica es al revés, empezar por el acuerdo comercial para luego cerrar lo otro.

La situación es compleja y si no se acercan las posiciones hacia fines de Agosto,  hoy  muy distantes pese a las concesiones inglesas, la crisis puede costarle la cabeza a Theresa May y deteriorar mucho el curso de una negociación clave para los intereses de la burguesía británica y europea en su conjunto.

Estamos ante una tensa negociación, donde cada uno de los bloques intenta quedarse con un pedazo lo más grande posible de la torta capitalista en juego, aun cuando sus escarceos puedan desembocar en una fuerte crisis política que perjudique a ambos intereses imperialistas en el transcurso  de la misma.

En medio del tironeo, el próximo 7 de Setiembre, el Parlamento británico debe decidir sobre la derogación del “Great Repeal Bill” (revocación de poderes de la UE), uno de los pasos legales necesarios para la ruptura.

Los desacuerdos son tantos, que se especula que Theresa May puede recurrir a los atributos para gobernar por decreto (usando la “cláusula de Enrique VIII”), ante la amenaza de Corbyn de bloquear la ley si no tiene garantías para salvaguardar los derechos ambientales y de los trabajadores en el proceso de ruptura.

La magnitud de la crisis por el Brexit

Gran Bretaña es una de las piedras fundamentales del andamiaje europeo y su retiro del mismo significa un cimbronazo difícil de asimilar por uno de los imperialismos dominantes del planeta.

Veamos: “La City en Londres ha visto crecer exponencialmente suparcela del mercado financiero y hoy acapara 41 por ciento de las operaciones en el mercado mundial de divisas, 18 por ciento de los activos de los fondos de cobertura y cerca de la mitad del mercado mundial de derivados con intereses.”(…)”Bloomberg estima que el Reino
Unido controla el 75 por ciento de todas las transacciones en derivados denominadas en euros, algo así como 930 mil millones de euros diarios.”
(Alejandro Nadal, Sinpermiso, 06/08/2017).

El retiro del Reino Unido de la UE significará la pérdida de 2,6 billones de euros menos en la economía de la comunidad europea que estribaba en los 14,2 billones de euros, constituyendo una reducción del 17%. Así hace retroceder la participación europea en el comercio mundial del 22% al 18,2%, y con el Brexit la UE dejará de percibir los 18.700 millones de euros que Gran Bretaña aportaba anualmente. (Datos de la BBC, 24/06/2017)

Una difícil  negociación
Las negociaciones «no han empezado bien», señaló Sir Simon Fraser, jefe del servicio diplomático británico hasta 2015. Lo cierto es que el gobierno del Reino Unido se ha debilitado y dividido luego del triunfo del Brexit en el plebiscito primero y perdiendo el control del Parlamento hace pocos meses, después.

 

A medida que se desarrollan las negociaciones, frases como la de May sobre que “concluir las negociaciones con la Unión Europea (UE) sin un acuerdo sería mejor que hacerlo con ‘uno malo’” y la posibilidad de un “Brexit duro”, van
cediendo a las exigencias de la UE sobre la necesidad de que Inglaterra aboné una suculenta indemnización si quiere seguir en el Mercado Común, el sometimiento a la jurisdicción de los tribunales europeos para resolver litigios, al resto de las exigencias sobre un acuerdo en torno a la frontera entre las dos Irlandas  y la circulación de personas.

El curso de un posible convenio por ahora es incierto en el medio de tanta crisis política y disputa de intereses económicos. La intención de la primer ministra conservadora para lograr un acuerdo comercial flexible por tres años (que superaría la fecha de 2019 en que debería consumarse la ruptura formal) parece por ahora algo improbable sin grandes concesiones británicas.

No está de más mencionar que debemos sumar a las cifras arriba mencionadas, que existe un voluminoso intercambio comercial entre el Reino Unido y la UE, que según el ministro Davis, suma 520.000 millones de euros anuales entre importaciones y exportaciones.

La crisis del gobierno conservador y el fenómeno Corbyn

Algunos analistas dicen que Theresa May aún se sostiene, después de haber perdido el control del parlamento en las últimas elecciones y tener que acordar para sostenerse con el DUP, el xenófobo partido unionista de Irlanda del Norte, porque la burguesía británica no tiene aún un recambio claro.

De hecho May se haya a tan solo 7 votos de perder el control parlamentario y el último sondeo organizado por el diario The Times la ubican con un 55% de rechazo y solo un 25% de aceptación entre la población. La crisis conservadora es tal que los analistas sostienen que si Theresa May no logra llegar a la convención del partido del 1º de octubre con una negociación encaminada sobre el Brexit, puede rodar su cabeza. Ya se especula sobre sus posibles sucesores.

Y por si esto fuera poco, en el medio de estas crisis comenzó una campaña de un sector llamado “leave.EU” para presionar al Parlamento con el objetivo de acelerar la salida del Brexit, en la medida que se hacen patentes las vacilaciones del gobierno británico. Otros en cambio, como el laborista y blairista David Miliband, vienen planteando la necesidad de hacer un segundo referéndum en el 2019 con el objetivo de frenar la salida de la UE.

Contra lo que opinaron distintos sectores de la izquierda que, confundidos por las declaraciones xenófobas que el UKIP vertió en la campaña del Brexit, sostenían que había que estar en contra u abstenerse en la votación, los compañeros del trotskista Partido Socialista de Inglaterra insisten en que: “El mercado único de la UE…firmado por Maggie Thatcher, no se conoce por proteger a la gente del ‘capitalismo sin restricciones’! Pregunte a la clase obrera griega si se siente protegida de sus ‘excesos’” (…) ”El mercado único es neoliberal, pro-austeridad y anti-obrero”.

Lamentablemente, si en esa oportunidad la justa bandera de abandonar ese engendro imperialista que es la Unión Europea quedó en manos de una corriente xenófoba, ya superada por la realidad, mucho tiene que ver con la traición de Syriza, que se negó a romper con los banqueros alemanes y los planes de ajuste, cuando el pueblo griego así lo había resuelto en el masivo plebiscito de esos tiempos.

Contra la opinión de los que señalaban que Gran Bretaña había girado a la derecha, los trabajadores y los pobres de ese país vieron la oportunidad con el Brexit de golpear al imperialismo europeo y a su propia burguesía. Actitud que ratificaron en las últimas elecciones al debilitar hasta el extremo al gobierno conservador votando por el ala
izquierda y el programa anti austeridad y de reformas sociales de Jeremy Corbyn.

La votación a favor del Brexit,  lejos de conformar un giro a la derecha, ha colocado a la burguesía británica y europea en una de las crisis más profunda de las últimas décadas, tirando por tierra un proceso de acuerdos inter burgueses de más de 70 años. Entre ellos los llamados “acuerdos de paz” de Irlanda del Norte, ahora cuestionados por las concesiones al unionista DUP, tan criticado por el pro unidad irlandesa Sin Fen, que quedó a pocos votos de ganar las últimas elecciones regionales.
Por las grietas que deja esta profunda crisis, se cuelan fenómenos de corrimiento hacia la izquierda como el que se personificó en Corbyn, un dirigente que, contra toda la plana mayor blerista del Partido Laborista, ha reunido en sus campañas a miles de mineros y trabajadores, y fundamentalmente a una gran franja de la juventud. Se trata de miles de jóvenes que ven la posibilidad de cambiar el viejo régimen político británico y que fueron una base fundamental para el ascenso del actual jefe del laborismo.

Más allá de las limitaciones de este fenómeno y de la necesidad de seguir su evolución, es una expresión de las oportunidades que genera esta situación para construir una alternativa anti capitalista.
Gustavo Giménez